Comentario 22/02/2021
LAS
ORILLAS POLÍTICAS
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Cada
vez más intensamente se agitan las banderas políticas con miras a la elección
presidencial del 2022, con lo cual se están haciendo evidentes tres grupos de
actores que quieren representar pensamientos, programas y enfoques diferentes
sobre su interpretación del país, sobre sus problemas, sus necesidades y sus
soluciones, si bien aún no es explícito en cada uno de ellos cuáles son sus
verdaderos programas, cómo los van a desarrollar, cómo los van a financiar y
qué resultados van a obtener.
Por
ahora son más las banderas o localizaciones (de centro, de izquierda y de
derecha) que los programas y esto es lo desafortunado porque no se presenta
formalmente lo que se va a hacer para que las personas puedan llegar a sus
propias reflexiones sobre su importancia, pertinencia, verosimilitud y
cumplimiento. Con la advertencia de que muchas cosas que se dicen en la campaña
no se cumplen cuando están en el gobierno, hacer campaña y hacer gobierno son
dos cosas muy distintas. Además, buena parte de las campañas se centran más en
desacreditar al otro o los otros, que en hacer ver los méritos propios y del
programa de gobierno que representan, el cual muchas veces no es explícito, se
pondera el candidato, no el programa.
Al
parecer se están estructurando tres grandes grupos de potenciales participantes
en la contienda electoral, sin saber todavía cuáles son precisamente los
candidatos que representarán cada movimiento, hay muchas “golondrinas volando”,
veamos:
- La llamada derecha, conformada por personas cuya tendencia es hacia la libertad y la iniciativa privada, como fundamento de la estructura económica y de gobierno primordial del país. Suelen asociarse con los partidos de filosofía conservadora, con una fuerte tendencia por el valor de los establecido más que la promoción de cambios en las estructuras y en el orden económico. En este caso el bienestar y el progreso de las personas es un logro individual más que colectivo, debido a su esfuerzo y dedicación, en consecuencia, la derecha cree en una distribución de la riqueza de acuerdo al esfuerzo y la contribución de cada individuo y por lo tanto, la derecha aboga por una intervención moderada del Estado en el sistema económico, sólo en lo indispensable y que sea de carácter común.
- La llamada izquierda, con pensamiento más centrado en el Estado como el gestor y proveedor del bienestar, por encima de la iniciativa privada o de la propiedad privada o individual. Para la izquierda, el bienestar colectivo está por encima del progreso individual, en consecuencia, el Estado debe ser el dueño y administrador de los medios de producción, tanto como sea posible. La izquierda promueve una distribución equitativa de la riqueza, basada en la creencia de que todos los individuos son iguales. Los movimientos de izquierda muy radicales son, inclusive, promotores además de los partidos únicos y de las camarillas de gobierno.
- El tercer grupo es el autoproclamado como de centro, donde el pensamiento es de derecha cuando conviene o de izquierda, si es necesario, es decir, una mediatinta que no asume posiciones firmes sobre nada y por lo tanto todo puede pasar allí, según se viven las circunstancias económicas, políticas o sociales, o en algún caso las internacionales. En este grupo se aglutinan antiguos militantes de los dos primeros pensamientos, quienes cuando pertenecieron a ellos los defendieron con las más arraigadas creencias, con profundas convicciones e irrenunciables principios filosóficos, éticos y de color del partido, según afirmaban. En algunos casos, en tiempos pasados, han sido militantes del primer grupo, pero en otras épocas, del segundo y cuando les conviene han estado en el tercero. Es el famoso “al son que me toquen bailo”, donde lo único que hay allí son intereses individuales por cargos, presupuestos, posiciones políticas y figuración, para sacar partido de ventajas y conveniencias personales. Nada que creer en ellos, puro vaivén. Allí hay más personas buscando refugio parta sí mismos, que partidos fuertes y sólidos para gobernar el país. El lio para escoger su candidato para la presidencia va a ser mayúsculo porque la gran mayoría de los aglutinados bajo el “autobautizado” centro exhiben aspiraciones presidenciales y hay corrientes de opinión muy diversas.
En
Colombia está ocurriendo que algunos de los llamados fervientes defensores de
los principios de derecha o izquierda ahora quieren ser de centro, y se
aglutinan allí por conveniencias con otros que antes fueron sus grandes
contradictores. No hay que temer a declarar con nitidez el pensamiento
filosófico de cada orilla, pero recordemos que los ríos tienen dos orillas, no
tres, y en medio de las dos orillas está la turbulencia. El país debe exigirle
a los representantes de estas tres tendencias, que preparan con responsabilidad
de país sus candidaturas para el próximo período electoral, además, que
presenten y sustenten públicamente y ampliamente, tanto sus convicciones
políticas como sus programas de gobierno, e igualmente cómo los van a
desarrollar y qué efecto tendrán para el país, dadas sus condiciones actuales
económicas, políticas y sociales, en medio de una pandemia duradera, con todas
sus incertidumbres y sus impactos en la economía y en las familias. Hay que
verificar la real convicción de los candidatos, la conveniencia para el país de
sus programas y la verdadera factibilidad de todo lo que proponen.
Es
período electorero y, por lo tanto, de todo vamos a escuchar, en cuanto
promesas sensatas o las más descabelladas, halagüeñas al oído, pero imposibles
de realizar, sólo por la búsqueda de votantes que se dejan endulzar el oído y
con poca reflexión depositen su voto.
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