Comentario
5/10/2018
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
Hemos llegado a una verdadera
guerra comercial en el mundo. Por muchos años las ideas del rechazo al
proteccionismo y la bienvenida a la apertura económica, los tratados de libre
comercio y la globalización de la economías han sido el pensamiento dominante,
con innegables benéficos en el progreso y desarrollo de la humanidad, aunque no
necesariamente en una completa y equilibrada equidad. Por supuestos unos países
han obtenido más benéficos que otros en ese enfoque globalizado.
Hasta que llegó el Presidente
Trump a plantearle al mundo y a sus conciudadanos “América primero y para los
Americanos”, pensamiento que tuvo la fuerza de llevarlo a la Presidencia de la
nación más poderosa e influyente del mundo. Con este lema de su campaña, Trump
le decía al mundo entero que USA no sería en adelante una fuente de subsidios o
beneficios para otros, y no se comprometía a seguir siendo la locomotora del
tren de la economía mundial, a expensas de su país.
De hecho esta conducta está
cambiando la geopolítica mundial y las relaciones de comercio. Sirva de ejemplo
el caso de China y los EE UU otrora fuertes aliados de comercio pero con un
desequilibrio comercial en contra de los segundos, con ventajas para los
primeros, con acusaciones, además, de robo de secretos industriales de las
compañías americanas que tienen fábricas de producción o de servicios ubicadas
en China y también de plagio y abuso en el uso de patentes.
Como consecuencia USA estableció
impuestos arancelarios o barreras arancelarias al comercio con China y así lo
hizo también con otros países. Hasta Colombia quedó sometida a aranceles en la
exportación de productos derivados del acero, por ejemplo.
Aún por encima de algunos
acuerdos o tratados de comercio, en forma unilateral USA afectó gravemente la
economía mundial y el orden comercial prevaleciente, con su régimen de
aranceles y restricciones (cupos de importación, países vetados, restricciones
fitosanitarias, etc.).
El asunto apenas comienza,
pero ya está mostrando sus verdaderas dimensiones, China y otros países han
tomado retaliaciones contra el comercio, la inversión y las relaciones con los
EE UU, restableciendo también aranceles y restricciones que nos devuelven al
viejo proteccionismo a nivel mundial. Por supuesto, la afectación es severa, no
sólo para China, también para el propio EE UU, y de revuelta para el resto del
mundo, quien “tendrá” que recibir las producciones Chinas que iban para USA y
las de USA para China. Vale recordar también que China es el mayor
inversionista mundial en los bonos del tesoro norteamericano, lo cual crea
expectativas por el régimen de inversiones cruzadas entre esos dos gigantes y de
ellos con el resto del mundo.
Todo esto está creando y
creará mayor estímulo al proteccionismo mundial, los países tendrán que tomar
previsiones frente al comercio mundial, o bien para que nos los afecte este
desorden comercial o bien para sacar provecho del mimo, porque indudablemente
para algún país muy competitivo y capacitado podrán existir oportunidades. Las
demandas en los organismo de comercio mundial no se han hecho esperara, pero
apenas están en trámite, vamos a ver qué sucede apenas salgan los fallos.
Ahora, y por supuesto, es tal
la alteración que se prevé en el comercio y las inversiones mundiales que se
espera se afecte el crecimiento del PIB mundial, ya todas las proyecciones se
están corrigiendo por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así
como por los organismos independientes o regionales de comercio e investigación,
para bajarlas, al principio, tímidamente, pero en unos años más, severamente.
La magnitud del decrecimiento nadie la sabe, pero algunos economistas, inclusive,
se atreven a señalar una eventual recesión mundial y una crisis de grandes
proporciones, comenzando por los propios EE UU donde se pronostica un doloroso
retroceso en su crecimiento económico, aunque ahora están en los gloriosos y
los gozosos.
Como la piedra que cae al
estanque y produce el efecto de las olas en todas las direcciones, el “América
primero y para los americanos” , fue la piedra que cayó en el comercio mundial
y está produciendo sus primero oleajes suaves, pero puede llegar a producir
verdaderas “marejadas” en restricciones y retaliaciones y en la reversa de los
TLC (Tratados de Libre Comercio) firmados por todo el mundo, o en el cierre de
ciertas regiones y fronteras para animar el comercio regional ante la
dificultad de participar activamente en el comercio mundial.
Es claro que cada país debe
defender sus intereses y los de sus ciudadanos, pero la globalización produjo
una apertura saludable a las economías de todo el mundo, que estimuló el
comercio, la inversión, el flujo de personas y de ideas, lo cual volvió a los
países más competitivos y productivos para sacar provecho de estas posibilidades.
No es bueno para el mundo y
menos para los países de menor desarrollo enfrentar distorsiones del comercio
mundial de tipo proteccionista, es un verdadero retroceso que tendrá grandes consecuencias.
Lo malo es que retornar la senda de la normalidad en la globalización podrá
tardar muchos años, dejando en el camino muchos “lisiados comerciales”.