martes, 6 de agosto de 2019

¿ES MALO CRECER AL 3.1%?


Comentario día 06/08/2019.

¿ES MALO CRECER AL 3.1%?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.


Con motivo del cumplimiento del primer año de gobierno del Presidente Duque se ha desatado una ola de evaluaciones sobre lo favorable y lo desfavorable de su mandato. Entre los puntos negativos se ha ubicado, por parte de algunos, el crecimiento económico del PIB del 3.1% esperado para este año, después de la revisión hecha por el propio gobierno y las agencias nacionales y extranjeras de investigación económica, el cual se situaba, a finales del año pasado, en una expectativa del 3.5%. El propio Banco de la República de Colombia hizo recientemente la misma revisión.

Lo primero que hay que decir es que el entorno económico mundial se ha ido enrareciendo cada vez más en los últimos años, hasta llegar a un punto crítico el en estos momentos, dado el pobre desempeño de la economía mundial con crecimiento esperado de cerca del 1% o inferior. No más en Latinoamérica son candidatos a un muy bajo crecimiento México (casi en recesión), Argentina, Brasil, Venezuela y algunos países centroamericanos. Se salvan muy pocos, cuyo crecimiento puede considerarse notable dadas las circunstancias que se atraviesan en la economía mundial. Se destacan Chile, Perú y Costa Rica como los de mejor desempeño, superior al 4% anual y a renglón seguido Colombia.

¿A cuáles circunstancias adversas nos referimos en la economía mundial? Nada más y nada menos que a la guerra comercial entre USA y China, los dos grandes gigantes de la economía, la inversión y el comercio mundial. Eso, por supuesto, creará una ola de distorsiones en el comercio de todos los países, algunos saldrán muy mal librados y, otros, curiosamente, beneficiados, por no depender tanto su economía del frente externo. Hay otros fenómenos como el Brexit (salida del reino Unido de la Unión Europea) o las presiones políticas y de guerra en varios lugares del mundo, las cuales están al orden del día. La geopolítica mundial está, de nuevo, en una situación de olla de presión: una guerra fría creciente entre las potencias, los fenómenos de migración desde países pobres hacia economías desarrolladas, las retaliaciones comerciales, el desmoronamiento de los acuerdo mundiales por la posición de USA de retirarse de ellos, el fenómeno del proteccionismo y grandes corrientes de nacionalismo, todo lo cual pone un piso a la baja dinámica económica mundial.

Entre los beneficiados está el caso de Colombia cuyo crecimiento se fundamenta más en la demanda interna que en la externa. Esto, que parece un factor positivo, esconde la cruda realidad de Colombia como país exportador, prácticamente nuestras exportaciones se circunscriben a productos de minería (hidrocarburos) y algo del campo (flores, café, frutas), lo demás es muy poco, denotando la liviandad y la falta de competitividad de la industria colombiana en el contexto mundial. Sin embargo el turismo y el uso de servicios profesionales, especialmente en el campo médico, utilizados por parte de persona extranjeras que prefieren los de Colombia, hoy nos ayudan mucho a que el déficit de las cuentas externa del país no sea superior.

¿Entonces, Colombia por qué crece al 3.1%?, por su mercado interno el cual ha sido dinámico y creciente, conformado especialmente por cerca de 23 millones de ciudadanos que forman su clase media, con familias educadas y con visión de futuro, para creer en el país y en sus posibilidades, a pesar de su problemas, que no son menores como el desempleo y la desigualdad. Para el 2018, en Colombia todos los renglones de su economía estaban creciendo, algunos poco como el sector agropecuario con sólo el 0.3%, pero otros en forma muy dinámica como las actividades profesionales y técnicas que crecían al 5%. El año pasado el único sector que decreció en 0.8% fue la minería, sometida a los vaivenes de los precios de las materias primas y los productos primarios (comodities), es decir, sin valor agregado.

Colombia logró remontar el mal desempeño del Gobierno Santos quien para el año 2011 tenía un crecimiento del PIB del 6.7% y lo entregó en el 2017 en sólo el 1.4%, para llegar en el 2018 al 2.7%. No puede ser tan mal mirado, entonces, un crecimiento esperado del 3.1% para la economía colombiana durante este año. Sí lo logramos, será un éxito, en medio de las adversidades de la economía mundial y de las nuestras, como los paros, el cambio climático, el narcotráfico, el proceso de paz, el cierre de la vía a llano, los déficit fiscal y externo heredados del anterior gobierno y la férrea polarización política, entre otras muchas cosas que invitan al pesimismo exagerado. Nos levanta el ánimo el éxito de nuestros deportistas y la voluntad de sacar al país adelante.

Por supuesto el crecimiento del 3.1% del PIB, esperado para el año 2019, no es un desempeño suficiente para apoyar el logro de mayores realizaciones en nuevas inversiones, en empleo, en progreso y en menor pobreza, a través del mayor crecimiento que es quien finalmente crea nuevas oportunidades. Colombia debe y puede crecer más, a ritmos cercanos al 4 o 5% para lograr esos objetivos. La motivación que surge del convencernos de nuestra capacidades, potencialidades y posibilidades es necesaria para evitar el derrotismo que parece ser el único pensamiento de algunos dirigentes, de políticos y de empresarios dependientes e independientes que demandan soluciones y subsidios de la “teta” del Estado sin hacer primero la tarea de sus retos ante el país. ¿Por qué será que los inversionistas extranjeros creen tanto en Colombia y los colombianos no? Hay mucho por hacer, pero, se puede hacer, con voluntad y convicción, creyendo en Colombia.

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