Comentario 06/04/2020
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
En Octubre de 2014 la revista Semana publicaba en su portada Nro. 1694:
“¡ATAQUE DE NERVIOS!.
El petróleo en picada, el dólar disparado, las bolsas en crisis, el ébola y las
guerras tienen el mundo económico con los pelos de punta”.
Efectivamente en 2014
se presentó un escenario económico y geopolítico como el que el titular
describió, si bien las razones o causas finales en ese entonces no son
exactamente iguales a la situación que estamos atravesando actualmente, los
fenómenos económicos, sociales y comerciales si tuvieron semejanzas. Bastaría
que cambiáramos en el titular el ébola, el letal virus de ese entonces, por el
coronavirus, Covid19, el actual y el titular cobraría vigencia hoy.
Para le época, el ébola
se presentó esencialmente en varios países de África, pero tuvo sus
manifestaciones en otros países, especialmente en Europa (Reino Unido, Italia,
España, principalmente), y en América, en Estados Unidos, fundamentalmente. El
escenario económico se enrareció tanto por esta pandemia y la situación de baja
en los precios del petróleo que se afectaron los crecimientos económicos de los
países, en general, De hecho las expectativas, de todos los organismos de
análisis económico y de financiación en el mundo, eran de un fuerte
decrecimiento, como en efecto ocurrió. Hay que decir, que para ese momento, la
caída del barril de petróleo era un fuerte descenso (+ del 20%) desde 110
dólares hasta cerca de 80 dólares por barril, muy lejos de los cerca de USD$30
por barril de hoy[1].
Curiosamente, el día 3
de Abril del 2020, el periódico El Colombiano publica en su edición: “África pasa
la página de la epidemia del ébola”, anunciando que la última paciente acaba de
ser dada de alta y que no se han registrado nuevos contagios. Este virus se
derrotó cuando los pacientes fueron confinados a sitios especiales de
tratamiento, las familias presionadas a quedarse en casa, se desarrolló una
vacuna y se dispone de un control sobre la potencial transmisión, de nuevo, por
los animales domésticos, donde se originó el primer contagio.
Sin lugar a dudas, la
crisis del Covid19 es aún más grave que el escenario de 2014, porque su capacidad
de trasmisión es enorme y su letalidad, de peligro, prácticamente ya está presente
en todos los países del mundo, conduciendo a una crisis de salud y económica de proporciones inconmensurables,
si no se logra controlar la pandemia con el aislamiento de las personas, el cierre de fronteras de los países (aéreo,
marítimo y terrestre), y se encuentra una solución médica como una vacuna o un
tratamiento eficaz. Sumado, también, el efecto psicológico de gran temor y
ansiedad en todas las personas.
Este contagio y las
razones geopolíticas mencionadas, están paralizando el comercio, el turismo,
los negocios, las inversiones a nivel mundial y ni se diga al interior de cada
uno de los países, unos más que otros, pero en cada cual se está presentando
una parálisis económica que inevitablemente llevará a una recesión de grandes
proporciones y de larga duración. Sigue un escenario de desespero, incapacidad,
insuficiencia de recursos, desempleo, deterioro de las finanzas públicas en
todos los órdenes, nacional, regional y municipal, cierre de instituciones y
empresas, y deterioro general de la calidad de vida de los ciudadanos,
incluidas mayor pobreza y hambre por falta de actividad económica.
La pregunta que nos
toca examinar es ¿qué puede suceder en Colombia? Vamos a anticipar unos
comentarios, aunque la incertidumbre con la gravedad del coronavirus los puede profundizar,
estos son algunos de los riesgos previsibles en Colombia:
·
Alta devaluación y su impacto en el comercio
exterior, disminución de importaciones y un probable aumento de exportaciones,
si el comercio mundial se reactiva.
·
La deuda externa pública y privada se elevan
sustancialmente por el valor del dólar.
·
La transmisión de la inflación importada por el
precio de los productos que se importan.
·
El déficit fiscal se aumenta por el mayor valor
de la deuda externa y el servicio de la misma.
·
El precio del petróleo excesivamente bajo y su
impacto en las finanzas públicas, que dependen fuertemente de este precio.
·
El deterioro de la capacidad de compra, pago e
inversión de las empresas y personas por mayor devaluación y la mayor
inflación: Disminuye PIB/cápita.
·
El desempleo y la informalidad continuarán
altos, dado que no habrá generación de nuevos empleos y probablemente las
empresas en debilidad cesen parte de su personal.
·
Disminución de la demanda agregada en muchos
sectores.
·
Necesidad de aumento en la tasa de interés para
defender el peso colombiano.
·
Menor dinámica económica: construcción,
infraestructura, minería (carbón y petróleo, especialmente), industria,
turismo, restaurantes, diversión, algunos servicios, etc.
·
El consumo privado será lento, con impacto en
el crecimiento económico.
·
Aumento del riesgo global de la economía del
país y por tanto de los sectores económicos y de los particulares. Ya, de hecho,
las calificadoras de riesgo nos rebajaron la calificación y nos otorgaron
perspectiva negativa, aunque Colombia aún no ha perdido el grado de inversión,
se evaluará de nuevo luego de la pandemia.
·
Afectación de la posición económica de los
hogares por debilidad en los ingresos y sobreendeudamiento.
Sin embargo Colombia
también tendrá algunas oportunidades:
·
La importancia del consumo interno y de las
clases media-media y media alta, ya que este consumo defiende la economía de
una recesión extrema.
·
Sectores exportadores con beneficio por tipo de
cambio.
·
Menores costos transaccionales por mayor oferta
que demanda y mayor desarrollo y uso de servicios virtuales y a distancia.
·
Integración de ofertas comerciales de proveedores
diversos.
·
Oportunidades de compra de bienes que caigan de
precio.
·
Las empresas de servicios (educación, salud,
recreación, la mayor parte a distancia, etc.), por no ser bienes transables,
continuarán con una buena dinámica.
·
Menores márgenes de operación que pueden
compensarse con mayor eficiencia y productividad
El escenario es muy difícil y nadie sabe dónde vamos a parar y cómo vamos a quedar en materia de salud, económica, institucional, social y gubernamental, lo cierto es que la recesión económica es inevitable. Se requieren más servicios compartidos, más coopetencia (cooperación entre competidores), menos competencia, es momento de integración y no de división, de unión de esfuerzos y no de intereses individuales. Se necesita, además, un claro derrotero de las prioridades nacionales para la recuperación, para “todos remar para el mismo lado”, como afirmó recientemente el Papa Francisco. Sin embargo, hoy vemos a cada sector, organización, región y parte interesada, pidiendo recursos del Estado para superar su problema individual. ¿Si el 2014 nos recuperamos, no seremos capaces, con gran conciencia de país y de solidaridad, salir adelante en el 2020?, yo creo que sí, aunque nos tome varios años.
[1] Para
Colombia, por ejemplo, un precio de USD$80 por barril sería una “bendición de
Dios”, pero de USD$30 por barril es un desastre que compromete severamente los
planes de Ecopetrol, la exploración y la explotación de petróleo, las regalías
de los municipios y las finanzas públicas, todo lo cual produce un impacto
económico y social totalmente regresivo. Prácticamente a ese precio no es
costeable la explotación del petróleo colombiano.