miércoles, 14 de agosto de 2019

ASÍ ES MUY FÁCIL


Comentario día 14/08/2019
ASÍ ES MUY FÁCIL
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.

Bajo el título de “DEJAR LA PAZ EN PAZ” el ex presidente y nobel Juan Manuel Santos (JMS) publicó en el diario El País de España un comentario en el que se refiere, de nuevo, al proceso de paz en Colombia y su implementación por el Presidente Iván Duque, en los siguientes términos:

“Siempre se ha dicho que para lograr la paz se requieren dos fases: la primera es hacer la paz, hacer las paces, dejar de matarse. La segunda es construir la paz, lograr una verdadera reconciliación, dejar de odiarse. La segunda fase es más difícil y toma mucho más tiempo”.
Califica a su vez, que la primera fase la cumplió su gobierno con éxito después de seis años de negociación con las FARC para tener un acuerdo y que la segunda le toca al nuevo gobierno. Parece muy simple la afirmación y la manifestación que el ex presidente emite sobre las dos fases y el amplio despliegue  sobre los logros de su gobierno, sin embargo veamos algunos comentarios sobre sus realizaciones:

El acuerdo de paz con las FARC:

Firmado en diciembre del 2016, contiene las pretensiones de la solución de  grandes problemas del país, en seis temas puntuales:

·         Trasformación del campo: relacionado con la reforma rural integral.
·         Apertura democrática para construir la paz: sobre la participación política y las garantías a la oposición.
·         Verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición: sobre la reparación a las víctimas y la justicia transicional (JEP).
·         Economías ilegales asociadas y el consumo de sustancias sicotrópicas: relacionado con la erradicación de los cultivos ilícitos.
·         Cese al fuego y dejación de armas: para afianzar el fin del conflicto.
·         Acompañamiento: para la implementación, verificación y refrendación.

El acuerdo ha sido alabado por diferentes países para los cuales es un logro ejemplar para todo el mundo, dado que después de 50 años de conflicto armado se logró su firma. También, muchas corrientes de opinión ciudadana lo han calificado como un acierto, sin embargo, un porcentaje muy alto de colombianos lo ha rechazado por conducir a situaciones de premio, privilegio e impunidad para los miembros de las FARC si bien sus delitos de lesa humanidad, el narcotráfico, el lavado de activos, los delitos sexuales, de secuestro y de reclutamiento de menores, con una amplio etc. de otros delitos. Especialmente se considera sesgado e inapropiado en el tratamiento favorable que han tenido en su elegibilidad política sin pagar ninguna pena y la protección que en todo momento ha tenido con ellos la Justicia Especial para la PAZ (JEP), la cual fue creada y constituida por miembros con marcada favorabilidad por la causa de la guerrilla, la cual aplicará penas llamadas restaurativas, que aún el país no sabe cuáles son, pero lo que sí se conoce es que no serán privativas de la libertad. Especialmente las partes del acuerdo presentadas en negrilla en el texto anterior han sido objeto de duros cuestionamientos en su conveniencia y/o en su viabilidad.

Además de la impunidad y los problemas de justicia, verdad, no repetición (seguimos en combates en muchos lugares,  por las llamadas disidencias)  y reparación, específicamente, la mayor objeción está en que el acuerdo se firmó sin consideración alguna sobre los recursos necesarios para llevarlo a cabo y la capacidad real del Estado (el país) para ponerlo en marcha a partir de sus desbalanceadas finanzas públicas, caracterizadas por un persistente déficit fiscal y un significativo endeudamiento público interno y externo.

Las estimaciones sobre su puesta en marcha y ejecución hablan de cifras cercanas a los 125 billones de pesos, en los próximos quince años, lo cual, por supuesto, no fue presupuestado por el Gobierno de Juan Manuel Santos. Apenas ahora se incluyeron estos compromisos como parte del plan de desarrollo del gobierno Duque, el cual ya, por sí mismo, estaba carente de una completa financiación y ni hablar al incluir las cifras de la paz.

En otras palabras en el acuerdo de paz se “ensilló sin traer las bestias”, es decir, sin contar con los recursos. Para Juan Manuel Santos lo importante era firmarlo, a como diera lugar, era necesario para su nobel de paz, pero al país se le comprometió en cifras inalcanzables, no financiadas. El gobierno Duque ahora tiene que ejecutarlo (la parte más difícil, según el mimo JMS) y no hay de dónde. Los solos gastos corrientes del Estado Colombiano en su funcionamiento y sus compromisos con la salud, la educación, las pensiones, el agro, la inversión pública en infraestructura y en el bienestar ciudadano, desbordan las finanzas del Estado.

Por supuesto, la paz como norma de convivencia y garantía para la estabilidad y el progreso económico y social, es un postulado en el cual toda la ciudadanía está de acuerdo, pero el ciudadano no es consciente de dónde saldrán los recursos. Además, no puede pensarse que se saque parte de los presupuestos para la salud, las pensiones, el agro o la educación, por ejemplo, para financiar las necesidades de la paz en cuanto a proyectos productivos, reinserción de combatientes, indemnización a las víctimas (lo que no ha hecho las FARC), capacitación e inversión social, vías terciarias y de infraestructura en las zonas de conflicto, muchas de ellas apartadas o de difícil atención. Todos gastos e inversiones convenientes y necesarias, por supuesto.

Todo esto es un gran dilema para el Gobierno Nacional, ¿cuáles son su prioridades ante una escasez manifiesta de recursos para el funcionamiento del país y  ahora para el desarrollo del proceso de paz? Fue muy fácil para Juan Manuel Santos firmar el acuerdo, sabiendo que no le tocaría la segunda fase de la paz: su puesta en marcha y su funcionamiento. Así es muy fácil ganarse un premio nobel y ser reconocido en todo el mundo.

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