lunes, 7 de septiembre de 2020

LA ANDANADA DE LA IZQUIERDA RADICAL

 Comentario 7/09/2020

LA ANDANADA DE LA IZQUIERDA RADICAL

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

En los últimos 20 años, la confrontación política en Latinoamérica se ha vuelto demasiado álgida pues el péndulo ha oscilado desde una gran influencia de la izquierda hasta una contraria de la derecha, como es el caso, en el momento actual, de los gobiernos de izquierda de: Alberto Fernández y Cristina de Kitchner en Argentina, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, en Cuba con Miguel Díaz-Canel (Los Castro) y Andrés Manuel López en México, o, por el contrario, gobiernos de marcado acento de derecha o centro como los de: Iván Duque en Colombia, Sebastián Piñera en Chile, Nayib Bukele en Salvador, Jair Bolsonaro en Brasil, Jeanine Áñez en Bolivia y en Costa Rica, Carlos Alvarado, para citar solo unos cuantos ejemplos.

Sin embargo, las recientes movilizaciones sociales en varios países de Latinoamérica con demanda de mejores condiciones sociales, ante fenómenos de pobreza e insuficiente distribución del ingreso, así como las manifestaciones de otros sectores de la sociedad por la defensa de las libertades democráticas ciudadanas, la división de poderes, el respeto por la constitución, y los derechos de los empresarios privados, demuestran el carácter de dos marcadas tendencias contrapuestas: el socialismo autocrático y/o autoritario (los autoproclamados progresistas), por un lado, y el capitalismo democrático, por el otro.

Las diferencias de modelos son marcadas, los primeros, de carácter socialista ( en ocasiones verdaderamente comunistas con partido único y órganos de representación sólo para el partido) son típicamente impulsores y ejecutores de políticas para concentrar en el poder y manejo del Estado la mayor influencia e injerencia en las diferentes actividades de la economía, muchos verdaderamente autoritarios, con limitación a las libertades ciudadanas y a los derechos democráticos, donde la oposición es perseguida y encarcelada o atacada y minimizada por las fuerzas del Estado y los poderes judiciales en connivencia con el Gobierno respectivo, más que con la aplicación de una justicia imparcial, equilibrada y equitativa. Elecciones libres son un “ser muy escaso”, sino absolutamente desaparecido, y cuando se hacen, son bastante amañadas y con resultados decididos antes de la elección.

Los avances en materia de progreso y bienestar de los gobiernos socialistas han sido muy lamentables como experiencia latinoamericana, baste ver los ejemplos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, como verdaderos anti modelos de libertades cívicas y democráticas y de la existencia de sectores privados fuertes e influyentes. No están exentos de fenómenos de corrupción, camarillas políticas y sectores preferentes protegidos por los respectivos Estados. Los gobernantes, en estos casos, usan estilos autocráticos y suelen permanecer en el poder por muchos años, anulando la posibilidad de elecciones democráticas.

Las experiencias con los gobiernos nacionales, regionales o locales de la izquierda socialista en Colombia no han sido buenas, recordemos por ejemplo las alcaldías de Gustavo Petro, de Samuel Moreno o Luis Eduardo Garzón en Bogotá y otros de la izquierda en diferentes ciudades, los cuales han hecho un pobre ejercicio de desarrollo de la ciudad, han creado una dura confrontación de clases, serios problemas en la contratación y graves problemas de corrupción. Es notorio el caso creado por Gustavo Petro en Bogotá con los servicios de basuras y transporte, para recordar este ejemplo notable por lo negativo.

En nuestro país, la izquierda radical ha buscado por todos los medios desacreditar el modelo económico, político y social del país, todos los gobiernos de economía liberal capitalista, democráticos y respetuosos de la ley y las instituciones, que han sido elegidos en forma libre y espontaneas por los ciudadanos, no con triquiñuelas como los miembros de las FARC que llegan al Senado a partir de un acuerdo de paz espurio e inconsulto, luego de un plebiscito que, contra todas las maquinarias, se votó en contra, a pesar de 8 años del gobierno Santos que negoció el país y sus instituciones bajo el supuesto de la paz, pero con el trasfondo del premio nobel a su favor. Además, con el incumplimiento flagrante de loa acordado en el proceso de paz sobre desmovilización, verdad, cultivos ilícitos, rutas, contactos, lavado de activos, erradicación de cultivos ilícitos, etc.

Debe recordarse que esa misma izquierda radical ha atentado contra el país y sus instituciones a través de la historia en hechos tan dramáticos como las tomas a embajadas, del palacio de justicia, a pueblos y regiones enteras, los atentados a la infraestructura, las regiones sembradas de coca, el lavado de activos, también, un largo etc.

En el último término, los más osados líderes de esa izquierda radical, liderados por el senador Iván Cepeda, han intentado lo que más votos y publicidad les puede producir, condenar al senado Álvaro Uribe, por supuesto fraude procesal y compra de testigos, para lo cual tejieron la urdimbre y la trama con la connivencia de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes históricamente odian al senador Uribe por su oposición a la usurpación de las Cortes no sólo a interpretar las leyes sino a crearlas a su amaño e interés y por su corrupción. Esa “sacrosanta” Corte tuvo la osadía de, sin mediar imputación de cargos, ni juicio, sin darle derecho a la defensa, sin recibir sus contrargumentos, con interceptaciones telefónicas ilegales, sin permitir el contrainterrogatorio de los siniestros testigos, quitarle la libertad al Senador Uribe, por su supuesta peligrosidad para la justicia.

El tiro les ha “salido por la culata” y ahora el Senador Uribe pasa a la fiscalía luego de tener que despojarse de su investidura como Senador, para buscar condiciones de justicia imparciales, donde podrá tener la investigación y el juicio abierto y público, que en el derecho le corresponde, presentar su defensa, sus argumentos y demostrar su inocencia.

Para la izquierda radical la “cabeza” del expresidente Uribe es un trofeo de caza de máximo valor, pues afectaría no sólo su buen nombre y su gestión, por la cual ha sido el senador más votado de Colombia y el ganador de las últimas elecciones presidenciales (hasta la del traidor de Santos), sino también para desprestigiar su partido y al gobierno de Iván Duque que forma parte del Centro Democrático. Esto les produciría, sin duda, muchos votos para las próximas elecciones, donde poco a poco esperan tomarse a Colombia para su gestión de socialismo de estado, autocrática y totalitaria, con conflicto de clases y odios por doquier. Por consiguiente, veremos que esta “película” se prolongará, con toda clase de triquiñuelas.

¿Qué pasará en el momento en que Uribe pueda demostró su vedad y su inocencia?, el sólo hecho de ganar su libertad será una gran derrota para la izquierda, pero el archivo de su supuesto expediente contra Uribe, será también una gran victoria para la centro-derecha, la cual debe asegurar la confianza del país en su institucionalidad, en su modelo político, económico y social y en la tranquilidad frente a un gran líder.

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