miércoles, 27 de febrero de 2019

LA PAZ Y LA JEP


Comentario 25/02/2019
LA PAZ Y LA JEP

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo

Dentro del acuerdo de paz firmado por el gobierno Santos con las FARC uno de sus instrumentos principales de implementación fue la creación, por la vía del “fast track”, de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), organismo encargado de juzgar a los miembros de la guerrilla y a los militares participantes en el conflicto armado que cometieron delitos de lesa humanidad, a condición de que revelen la verdad y en contraprestación con la aplicación de penas alternativas reducidas y “restaurativas” así como otros beneficios (no cárcel), con el fin de garantizar supuestamente la justicia, la verdad, la reparación a las víctimas y la garantía de no repetición.

Si bien la JEP ha estado funcionado, a pesar de las dudas fundadas sobre su inclinación ideológica a favor de la guerrilla, y a ella se han sometido un buen número de militares acusados y algunos guerrilleros (no todos), especialmente los cabecillas, ya que se conservan en la lucha armada las llamadas disidencias de las FARC, donde actúan Iván Márquez y el paisa, por ejemplo. Otro ejemplo, el caso Santrich donde la JEP debía validar sobre la ejecución de su delito por narcotráfico después del acuerdo de paz, no lo han querido calificar como tal para su proceso de extradición.

Sin embargo, la JEP requiere de una reglamentación para su funcionamiento, que fue emitida por el Congreso, a quien el correspondía hacerlo y que  ahora es avalada por la Corte Constitucionalidad en su exequibilidad, es decir, en su apego a la constitución. Sin embargo en su trámite la Corte modificó el texto de lo aprobado por el congreso, en favor de consagrar claros  y nuevos beneficios para las FARC, como afirman el Fiscal Martínez Neira y los abogados Jaime Castro y Jaime Lombana, entre otros conocidos penalistas y constitucionalistas.

El texto de estatuto de funcionamiento de la JEP está sometido a la sanción y promulgación del presidente de la República, quien ha dicho que se tomará el tiempo hasta el 11 de marzo que la ley le permite para emitir una opinión, ya no sobre la legalidad que ya lo hizo la Corte, sino sobre la conveniencia o inconveniencia para el país por razones sociales, económicas o políticas, lo cual es su facultad legal. Se afirma en diferentes medios que el presidente tiende rechazarla en todo en parte por inconveniencia, con lo cual regresaría al Congreso para su revisión, reafirmación o modificación y luego, de nuevo a la Corte para su constitucionalidad en lo que fuere modificado por el Congreso para finalmente llegar al Presidente para su sanción y promulgación.

De nuevo el país se ha visto polarizado con las opiniones a favor o en contra de este estatuto como lo aprobó la corte, y de nuevo se habla de los “amigos” y “enemigos” de la paz, siendo los primeros, autonombrados como tales (Yesid Reyes, Juan Carlos Henao y el magistrado ponente en la corte Antonio José Lizarazo, Timochenko y sus cómplices, etc., entre ellos), los que quieren que se sanciona el estatuto por el Presidente como está y los segundos, los autonombrados por los primeros como enemigos de la paz y, además, como guerreristas, que solicitan que se la objete y se la modifique. El Fiscal ha sido el primero en enviar una comunicación al Presidente y a la opinión pública advirtiéndole de las graves inconveniencias que para la propia paz y para el país tendría el Estatuto como hasta ahora la Corte lo ha aprobado.

Y no es para menos, las objeciones del Fiscal y de muchos grupos de opinión pública centran la atención en los siguientes aspectos aprobados por la Corte:

1.    Para los llamados delitos continuados como el secuestro o el homicidio o los de de ejecución permanente como el narcotráfico cometidos por los guerrilleros después del 1° de Diciembre del 2016, para los cuales se les conservarían los beneficio de la JEP, la no extradición y en el caso de los que nos son máximos dirigentes de las FARC, es decir, la “guerillerada”, aún su no juzgamiento. Con esto quedaría libre Santrich y no sería extraditado.
2.    Se plantea que para los delitos que vayan a ser asumidos por la JEP deben suspenderse las investigaciones, inhibiendo la labor de la fiscalía para encontrar nuevas pruebas o nuevos delitos, como por ejemplo lo mencionados, así como la no entrega de armas, recursos económicos o cultivos ilícitos. Quedarían sin investigación los más de 360 casos de guerrilleros que ya están siendo investigados por delitos de extorsión, secuestro, homicidio y narcotráfico.
3.    Se indica que la JEP sólo juzgará a los máximos responsables, sin definir quiénes son, primero, y segundo, dejando de lado los delitos de lesa humanidad o atroces cometidos por los guerrilleros rasos, como sería el caso del Club el Nogal en Bogotá.
4.    Se pretende además que los delitos sexuales contra menores de edad (niños y niñas) cometidos por miembros de las FARC sean también juzgados por la JEP, cuando lo acordado es que son delitos para la justicia ordinaria y que no pueden ser considerados como delitos de guerra.

Como en el caso del acuerdo de paz, donde se otorgaron enormes concesiones, privilegios, beneficios, penas reducidas y alternativas, exoneraciones y garantías a las FARC a cambio de la llamada paz, el Estatuto de la JEP aprobado por la Corte Constitucional  consagra nuevos beneficios e impunidad para los miembros de las FARC. ¡Qué horror!, de nuevo se entrega el país a la causa de la guerrilla y por los acuerdos, negados en el plebiscito pero impuestos por el gobierno Santos y sus aliados en el Congreso a punta de “mermelada”. La guerrilla en realidad no se ha desmovilizado por completo, no ha entregado todos sus bienes y armas, y en muchos casos a seguido delinquiendo o narco traficando. Según información de El Tiempo, del 21 de febrero de 2019, sólo se han logrado recuperar el 1% de los inmuebles entregados por las FARC, muchos de los cuales se encontró que eran lotes baldíos de propiedad del Estado. La Fiscalía ya ha encontrado nuevos bienes de las FARC no declarados por más de 2 billones de pesos.

De nuevo hay que rodear al presidente Duque cuando afirma que le buscará que los acuerdos de paz y el Estatuto de la JEP conduzcan a una genuina paz, justicia, reparación y garantía de no repetición.

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