Comentario 21/09/2020
¿Y DE LAS PENSIONES QUÉ?
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
Colombia presenta dos realidades que
mutuamente se refuerzan para crear un serio problema hacia el futuro: Por un
lado somos cada vez más los viejos, vivimos más y por lo tanto tenemos una
mayor necesidad y duración en tener acceso a los servicios previsionales de
salud y de pensión y, por el otro, el número de personas cubiertos con protección
y cobertura de pensión son muy pocos y con unos costos enormes, lo cual hace
inviables los sistemas actuales como el de prima media que maneja el Estado a
través de Colpensiones. Examinemos cada uno de esos hechos independientemente
para luego atar sus conclusiones en un real panorama sobre lo que nos espera.
En los últimos años, el
envejecimiento de la población se ha acelerado hasta que hoy tenemos más de 40
personas de 60 o más años por cada 100 personas menores de 15 años. Esta
proporción era del 28,7% en el 2005 y para el 2020 el porcentaje será superior
al 50%. De hecho, la pirámide poblacional
está cambiando de tal forma que ha pasado a adelgazarse en la base (poblaciones
jóvenes) y proporcionalmente más amplia arriba (poblaciones mayores), en la
práctica ya no es una pirámide, hoy es como un rombo, más puntiagudo, por
supuesto arriba, donde están las personas longevas con su larga vida, que
evidentemente son menos personas.
En estos últimos decenios la
esperanza de vida de los colombianos ha llegado a ser de 78 años
aproximadamente, viviendo un poco más las damas y un poco menos los varones,
para dar como resultado ese promedio. ¿Qué significa esto?, simplemente que las
condiciones de vida han mejorado, la morbilidad y mortalidad de las enfermedades
ha disminuido por los avances científicos y porque la calidad de vida y
bienestar de las personas también ha mejorado.
En la parte de debajo de la pirámide
poblacional, están los niños y jóvenes, con una característica, el número de
nacimientos es cada vez menor, las familias, por cultura, costumbres, dificultades
económicas, convicciones o restricciones sociales y familiares quieren tener
menos hijos ahora, que en la época que vivieron nuestros abuelos, lo cual agudiza
en cierta forma la relación de más viejos versus más jóvenes. De hecho, en
Colombia se espera que en los próximos años la población total llegue a un tope
(algo así como 52 millones de habitantes) y luego empiece a descender y volver
a pasar por los 48 millones de habitantes que arrojó el censo anterior.
La problemática del envejecimiento,
sin reposición por la población joven, igual a como sucedía en el pasado, es un
signo de muchas sociedades que cada vez se vuelven más maduras y, por lo tanto,
lo que sí tienen es gente viviendo más y con más plenitud de vida en sus años
de adultos mayores o de longevos. Inclusive hay sociedades que ya incentivan a las familias jóvenes a procrear más hijos,
con incentivos económicos, gratuidad de la salud y la educación y muchos
beneficios en bienestar, intentan acabar por este medio terminar en sociedades
demasiado viejas con un altísimos costo para los Estados porque estas
poblaciones requieren de mayores cuidados y su capacidad productiva desciende
progresivamente, con lo cual la productividad de su economías tenderá a disminuir
y también su crecimiento económico y la riqueza global como comunidad.
En el otro lado de este escenario, el
telón se abre para mostrarnos una realidad muy angustiosa y preocupante.
Citando el caso de Colombia, las cifras nos llevan a hechos como las
siguientes. Las pensiones a cargo del Estado o subvencionadas por éste
(Colpensiones, antes el Seguro Social y con muchos sistemas de pensión para la
policía, los militares, etc.) le cuestan al país más de $40 billones por año,
cifra creciente además entre los años sobre la base del incremento del salario
mínimo legal. Con esa ingente suma están cubiertos sólo 2.3 millones de
ciudadanos, con una impresionante distribución de los pagos, el 70% de lo
pagado es para pensiones altas y sólo el 30% para personas de bajos ingresos.
A más de tener un problema de
cobertura, reflejamos un problema de desigualdad histórica que afortunadamente
ya ha empezado a corregirse con el límite a los montos exorbitantes de
pensiones elevadas y la no cesión a cónyuges jóvenes que aparecen en el último
momento como deudos y sucesores del anciano fallecido quien ya había pasado
muchos años viviendo de su pensión y luego alguien con una larga esperanza de
vida va a continuar con el mismo beneficio, todo pagado por cuenta de los
colombianos.
Los Fondos de pensiones privados, que
existen desde la ley 100 de 1993, han hecho una decorosa labor con el sistema
de ahorro individual para que cada ciudadano se preocupe y forme su pensión
durante su vida productiva, ya que el Estado no tendrá recursos con los cuales
subsidiarlo en los años de vejez. El fundamento de estos sistemas es la
acumulación de ahorro durante un número significativo de años y el rendimiento
que ellos puedan generar, sin embargo, pocos son los que pueden tener un ahorro
significativo, luego de descontar los gastos necesarios para la vida corriente
de sus familias y disponer de un remanente para, en forma continua y a través
de una larga vida productiva, ahorrar los suficiente. Por cierto, hay que
suponer que el desempleo y la falta de ocupación productiva no sean una “pandemia”
recurrente en cada economía familiar.
Además, nada está garantizado en la
conducta de las tasas de interés del mercado para que sean positivas con
respecto a la inflación y significativamente aporten a la formación de la
pensión. Los Fondos privados de pensiones han organizado diferentes portafolios
de inversión, los cuales parten de la disposición al riesgo de cada persona y
su período de acumulación en el horizonte de años de labor, para intentar,
efectivamente, que la persona forme una pensión. Sin embargo, por los problemas
del país, de las familias o de la falta de conciencia, son pocos los ciudadanos
que verdaderamente ahorran y se comprometen con la formación de su pensión durante
más o menos 30 a 40 años de vida laboral. En los Fondos Privados de Pensiones
actualmente están afiliados más o menos 16.7 millones de cotizantes
obligatorios con un ahorro de 272 billones de pesos aproximadamente, en
promedio menos de 20 millones de pesos por persona, lo que es, a todas luces,
insuficiente para la larga duración de vida después de jubilarse, de unos 15 a
20 años.
¿Qué va a pasar en unos años en
Colombia? Difícil garantizarlo, pero es claro pensar que tendremos una
población de viejos, con larga vida, con expectativas de mejores condiciones de
calidad vida y bienestar, y de gran pobreza. Muy triste lo que sigue para
nuestros viejos y la sociedad en su conjunto, ¿será que todavía lo podemos cambiar?
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