Comentario
13/11/2018
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
El
país se encuentra en una gran encrucijada fiscal, como fruto del alto
endeudamiento externo, del déficit fiscal y del compromiso de las vigencias
futuras que hemos heredado del gobierno anterior y su mermelada para la clase
política, acompañada de gastos comprometidos para la paz por más de 170
billones de pesos en los próximos 15 años, los cuales aún no están en los presupuestos
públicos, y nadie sabe de dónde van a salir. Los cálculos más recientes del
nuevo gobierno indican que el presupuesto nacional está desfinanciado en más de
25 billones de pesos, con una necesidad inmediata de financiar la caja de 14
billones faltantes para este año. En la práctica, con el Gobierno Santos no nos
quedamos con “la olla raspada, sino con la olla quebrada”, a todo lo cual ha
contribuido una corrupción rampante y voraz de alguna parte de la clase
política, del gobierno y del sector empresarial.
La
economía de un país es el resultado del buen o mal desempeño de tres
componentes que interactúan mutuamente, así:
RESULTADO DEL SECTOR
PUBLICO + RESULTADO DEL SECTOR PRIVADO + RESULTADO DEL SECTOR EXTERNO[1]
= RESULTADO DE LA ECONOMÍA DEL PAÍS.
En
cada uno de los elementos de esta expresión (publico, privado y externo) se
produce, año por año, un saldo de déficit o superávit; en algunos casos unos
elementos generan déficit pero otros producen superávit que compensan los faltantes,
para producir un resultado acumulado positivo, de cuya magnitud depende el
crecimiento económico del país. El problema se vuelve mayúsculo cuando los
déficits de alguno o algunos sectores no son cubiertos por los superávits de
otros, caso en el cual la economía decrece o entra en recesión y, en vez de
generar mayor riqueza, generamos más pobreza.
En
Colombia el resultado del sector privado es positivo y el del sector externo es
un poco negativo, pero el del sector público es bastante negativo por su
déficit fiscal y endeudamiento público. Si bien disponemos de una regla fiscal
de obligatorio cumplimiento para evitar los excesos en este frente, el sector
público colombiano es como un remolino que, con su déficit, se traga lo que
pase por sus vecindades, conduciendo a un bajo crecimiento económico del país y
en ocasiones a un crecimiento negativo como un conjunto. En consecuencia, es necesario solventar el sector público si queremos
realmente crecer.
¿Cómo
se hace esto?: lo primero, sin lugar a dudas, es con eficiencia y productividad
en el gasto publico del estado, sin derroches ni excesos, además, con un buen
sistema tributario y con una muy buena asignación de gasto estatal en sectores
prioritarios de carácter social o de desarrollo económico altamente sensibles
al crecimiento económico, como la infraestructura, la ciencia y la tecnología, la
educación y el apoyo a sectores altamente productivos, generadores de inversión,
competitividad, exportaciones o innovación. Para hacer esto se requiere
corregir el rumbo hacia la legalidad, el empresarismo y la equidad, como lo ha
propuesto el nuevo gobierno, con el fin de apoyar el crecimiento económico.
Debemos
reflexionar también que para que haya desarrollo social debe haber crecimiento
económico. No es posible tener buenas soluciones sociales si no se genera una
dinámica económica significativa, tal que se traduzca en oportunidades reales
para la realización de actividades productivas y la generación de bienestar
para más personas cada vez. O sea que hay que apostarle al crecimiento para
generar más ocupación productiva, más desarrollo y más progreso. No
necesariamente empleo formal, pero sí alternativas de actividad económica.
Sin
embargo, se vuelve prioritario sanear el problema fiscal o, de lo contrario, no
habrá un buen crecimiento económico, para lo cual está en trámite una nueva
reforma tributaria como parte de un proyecto integral de financiamiento del
Estado, el cual que tiene unos pilares muy claros:
·
Reducción
de la carga tributaria a las empresas como condición de mayor competitividad y
de capacidad y disposición para generar empleo formal e inversión. Hoy las
tasas de tributación empresariales de Colombia están en el rango alto de las de
economías comparables. Escalas de impuesto a la renta entre el 20% al 25% son las
más frecuentes, mientras en Colombia es el 33%. En el país, además, el 85% de
los recaudos tributarios provienen de las empresas y sólo el 15% de las
personas, aproximadamente. Contrario a los países más desarrollados donde la
contribución de las personas significa entre
el 60% y el 70% del recaudo. Por supuesto que en esos países muchas o casi
todas las personas pagan impuestos o bien directos como el de renta y patrimonio a lo menos los indirectos como el
IVA.
·
En
Colombia sólo 2.500.000 personas naturales pagan impuestos de renta (de cerca
de 45.5 millones de habitantes) y sólo cerca de 20.000 empresas pagan un 70% de
lo que corresponde a las empresas, de 800.000 a 900.000 empresas registradas en
el país.
·
Un
punto demasiado sensible ha resultado el del IVA para extenderlo a más
productos de la canasta familiar, y aunque se compensa con una disminución de
su tarifa en forma gradual y progresiva y con la devolución anticipada a favor
de las clases sociales más pobres, no es un “bocado fácil de tragar”, pero
posiblemente necesario.
·
Justamente,
es importante, en forma complementaria, abrir la base tributaria, con más
contribuyentes efectivos, personas o empresas, según sea el caso. Somos un país
que evade o elude impuestos en forma significativa. Para las empresas se
requieren emplear mecanismos técnicos como la facturación electrónica o, mecanismos
institucionales, tales como la formalización empresarial, cerca del 65% de
nuestra economía es informal y se estima que un 90% de las empresas están o
participan activamente de esa economía. Para las personas naturales, también es
necesario paulatinamente ampliar la base tributaria, con impuestos directos bajos
y progresivos, pero con más contribuyentes.
·
Es
sensible, además, combatir fenómenos graves como el contrabando, la
subfacturación, la elusión o apropiación del IVA, la evasión en paraísos
fiscales, entre otros y diversos mecanismos de evasión. El fortalecimiento de
la DIAN, algunas amnistías bien diseñadas para evitar lavado de activos de
fuentes ilegales y muchos más elementos electrónicos de control serán de gran
ayuda.
·
Nos
parece regresivo el restablecimiento del impuesto a la riqueza, que ya había
sido eliminado luego de varios años de existencia. Es inconveniente e invita a
la menor realidad en los patrimonios declarados, por ejemplo, en las
transacciones de bienes raíces. Sin embargo es afortunado el modelo progresivo
y creciente de impuesto de renta para las personas de mayores ingresos y aún
para las pensiones de montos elevados.
·
Un
pilar de todo este plan está en el combate frontal a la corrupción, tema en el
cual, en el inmediato presente, el país ha hecho una gran pedagogía y ha
generado convicción. Si es eficaz, esto disminuiría la presión fiscal en
términos impresionantes. Lo público es de todos, aunque frecuentemente parece
como que fuera de nadie, por lo cual es sujeto de todo tipo de ataques y
demandas para beneficiarse de los presupuestos que son de la comunidad.
·
Pagar
impuestos nunca será cómodo o amable, pero es completamente necesario para la
salud de toda la economía y el buen funcionamiento del Estado y sus servicios,
y en la medida de lo posible en forma gradual todos los ciudadanos con alguna
capacidad económica deberían “poner”. No podemos seguir con la facilista
conciencia de esperar todo del Estado y no estar dispuestos a pagar impuestos.
·
Una cosa es cierta, si el
Estado es eficiente, evita el despilfarro y la corrupción, hace una labor de
progreso y bienestar para la comunidad, especialmente para los sectores más
vulnerables, todos pagaríamos impuestos con mejor disposición y menor evasión o
elusión.
Estos
son los pilares para recuperar las finanzas públicas, creo, sinceramente, que
EL MODELO ES CORRECTO. En Estados Unidos la rebaja de impuestos empresariales
ha contribuido a un crecimiento económico como nunca visto en los años
recientes, ¿no será que en Colombia podemos lograr lo mismo, y generar más
bienestar, oportunidades y desarrollo para todos?
El
Congreso de la República tiene un gran compromiso para examinar y aprobar con
cuidado la propuesta de financiación presentada por el Gobierno y encontrar las
mejores soluciones dentro de las alternativas posibles, comenzando, por
supuesto, por no fomentar la mermelada y el despilfarro.
[1]
Se refiere al saldo de las relaciones de Colombia con
el exterior en su balanza de bienes, servicios y capitales que ingresan o salen
del país con relación al exterior.