Comentario 28/09/2020
¿Y SI NOS
PROPONEMOS EL PROGRESO COMO META COLECTIVA?
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
Nos estamos encerrando en el círculo
vicioso y nada virtuoso de hurgar y remover los problemas y confrontarnos y
agredirnos por los mismos, centrados más en el problema que en la solución. No
quiero significar con esto que el problema no se debe examinar en sus orígenes,
en sus responsables y en sus consecuencias, por supuesto que sí. Pero darle
vueltas, como corcho en remolino, no agrega nada distinto que decepciones y
frustraciones, por no ver el otro lado del túnel, es decir, la solución o las
alternativas de solución, con sus costos y complejidades, pero también con sus
contribuciones y mejoramientos.
Aquí hay un cambio de conducta
fundamental, desde la visión pesimista y fundamentalista, hasta la acción
positiva y esperanzadora de la superación de las dificultades. De estas últimas
siempre tendremos, de todos los “colores y sabores”, pero la historia de la
humanidad es pródiga en ejemplos de superación y en muchos casos de grandeza,
por encontrar soluciones y ponerlas en práctica, por encima de los intereses
individuales.
En la vida empresarial, los empresarios
asumen una visión clara de lo que quieren lograr y trabajan denodadamente para
obtenerla, para construirla, aún en medio de las dificultades, su mente está
llena de signos más y no de signos menos. Si el país tuviera una visión clara
de lo que puede y quiere lograr, posiblemente sería más fácil enfocar los
esfuerzos en lo constructivo y no en las contradicciones y en las diatribas.
El camino por recorrer nos debe
llevar a una senda de progreso, veamos una pequeña comparación para que nos
formemos una idea. En el análisis de los países se habla del concepto llamado
PIB per cápita para indicar la productividad de la economía en términos del
resultado que obtiene el país en su ejercicio económico, comparado con los
habitantes del respectivo territorio. Estas comparaciones suelen hacerse para
períodos de un año. Si ponemos en valores monetarios, expresados en dólares, lo
producido por cada país en bienes y servicios para los consumidores finales
obtendremos el numerador de la expresión, esto es lo que se conoce comúnmente
como el Producto Interno Bruto (PIB). Si este valor lo dividimos por el
estimativo de la población del respectivo país en el mismo período de
comparación, obtendremos el llamado PIB per cápita, lo cual significa el valor
equivalente que cada ciudadano que vive en el respectivo país produce en
promedio en bienes o servicios finales durante el periodo analizado. Es
evidente que mientras mayor es este valor, más productivo es el país y, en
promedio, cada ciudadano del respectivo territorio. Además, esto es sinónimo de
mayor riqueza. Veamos ahora la comparación del PIB per cápita en cifras
recientes (2019) de algunos países, como se muestra en el cuadro a
continuación:
En esta comparación hemos
seleccionado la evidencia para algunos países avanzados y otros más rezagados.
Desafortunadamente, Colombia resulta de último, al menos en este grupo de
comparación, lo cual no significa que sea el último en el mundo, sólo frente a
los países seleccionados.
Reflexionemos ahora en las causas y
las consecuencias de estos hechos:
·
Es evidente que a Colombia le falta producir más bienes y
servicios finales, dado el tamaño de su población, estimada en algo más de 50
millones de habitantes, en el momento actual. ¿la pregunta es por qué
producimos tan poco?
·
Como consecuencia, el monto de ingresos por habitante deja
mucho que desear y, como es normal, esto trae consigo niveles de pobreza y
desigualdad tanto económica como de inferior calidad de vida para amplios
sectores de la población.
·
El desarrollo trae más desarrollo y el progreso trae más
progreso, si logramos mayores niveles de eficiencia en nuestra economía, en el
Estado, en las comunidades y en la sociedad y sus distintos integrantes,
personas y empresas, la productividad se elevará. Esto exige un cambio de
mentalidad para apreciar mejor el valor de lo que tenemos y saber que si lo
hacemos bien, producirá mejores resultados y más progreso.
·
En igual sentido, si no nos preocupamos por la productividad
de nuestra economía o solo esperamos que los demás lo hagan, nunca lo
lograremos.
·
Este pensamiento no sólo debe ser a nivel empresarial o
estatal, también a nivel de las personas y las familias, las grandes cosas se
hacen de las pequeñas cosas.
·
Si pensamos positivamente en progresar y en desarrollarnos
más y actuamos en conformidad, al final se volverá una cultura que formará
parte de nuestras vidas, desde el hogar, pasando por nuestros sitios de
educación, para llegar a los puestos de trabajo y, finalmente, a las
comunidades.
·
Un gran propósito nacional debería girar alrededor del
progreso. Hechos tan simples como el cumplimiento de los compromisos, los
horarios, los turnos, los procedimientos, el cumplimiento de los deberes y
normas, todos en sí mismos generan economías de esfuerzos, tiempos, costos y,
por supuesto, si lo que hacemos es cumplir, de allí saldrán las realizaciones y
el progreso. ¿Qué tal si nos proponemos el progreso como meta colectiva?
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