martes, 20 de agosto de 2019

LA CULTURA CIUDADANA Y LA MUNICIPALIDAD


Comentario 20 de Agosto de 2019

LA CULTURA CIUDADANA Y LA MUNICIPALIDAD

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo.

En muchas de nuestras ciudades colombianas esta cambiando la cultura y las costumbres ciudadanas para adaptarse a las nuevas formas de desenvolvimiento de la cotidianidad, tales como los nuevos sistemas de transporte, las formas alternativas de comunicaciones telefónicas, los ordenamientos legales recientes, los avances tecnológicos (por ejemplo los celulares con sus potentes y diversas capacidades), la conciencia ambiental, los problemas cotidianos de largas filas de espera en sitios de amplia circulación o en sitios de atención especilizada, etc.

La cultura ciudadana está formada por los principios, valores y normas que acatan y respetan los ciudadanos de una municipalidad para el buen funcionamiento de la sociedad y para disponer de mayor bienestar en su vida cotidiana. No cabe duda que la cultura ciudadana ha mejorado en los últimos años y que en muchas ciudades hay pruebas evidentes. Esta cultura surge a través del tiempo, con la experiencia repetida por los habitantes frente a un hecho o situación, por lo cual, paulatinamente, se vuelve una introspección para cada ciudadano y se incorpora a la conducta de su comunidad.

Por supuesto, la cultura de cada municipalidad es diferente y en buena medida es influida por las propias condiciones de vida y, viceversa, la cultura influye en las condiciones de vida. No es lo mismo, por ejemplo, la cultura antioqueña que la costeña, la llanera o la valluna, como es apenas obvio. Cada una está imbuida por el ambiente, las costumbres, la geografía, la historia, la educación, el desarrollo y las maneras de ser y de pensar de sus habitantes.

Quiero resaltar en este comentario algunas culturas que han cambiado para bien y otras para mal, veamos:

PARA BIEN

·         El uso de transportes alternativos.
Es magnífico el hecho de que cada vez más ciudadanos, especialmente, pero no únicamente, las poblaciones jóvenes, estén usando medios de transporte alternativos como la bicicleta, las patinetas y diversas infraestructuras de transporte público, evitando con esto el uso de vehículos particulares, que tanto demandan en infraestructura de vías, en consumo de combustibles, en efecto ambiental y en enormes congestiones. Las autoridades favorecen y han creado facilidades urbanas de señalización en las vías para dejar carriles exclusivos para el uso de estos vehículos alternativos. Desafortunadamente estos carriles están siendo invadidos por conductores de motos irresponsables, carretillas o por peatones descuidados. Los peatones al andén y las motos y carretillas a las vías, esta es una parte de la cultura ciudadana que aún se debe afianzar.

Frecuentemente, y como consecuencia de lo anterior, lo que se está creando es una insuficiencia de sitios de parqueo de los vehículos y, lamentablemente, más calles no vamos a tener, tampoco es frecuente disponer de sitios que puedan habilitarse como parqueaderos y el número de vehículos crece todos los días. Además, soluciones alternativas como los pasos elevados o los deprimidos son tan costosas y de tanto tiempo en su construcción que no son una solución viable para cada lugar de congestión. También, y paulatinamente, la congestión, la polución, el costo de los combustibles, los seguros (Soat y daños), los impuestos al transporte vehicular, el costo de los automóviles están obligando a que usemos la movilidad alternativa y no los automóviles.

·         La conciencia ambiental.
Qué bueno ver a las personas preocupadas por el reciclaje, por evitar basuras en el andén o escombros mal dispuestos, así como por el cuidado de las fuentes de agua o el uso prudente de factores escasos como el agua o la energía o de evitar el empleo de elementos contaminantes. Sin embargo hay que hacer más exigentes las normas de revisión técnica de los vehículos, ya que se ven por la calle, verdaderas carros-chimenea, de alta contaminación.

·         Dar paso al peatón y las normas de tránsito.
Es muy grato ver cómo cada vez más los conductores de vehículos ceden el paso a los peatones en las esquinas, para facilitar su cruce, así como en el cumplimiento de las normas de tránsito sobre parqueo de autos, zonas de circulación prohibidas, límites de velocidad, etc. De nuevo, especialmente las motos, son grandes ausentes en el cumplimiento de las normas, no es raro ver, día a día, muchos accidentes de motos, por sus excesos de velocidad o su incumplimiento de las reglas de tránsito. Cabe decir que los medios de transporte alternativos igualmente deben someterse al cumplimiento de las normas de movilidad y señalización.

·         Apoyar al visitante.
Colombia se ha vuelto un país turístico por razones de conocimiento, diversión, comercio, salud o educación, con lo cual vemos más y más visitantes cada día, quienes requieren de orientación y buena atención. Sería importante incorporar a la cultura de hospitalidad de los colombianos, la conciencia de ayuda y apoyo al visitante. Ellos lo agradecerán y la ciudad progresará.

PARA MAL

·         Las hordas de motos y su forma de conducción.
Si bien alabamos las motos como solución de transporte económico, versátil y de gran utilidad, debemos censurar la conducta de los conductores que cada vez más aparecen como “rápidos y furiosos”, creando situaciones de peligro para todos los conductores y peatones, y para ellos mismos. ¿Será posible contar con conductores motorizados con conciencia ciudadana, con respeto y prudencia por los demás, y no como bólidos desesperados, sin ninguna consideración por los otros?

·         El arrojar basuras al piso.
Aunque cada vez hay mayor conciencia de mantener las ciudades limpias y aseadas, en lo cual ayudan muchísimo las amas de casa, los negocios formalizados y los propios ciudadanos apoyados por las empresas de aseo y de recolección de basuras, que bueno sería acabar de ganar la conducta de mantener un suelo limpio, sin papeles u objetos arrojados en lugares públicos, con basuras depositadas en cualquier sitio y escombros arrumados en las vías.

·         El sonido en volúmenes perturbadores.
Los pitos de los vehículos, los parlantes en las casas, las bocinas con alto volumen de los vendedores ambulantes, la música en las calles, en los sitios de comercio y en los restaurantes con alto volumen, los cuales perturban la tranquilidad pública. En esto hay mucho por hacer, pero se puede, es cuestión de ser conscientes de nuestro entorno y los derechos de los demás.

·         El abuso del espacio público.
Este sí que es un problema mayúsculo, muchas personas con el ánimo del “rebusque” convierten cualquier lugar del espacio público en los más inverosímiles puntos de comercio: empanadas, arepa de huevo, de chócolo, de mote, jugos y frutas, tamales, “guanabanol”, “bolis”, vive 100, todo a mil, loterías y concursos, colectas, ventas de variedades, carretas con frutas, puestos de relojería, zapatería, mecánica, “segundazos”, oferta de servicios o de promociones comerciales, “gaminismo”, mendicidad, etc., etc., etc. El espacio público en zonas de alto flujo de personas se ha vuelto un caos, ni hablar de los semáforos, hoy llenos de venezolanos-colombianos pidiendo una moneda y cada vez más agresivos. Es claro que obedece en parte a los niveles de pobreza nuestros y al éxodo venezolano (a quienes debemos apoyar con solidaridad, pero en forma organizada), pero también, los hay que son verdaderas empresas informales, de explotación de personas, con empresario a bordo y toda una organización para aprovecharse del espacio público y abusar explotando los más débiles.

Esta situación es bien difícil para las autoridades, pero algo se debe hacer: lugares habilitados, zonas demarcadas, “carnetización”, sitios especializados, educación y apoyo, promoción de normas y regulaciones, supervisión por sistemas de adaptación y trabajadores sociales y en último término por medidas policivas (sanciones y arrestos), que en algún momento también son necesarias.

En fin, un lugar más ciudadano y con una mejor municipalidad es una aspiración justa y necesaria para cualquier comunidad.

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