lunes, 9 de noviembre de 2020

¿UN PASO PARA EL PROGRESO?

Comentario 09/11/2019.

¿UN PASO PARA EL PROGRESO?

Por: Carlos Alberto Mejía C.

Ingeniero Industrial y Administrativo.

 

La sociedad chilena está atravesando un momento difícil con sus procesos de modificación de su constitución. Especialmente en los últimos dos años han aflorado movimientos sociales muy fuertes en la búsqueda de reivindicaciones por mayores derechos sociales, de representación y de inclusión, así como mayor igualdad y equidad, sin haber estado estas alteraciones exentas de una intensa dosis de anarquismo y violencia, con gran destrucción de bienes públicos, afectación a la tranquilidad, debilitamiento de la economía y de la institucionalidad. Si hacemos caso a lo social y no al vandalismo, tres razones fundamentales son el origen de las protestas:

 

La primera razón fue el inicio de la constitución actual creada por el gobierno militar y autocrático del general Augusto Pinochet quien, por temor a las tendencias comunistas, retomó el poder en la época de Salvador Allende con un golpe de Estado. Los militares, en nombre de la democracia y de los valores del mercado, la libertad empresarial y la vigencia de sus instituciones tradicionales, ocuparon el poder y redactaron una nueva constitución, la cual, por desgracia, no tuvo en cuenta la oposición para aprobarla. Esto le dio un tinte de falta de legitimidad y de absoluta arbitrariedad. La constitución de Pinochet se hizo bajo el marco filosófico del capitalismo democrático, donde se favorece la acción del sector privado, la libertad de empresa y de mercado, alejándola del intervencionismo de estado y de modelos socialistas y populistas.

 

De hecho, en medio de esta crisis, ya se votó por el pueblo chileno el redactar una nueva constitución, cuál o cómo, nadie lo sabe aún. Esos resultados se conocerán hasta, probablemente, unos dos años más adelante. En la práctica, aún no se ha cambiado la constitución, sólo se ha iniciado el proceso para redactar una nueva carta magna, y los ciudadanos, en las urnas, al final decidirán si acogen la nueva o conservan la vieja constitución ¿Qué buscan los chilenos?, en principio, mayor igualdad e igual dignidad:

“Ser pobre, señala Kathya Araujo[1], es estar en el lugar de lo no deseado. Ignorante en el consultorio, sospechoso en las plazas públicas, primer apuntado por algún robo en su lugar de trabajo, son algunas de las asociaciones que los entrevistados por Araujo acusan como mecanismos de vulneración y estigma” “La sensación es que muchos coincidieron en una hipótesis tremendamente negativa sobre nuestro presente: ya sea porque no hemos dejado funcionar bien al modelo o porque hemos descubierto que hay que cambiarlo, gran parte se encontró en la idea de que ese orden está fracasando en la tarea de asegurar y reconocer nuestra igual dignidad”.

 

Las otras causas originarias del problema han sido reivindicaciones sociales, tratando de solucionar problemas de desigualdad y de disponer de mayores oportunidades, especialmente destacados han sido los ataques a los Fondos de Pensiones, con sus bajos retornos como pensión, lo cual ha conducido a vidas de jubilados, en muchos casos, en estado de pobreza. Por último, han tenido que ver las tarifas de los servicios públicos, inconformidad en la salud y el transporte público y, singularmente, la garantía de educación gratuita. Hay una expectativa no sólo por igualdad de derechos y dignidad sino por igualdad de beneficios en educación, salud y pensiones para todos los chilenos, algo difícil de pensar, imaginar y realizar. Se tendería a nivelar la sociedad por lo bajo y no por lo alto, dada la carencia de recursos del estado para sufragar un objetivo de igualdad de beneficios.  Veremos si esto queda consagrado en la nueva constitución y cómo se desarrollará hacia el futuro.

 

Sin embargo, Chile es un ejemplo en Latinoamérica, si miramos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que el mundo se trazó como meta en el 2015 para el 2030. En efecto, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adhirieron a una ambiciosa hoja de ruta en aras a implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para materializar dicha iniciativa, cada gobierno partícipe debe dar cumplimiento a un conjunto de 17 objetivos globales y 169 metas en materia económica, social y ambiental a corte del año 2030. Estos objetivos incluyen compromisos así: del 1 al 6, se relacionan con la pobreza, la salud y el agua; del 7 al 12, con economía y ciudades sostenibles, y, del 13 al 17, con el cambio climático.

Esta es una responsabilidad que no sólo compromete a los gobiernos nacionales, regionales y locales, también a las empresas privadas, a las organizaciones sociales, a la academia y a la sociedad en general, pues es un enorme reto por el bienestar, el progreso, la superación de la pobreza y el entorno sostenible que, por supuesto, involucra a todos por igual. Curiosamente, los chilenos son una de las sociedades que más han progresado en el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente, en la reducción de la pobreza, en la educación de calidad, en agua y saneamiento, en industria, innovación e infraestructura, en producción y consumo responsables, en vida submarina, y, finalmente, en justicia, paz e instituciones sólidas. Chile con Uruguay y Costa Rica ocupan los primeros lugares en Latinoamérica. (La república 28 octubre 2020)[2].

No es fácil, en consecuencia, entender cómo se ha larvado un sentimiento de inconformidad tan fuerte en la sociedad chilena, que la ha llevado a buscar en una nueva constitución mayores logros. Queda la duda de si el problema de inconformidad se soluciona con el cambio eventual de esa constitución o con seguir profundizando, como ya lo hace, en sus propias metas de desarrollo sostenible propuestas para el 2030. Si es lo último, no se requiere el cambio de constitución, con la actual ya lo están logrando. El concepto de igualdad de beneficios en salud, educación y pensión parece un poco alejado de la realidad. Ya veremos.

Esperemos que a la sociedad chilena le vaya bien en su proceso de transformación de su constitución y sus inquietudes sociales. En el caso de Colombia, no creemos que los problemas sociales surjan de su constitución, sino de la necesidad de afianzar mucho más su modelo de desarrollo, apuntándole al crecimiento de la economía, al desarrollo de sectores clave, a la defensa del empresariado y su actividad privada, para distribuir nuevas oportunidades para todos a partir de la riqueza generada por su crecimiento económico y social y no repartiendo pobreza, con un cambio constitucional hacia el socialismo de estado,  como proponen los movimientos de izquierda radical.



[1] Comentarista chilena.

[2] Colombia ocupa el puesto 9 de los 24 países medidos en Latinoamérica, se considera que su actuación es razonable, aunque aún muy lejos de sus metas para el 2030. La pandemia del Covid 19 ha agudizado el alcance de algunos de esos importantes objetivos y sus metas, pero este se considera un efecto temporal.

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