Comentario
4/03/2019
EXPECTATIVAS SOBRE VENEZUELA
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y
Administrativo
Los acontecimientos de los últimos años sobre la evolución de los aspectos políticos, económicos, sociales y de relaciones exteriores en Venezuela, los cuales han producido como resultados en: lo político un gobierno dictatorial que ha asumido todos los poderes del Estado, que persigue a sus opositores, que restringe las libertades de opinión y que fue reelegido en forma fraudulenta, como ya lo reconocen más de 70 países, con el rechazo al gobierno de Maduro y la aceptación del gobierno interino de Juan Guaidó, persona hasta ahora desconocida, pero con gran fuerza y liderazgo, quien ha aglutinado la oposición nacional e internacional en un solo frente de opinión y acción. En lo económico, una destrucción de su base productiva industrial, energética, comercial agropecuaria, financiera y de servicios que conducen a que el PIB del país sea hoy el 50% de lo que fue hace 5 años y a que ya no exista una base empresarial privada sólida y solvente para dinamizar la economía, con una moneda super devaluada (ya no tiene valor de cambio), una hiperinflación galopante, estimada en más de 2 millones por ciento para este año 2019 y la disminución al 30% de sus reservas en oro y divisas. Y, finalmente, en lo social un éxodo de venezolanos a toda Latinoamérica (estimado en más de 3.5 millones de ciudadanos), especialmente a Colombia, ante el desespero por la carencia de alimentos, medicinas, empleo y servicios básicos.
En el caso de las relaciones
internacionales de ese país su situación lo ha conducido a un rechazo de la
comunidad mundial a la dictadura y al modelo de gobierno autocrático de Maduro,
quien apoya, además, a las guerrillas de Colombia, permite el lavado de activos
y facilita el narcotráfico. Como consecuencia, Venezuela hoy soporta un cerco
diplomático y económico, especialmente por parte países tales de Colombia,
Chile, Brasil y Estados Unidos y todos los que forman parte del Grupo de Lima.
Con Colombia, con quien comparte una frontera viva de más de 2.000 Km, rompió
relaciones económicas, comerciales y diplomáticas recientemente. Mención
especial merece el deterioro de la producción petrolera, que es la base de su
economía, al pasar de 3.5 millones de barriles diarios a menos de 1 millón,
luego de entregar millones de barriles en subsidio a países como Cuba,
Nicaragua y algunos del Caribe para afianzar su posición política. Esto es
consecuencia del deterioro de los procesos de explotación, exploración y
refinación de PDVSA, su empresa petrolera, que otrora fue considerada modelo en
el mundo.
Todo lo descrito ha sucedido
mientras, simultáneamente, el gobierno de Maduro establecía grandes lazos
económicos, geopolíticos y estratégicos con China, Rusia, Turquía e Irán,
resultado de los cuales hoy se tiene en Venezuela centenares de asesores
militares, educativos, médicos y diversos funcionarios de origen extranjeros
comandando aspectos sensibles de su funcionamiento, como, por ejemplo, la
seguridad interna con los comandos Chavistas. Además, de adquirir una fuerte
deuda externa con los dos primeros mencionados, pagadera en petróleo y
contratos de inversión para explotación de minerales, especialmente el coltán,
mineral escaso en el mundo y singularmente
sensible a los desarrollos de aparatos tecnológicos.
Los recientes hechos del
ingreso de ayuda humanitaria al país a través de Puerto Rico, Colombia y Brasil
han resultado en un fracaso en lo humanitario, pero un éxito político en el
desprestigio del gobierno de Maduro, ante todo tipo de países y entes
multilaterales. Todos esperamos, por supuesto, que la caída de ese régimen de
opresión sea pronta, por la presión económica y diplomática, por la reacción
del pueblo en completo desespero y aún de muchos miembros de sus fuerzas
armadas, quienes no están de acuerdo con
ese gobierno. Sin embargo, hay suficientes razones para pensar que esto
no va a suceder muy rápido, especialmente por los intereses de las potencias
extranjeras que lo apoyan, por los colectivos, por los infiltrados extranjeros y
por la falta de disposición para un diálogo o una negociación, tal que propicie
su salida en forma pacífica para citar a nuevas elecciones, como se explica a
continuación. Hay que anotar que los cinco esfuerzos de diálogo anteriores
fueron un fracaso, ya que no fueron diálogo sino imposición de las posiciones
de Maduro y su camarilla, lo cual
condujo a una severa desconfianza por parte de la oposición.
Lo primero que hay que decir
es que no se avizora como solución una salida militar, pues podría convertirse
en un conflicto con intereses no solamente regionales sino mundiales, frente a
lo cual creo que nadie querrá tocar ese avispero de no ser la ultimísima carta
necesaria por jugar. De una situación como esa, Colombia podría salir muy mal
parada en el ataque a su infraestructura, aun contando con el apoyo de USA, por
la superior capacidad de la aviación de Venezuela (a la que armó fuertemente
Chaves). Para los países que actualmente soportan a Venezuela, en realidad su interés no es defender la
revolución de Maduro, sino preservar un acceso privilegiado al mar
Caribe, a sus recursos naturales, su
capacidad de producción de alimentos, por supuesto, su petróleo y defender sus acreencias
y contratos, los cuales, muy posiblemente, no serían aceptados por un nuevo
gobierno, tal como fueron elaborados.
A Venezuela la interesa
exportar su problema a través del éxodo de su población y sacarlo literalmente
fuera del país, lo cual supone un grave problema humanitario, económico y de
capacidad de atención, que no puede resolverse fácilmente en el corto plazo,
creando una presión social enorme por todo tipo de servicios (educación, salud,
vivienda, alimentación, recreación y ubicación) y por demandar nuevas fuentes
de trabajo, que compiten con la oferta laboral local. Aunque tengamos
disposición de ayudar solidariamente a los venezolanos exiliados, el tamaño del
problema que nos toca afrontar es enorme y no estamos preparados para superarlo.
Venezuela ha generado inmensa
riqueza para los funcionarios vinculados al Gobierno de Maduro por
aprovechamiento de rentas del Estado y por el favorecimiento del narcotráfico,
la guerrilla, el lavado de activos y la trata de personas. Es previsible que
sus dirigentes actuales, al caer el gobierno, vivirán felices en otros países,
que los reciban y que no los juzguen, porque van a disfrutar su enorme riqueza.
Sin embargo siempre estará la Corte Penal Internacional para juzgarlos. En este
grupo se encuentran los mayores dirigentes políticos, y la cúpula militar, los
cuales ya tienen su “solución” y poco les importa el resto de la población,
pues se atreven, descaradamente, a decir que allá no hay crisis humanitaria, ni
hiperinflación, ni destrucción de su moneda, ni escasez, que lo del éxodo es un
montaje y que todo se debe a la guerra económica del capitalismo contra el
gobierno socialista de Maduro.
En estas circunstancias,
espero estar equivocado, pero no parece haber un escenario inmediato favorable
al cambio de régimen en Venezuela, de facto o negociado, para facilitar el
establecimiento de un gobierno democrático liberal, con el respeto a la propiedad
e iniciativa privada, respetuoso de la separación de los poderes públicos, la
constitución y de las plenas libertades ciudadanas, con elecciones libres,
transparentes y supervisadas por la comunidad internacional. Por otro lado, el
proceso de recuperación de Venezuela, aún con un cambio de gobierno, probablemente
tardará varias generaciones. Será un largo camino que también afectará a
Colombia y Latinoamérica, por la enorme relación familiar, económica, política
y social que hemos tenido y tendremos con ese país vecino.