Comentario 29/10/2018
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
Por
muchos años se ha afirmado que “si la política y la religión nos dividen, el
comercio y los negocios nos unen”, sin embargo hoy parece ser que se está
volviendo un lugar común el estar divididos en todos los campos, pero no sólo
divididos, sino polarizados.
Tener
pensamientos o enfoques diferentes sobre los temas que forman parte de la
realidad o la cotidianidad de un país en materia política, económica, social,
cultural, deportiva, racial, religiosa, empresarial, institucional, etc., es un
proceso normal y natural, casi que necesario, a efectos de disponer de enfoques
distintos, los cuales alimentan la reflexión, el análisis y la discusión,
permitiendo elegir, como consecuencia, las mejores opciones de acción o
solución. El mundo, en realidad, es un continuo devenir de unos enfoques y
otros sobre muchos temas, de acuerdo con las condiciones del entorno
prevaleciente o las circunstancias particulares que cada país o región
atraviesen. Por momentos existen unas como ideas prevalecientes y un tiempo más
adelante, otras, lo cual es perfectamente normal.
Sin
embargo, lo que está ocurriendo ahora en el mundo entero no es la presencia de
uno o más enfoques diferente sobre los temas cotidianos que hemos enunciado, es
la radicalización en las posiciones, al punto de llegar a verdaderos
fundamentalismos donde cada parte cree tener la verdad y la razón, y, por
consiguiente la única solución posible o conveniente para cierto tema, para el
país y para todos sus ciudadanos. Es decir, la sociedad queda polarizada y si
una sociedad queda polarizada respecto a un tema, significa que se han formado
dos o más grupos de opinión contrarios entre sí, sin ningún punto de encuentro, y es ahí donde comienzan las
rivalidades, las cuales pueden llegar a ser muy enconadas y en algunos casos generadoras
continuas de violencia, discriminación o persecución de personas o entidades.
Ahí
es donde surgen los problemas, cuando aparentemente las personas sienten que
sobre un tema no tienen nada en común con el pensamiento de otros y con esa
óptica juzgan los hechos, lo cual los conduce, primero, a descalificar la
posición del otro y, segundo, al otro mismo, es decir se crea un rechazo por
las ideas del otro, por sus convicciones, su manera de ver las cosas y su
particular forma de actuar frente a ellas. Profundizar o exacerbar estas conductas
conduce a animar pasiones humanas que terminan en generar tensiones y
rivalidades donde los oponentes no son conciudadanos, son rivales que quieren
“aplastar” las ideas del otro y en algunos casos al otro mismo.
Desafortunadamente
estamos llegando a puntos y escenarios de radicalización de tal naturaleza que
se están incubando verdaderas sociedades polarizadas, las cuales acumulan
grandes sentimientos contrarios por muchos y diversos temas y generan el efecto
de “olla a presión” la cual puede estallar si se sobrecalienta, conduciendo a
resultados inesperados, insospechados o inclusive con consecuencias de “no
retorno”.
Veamos
algunos casos, para mencionar sólo unos, en los más diversos temas:
·
En
Estados Unidos las actuaciones del Presidente Trump sobre temas sensibles como
los inmigrantes, la xenofobia racial o la misoginia discriminatoria, son temas
que se han vuelto fuertemente confrontacionales.
·
Las
posiciones proteccionistas en materia de comercio exterior están llevando a que
los acuerdos de comercio mundial se vean afectados y se vuelva a la ola de
encerramiento de las economías. Estos acuerdos se tambalean frente a
confrontaciones tan poderosas como las guerras arancelarias o las retaliaciones
entre países o geografías.
·
Ciertos
nacionalismos de diferentes países del mundo se ha radicalizado, al punto que
se han vuelto sentimientos populistas que afectan las relaciones al interior y
exterior de los países, por ejemplo en caso de Corea del Norte o el de varios
países musulmanes o algunos de gobierno comunista.
·
Los
movimientos políticos de izquierda o de derecha en la gran mayoría de las
naciones y geografías se han radicalizado, de tal forma que de nuevo se
promueve la “lucha de clases” y los radicalismos.
·
Las
diferencias por los acuerdos mundiales sobre el cambio climático, están ahí, en
el centro de la discusión mundial, con consecuencias devastadoras y
posiblemente irreparables.
·
La geopolítica
mundial está cargada de confrontaciones Este-Oeste y Norte-Sur. Estados Unidos
confronta con China, Corea del Norte, Rusia, Irán o Afganistán entre otros.
Israel con Siria y Palestina, o …. los judíos contra los musulmanes, etc.
·
En
otro lado del mundo, por ejemplo, como Latinoamérica, se han creado serias
tensiones con los países de corte autoritario y socialista como Cuba, Nicaragua,
Venezuela o Bolivia, frente a Colombia, Argentina, Chile, México o Perú que son
gobiernos democráticos de corte capitalista.
·
El
narcotráfico que se ha generalizado en el mundo conduce a batallas entre
productores y consumidores, esta es una fuente de muchas violencias y ya
estamos viendo países que autorizan el consumo legal de estupefacientes, mientras
otros lo combaten, como otra evolución de polos contrarios.
·
En
Colombia, para mencionar solo algunas, ni hablar de la polarización política
por el enfoque sobre el Estado y la empresa privada entre izquierdas y derechas,
por un lado, y, por el otro, la aceptación del proceso de paz firmado con las
FARC han conducido a un escenario de radicalización y de confrontación (no
hablamos de la aceptación de la paz en lo cual hay un consenso en el país,
hablamos de la aceptación del acuerdo como fue estructurado y aceptado).
La
conclusión es muy obvia, no solo la religión o la política nos dividen, también
el comercio o los negocios y muchos otros temas no nos están ayudando a
mantener relaciones de mayor tolerancia, equilibrio y convivencia. ¿Qué sigue
en el mundo…, más confrontación?