Comentario 22/10/2018
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
[1] Las siguientes notas son tomadas del curso “Cómo vivir una vida activa y
saludable”, se puede encontrar en www.edx.org
“VIVIR
ES ENVEJERCER Y ENVEJECER ES VIVIR”
Una realidad inevitable en la
vida es la de envejecer, sin embargo y por más natural que sea, es una etapa
que suele llenar los corazones de ansiedad y la mente de inquietud en las
personas que ya van siendo “mayorcitas”. Ansiedad por el temor que nos causa la
disminución de nuestras capacidades físicas y cognitivas, naturales en esta
etapa de la vida, e inquietud por saber si estamos preparados para atravesar
con éxito esta parte del camino y por la aprensión frente a lo desconocido.
En realidad, y como afirman
diferentes autores especialistas en el tema, podría ser la mejor etapa de
nuestras vidas, lo cual dependerá de la disposición para aceptarla y la
voluntad para hacer las tareas necesarias para llenar de plenitud la “anhelada
vejez”. Veamos, entonces, algunas recomendaciones esenciales para una buena
vejez.
Existen cuatro factores
determinantes de la calidad de vida en la vejez, sin perjuicio de comprender
que efectivamente es, por si misma, necesaria la aceptación de niveles de
salud, vitalidad y vigor inferiores a los de nuestras etapas previas, lo cual
es natural e inevitable también, pero perfectamente prevenible y mitigable, si
incorporamos a nuestra mente y conducta de vida las siguientes actitudes y
costumbres:
·
Capacidad
física[2]:
Es vital el mantenimiento de
las capacidades físicas, realizando algún tipo conveniente de ejercicio
aeróbico en forma grupal o individual, desde el simple caminar u otro ejercicio
apropiado a la condición física de la persona, hasta practicar el más exigente
pilates diseñado para un fortalecimiento físico superior, pasando por el yoga
que ayuda al estiramiento, la relajación, la respiración y la concentración.
La elección es de cada quien,
según sus gustos y preferencias, sus capacidades y limitaciones y su
disposición para sacar un rato cada día o al menos tres veces por semana para
mantener una disciplina de actividad física, tal que le permita al organismo
combatir el deterioro de nuestro sistema óseo y muscular que naturalmente se produce
durante la vejez. Lo cierto es que la actividad física mantiene el ánimo, el
vigor físico y la disposición intelectual de las personas, a diferencia de la
vida sedentaria que tiene como consecuencia grandes problemas de salud físicos
y aún mentales. Acompañe su actividad física con una dieta, un medio ambiente y
unas costumbres sanas y… verá los resultados. Evite el acostumbrado “Yo ya
no….” tengo capacidad o disposición para hacer actividad física o intelectual,
esta es una enfermedad recurrente de este periodo de la vida.
·
Capacidad
cognitiva:
Durante la vejez pueden
existir algunos deterioros de nuestras capacidades sensoriales y cognitivas, lo
cual es perfectamente susceptible de combatirse con conductas que permitan
mantener en el cerebro una “vida activa” intelectual. La lectura, la escritura,
la investigación, la asistencia a grupos de estudio, los grupos de amigos que comparten
el disfrutar de juegos o actividades que retan la capacidad mental de las
personas, etc. son buenos ejemplos de cómo combatir el “sedentarismo” mental.
Grandes personajes de la historia narran en su vida que a pesar del menor vigor
físico, pudieron mantener hasta su muerte un enorme vigor intelectual, su fórmula,
muy simple y eficaz, no dejar “morir” el cerebro y retarlo permanentemente con
demandas intelectuales y cognitivas. Rete su cerebro con algo intelectual todos
los días y vuelva esto una costumbre.
Un objetivo de mantener las
capacidades físicas y cognitivas es lograr la auto-suficiencia hasta la edad
más avanzada posible.
·
Afecto
y relacionamiento.
Todos necesitamos de afecto y
cariño, estamos en capacidad de darlo y recibirlo, más en la etapa de la vejez,
y las dos cosas son vitales para el bienestar físico y emocional. Debemos, por lo
tanto, fomentar las situaciones donde el afecto y el cariño estén presentes,
con nuestra familia, amigos, relacionados, en grupos de interés (deportivos,
sociales, culturales, académicos, de hobbies, de labor intelectual o física,
etc.) y realizar también actividades sociales o comunitarias. Cada persona debe
elegir la mejor forma de relacionarse con otros, con la conciencia del dar y
recibir, es decir dar a los demás y recibir de ellos a través del
relacionamiento y del compartir momentos, intereses, actividades y lugares
comunes.
·
Control
de sí mismo.
El mundo que nos toca vivir es
complejo, exigente, demandante y, por momentos, difícil, bien por vicisitudes
nuestras o por las condiciones del entorno en que vivimos. Muchas situaciones
personales en aspectos de calidad de vida o bienestar y algunas tendencias culturales,
medio ambientales y sociales nos generan preocupación, ansiedad, tensiones y
sinsabores. Esas realidades están allí y no podemos cambiarlas a nuestro
antojo, por lo tanto hay que reconocerlas, racionalizarlas, superarlas o
sobrellevarlas a partir de nuestro control personal. Para no dejarnos agobiar
por ellas, necesitamos mente abierta, positiva y optimista, aún en medio de las
adversidades, lo cual depende más de nuestra propia actitud que de la de los
demás.
[2] Se refiere a la capacidad aeróbica (resistencia física), la fuerza, la flexibilidad
muscular y el mantenimiento del equilibrio corporal en las distintas
actividades físicas que realizamos.