Comentario
19/02/2019
LA DIRECCIÓN APROPIADA SIN LA CONTUNDENCIA
NECESARIA
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
El
gobierno de Iván Duque se ha caracterizado por dos cosas singulares: no ha
estado fundamentado en la polarización política, por un lado, y, por el otro,
ha realizado un cambio profundo en las relaciones del gobierno con los demás
estamentos del estado, especialmente con la clase política y el congreso. De
hecho, aunque la polarización política está presente en el país, entre las llamadas
izquierdas y derechas, especialmente frente al modelo de desarrollo económico y
social que el país debe construir y en la aplicación del proceso de paz
celebrado por el gobierno Santos con las FARC, Iván Duque se ha mostrado como
un gobierno conciliador, sin cabida para el revanchismo o los odios políticos
contra sus contradictores u opositores. Pero, por su puesto, con la aplicación
de los principios filosóficos que defendió durante su campaña electoral,
veamos:
La
legalidad ha sido uno de sus
pilares, según el cual “el que la hace la paga”, para combatir especialmente la
corrupción y los diferentes delitos que se enseñorean por el país sin ninguna
sanción. La ejecución de un modelo de desarrollo fundamentado en la iniciativa
privada (el empresarismo), con la defensa del mercado, sin intervencionismos ni
dirigismos estatales, para afianzar el crecimiento y con esto crear nuevas y
diversas oportunidades económicas y sociales. De hecho la reciente reforma tributaria
disminuyó los impuestos estatales a las empresas privadas y estimuló la
inversión en nuevas capacidades productivas, con impulso a las empresas del
conocimiento (economía naranja) como alternativa de diversificación productiva.
Su último pilar de gobierno se colige de los anteriores y es la mayor equidad, no a partir de los subsidios
sino a partir de las nuevas oportunidades y el mayor crecimiento de la
economía.
En
las relaciones internacionales se ha caracterizado por una fuerte defensa de
las libertades democráticas y la independencia de las ramas del poder público, en
oposición, en particular al llamado socialismo del siglo XXI, al estilo
Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Cuba, fomentando relaciones con los países de
Latinoamérica y con el resto del mundo, especialmente con los Estados Unidos.
No le ha temblado la mano para censurar lo que sucede en Venezuela y apoyar a
los venezolanos en éxodo, con los limitados recursos que posee el país,
dándoles amparo y un trato respetuoso y digno.
Al
interior del país ha tenido problemas de gobernabilidad con el Congreso o las
Cortes a partir del hecho de no sujetar sus iniciativas de gobierno al reparto
de cargos públicos o favorecimientos en los presupuestos de gastos o
inversiones del Estado, la llamada mermelada, de allí que iniciativas como la
reforma política, la de la justicia o el combate al narcotráfico hayan tenido
tropiezos y dificultades. Aún las leyes anticorrupción que fueron avaladas a
través de la consulta popular, con cerca de 11 millones de votos, no han
encontrado el camino para convertirse en realidad. También cabe anotar la
inexperiencia política de sus ministros como un factor incidente.
En
el orden público ha hecho notorios esfuerzos por perseguir a las disidencias de
las FARC con resultados significativos, como la muerte de Guacho o de Cadete,
por ejemplo, pero aún sin la contundencia necesaria. Grupos como el ELN han
sido un dolor de cabeza para el país con sus atentados a la infraestructura
(oleoductos, especialmente) y recientemente con el vil atentado a LA ESCUELA DE
POLICÍA, un acto del más canalla terrorismo explicado como una acción de guerra.
Su reacción no se hizo esperar, el Gobierno suspendió cualquier avance en los
proceso de paz con esa guerrilla y solicitó su captura a nivel internacional
(circular roja), lamentablemente sus cabecillas siguen disfrutando del amparo
de Cuba.
En
materia económica es evidente el mejoramiento en el ritmo de actividad del
país, con un crecimiento del PIB esperado para el 2019 de cerca del 3.3%, una
inflación contenida y un nivel de inversión creciente, que paulatinamente
arrojará sus frutos.
Sus
problemas mayores están en el control de déficit fiscal heredado del anterior
gobierno quien se gastó una bonanza petrolera y duplicó el endeudamiento
externo del Estado. Si bien la ley de financiamiento favoreció a la empresa
privada, después de ocasionar mucho ruido en la opinión pública por la eventual
extensión de IVA a más productos de la canasta familiar, debe compensar con un
plan de austeridad y reducción del gasto público, así como de formalización de
la economía para ampliar la base tributaria, todo lo cual forma parte de su
plan de gobierno. Por supuesto, el mayor crecimiento de la economía y el
combate a la corrupción y la evasión ayudarán en mucho al saneamiento de las
finanzas públicas.
Quedan
por resolver los compromiso derivados del acuerdo de paz de Santos-FARC, que
significan una problemática de gestión pública altamente compleja y no del todo
conveniente para el país, lo cual conduce a un gasto público desbordado, se
estima que de este acuerdo se desprenderán gastos por más de 128 billones de
pesos en los próximos quince años, los cuales no están en el presupuesto
nacional. Este proceso se decía centrado en las víctimas, pero éstas no parecen
ser el foco de atención, sí los miembros de las FARC. Parte de estos gastos
incluyen los de la JEP (jurisdicción especial para la paz y la justicia
transaccional), compromiso que apenas comienza y ya causa traumatismos por su
costo, complejidad y principio de aplicación que conduce en unos casos a la impunidad
y en otros a penas cortas y sanciones alternativas diferentes de la prisión
para los culpables de los delitos más atroces sean guerrilleros o militares.
¿De dónde saldrá ese dinero?, nadie lo sabe todavía.
No
en vano el gobierno de Iván Duque está mejorando sus índices de favorabilidad,
desde un modesto 28% con el cual inició hasta un 55% que es su registro más
reciente. Es claro afirmar que su gobierno va en la dirección correcta pero que
aún le falta mayor contundencia en su decisión y acción. Algunos han querido
ver en él a un símil del Presidente Uribe, pero es otro momento y otro el
estilo, que hay que apreciar y respetar, si bien su pensamiento es coincidente.