domingo, 9 de mayo de 2021

CREAR MÁS POBREZA NO GENERARÁ PROGRESO

Comentario 10/05/2021

 

CREAR MÁS POBREZA NO GENERARÁ PROGRESO

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

He seguido con interés y desconcierto el llamado paro nacional y las reacciones iniciales contra la reforma tributaria frente a la cual se puso el “grito en el cielo”, por parte de los líderes del paro, los de opinión y con especial dureza los partidos políticos, y, en general, muchas personas que han participado en las marchas. Rayos y centellas cayeron sobre esa “criaturita”, llamada, en forma breve, ley de solidaridad sostenible. Esta reforma fue retirada del Congreso para buscar una sustitutiva más razonable. Y digo sustitutiva porque el Gobierno, quizás como nunca, requiere de nuevos ingresos de carácter recurrente para financiar las ingentes necesidades de gasto social, balancear las propias finanzas públicas en la situación de déficit fiscal excesivo y endeudamiento público elevado, a más de las necesidades corrientes de funcionamiento y de los demás servicios y contribuciones que el Estado hace a poblaciones vulnerables o al desarrollo y crecimiento del país.

Sin embargo, a medida que el paro avanza, salen a relucir un sin número de otras llamadas causas deshilvanadas, de las más diversas naturalezas: salud, pensiones, educación, renta básica, peajes, proceso de paz, ESMAD, ejército y fuerza pública, carga y fletes para los transportadores, no fumigación aérea, no alternancia en las escuelas, precio de los servicios públicos, más trabajo y otro sin número de peticiones de subsidios, beneficios y aspiraciones de las más peculiares situaciones, algunas de ellas de carácter local y particular.

Es un “rosario” de nunca acabar, el cual, además se mezcla con paros, daño a bienes públicos, a la infraestructura de transporte público, al amoblamiento y la infraestructura de seguridad y tránsito urbanas, a los establecimiento de comercio tales como los de la banca y sus cajeros automáticos, los supermercados y tiendas y a toda la actividad productiva, impidiendo la movilización de personas, alimentos, cosechas, medicamentos, mercancías, materias primas, suministros, equipos, etc., etc., etc., todo lo cual agravará más la situación por desabastecimiento, el encarecimiento y la incapacidad de trabajar y producir, y por esta vía, recuperar la economía del país afectada, además, por la pandemia. Los famosos bloqueos generarán más pobreza, no más progreso y quién pagará los daños, la ciudadanía.

Es cierto, sí, que se requiere mayor austeridad fiscal, que se combata la corrupción, la evasión y la elusión tributaria, que se acabe el clientelismo, que se mejore la eficiencia del gasto público, entre otras cosas, pero pedirle al Gobierno que genere más soluciones sociales sin darle más recursos, es prácticamente imposible en este momento. Vamos a hacer algunas reflexiones sobre las necesidades y las realidades que hoy atravesamos, por supuesto, sin entrar en la ampliación de los detalles sobre su extenso contenido.

Empecemos por enunciar los principales hechos que nos caracterizan, algunos de ellos de vieja data y otros, ocasionados por la pandemia, como en todos los países, sin ser los únicos y sin entrar en excesivos datos y estadísticas:

  • Los niveles de pobreza en Colombia, con motivo de la pandemia, ya han llegado a más del 40% de la población, situación en la cual nos han repetido que muchas familias han tenido que “arrugar” su sistema de vida a niveles tales como dejar una comida de las tres diarias, y, en algunos casos, a tener una sola en todo el día. La clase media se ha visto especialmente afectada por la pandemia, en ocasiones, también entrando en escenarios de pobreza.
  • El desempleo formal no desciende de alrededor del 15% de la población con capacidad de trabajar, lo cual significa una carencia real de oportunidades y alternativas de un ingreso razonable para muchas personas, y, si se mira al futuro, difícil bajar este guarismo a menos del 10% en corto tiempo, al menos, como era antes de la pandemia.
  • La informalidad la vemos todos los días, en todos los lugares, en todas las calles y en todas las ciudades y poblaciones. La venta de “cualquier cosita” se ha convertido en el medio de vida y de sustento de miles de familias, ya que hoy se estima que la informalidad cobija al 60% de la población ocupada. El sin número de “callejeros” solicitando ayuda es cada vez mayor.
  • Colombia es un país con gran desigualdad en los ingresos y en la riqueza, como lo demuestran los índices que miden estas circunstancias y seguramente las personas de mejor condición económica deberían ser más solidarios en estas situaciones de pandemia, pero la verdadera redistribución de las oportunidades surge de la educación y el trabajo que son la mejor manera de salir de la pobreza, no de la distribución de la riqueza con impuestos excesivos a unos pocos.
  • Los impuestos en Colombia representan el 19.7% del PIB, mientras en países cercanos y comparables son 22.9%, es decir, una diferencia de 3,2%, esa diferencia son justamente los mayores subsidios que requiere la población en este momento. La reforma tributaria del gobierno Duque estaba planteando un recaudo cercano al 2.5% del PIB. Hay que observar que en Colombia, menos de 3.500.000 ciudadanos pagan impuestos (¿?).
  • Los problemas de deserción escolar por falta de recursos económicos se han agudizado en los últimos meses y la circunstancia de la educación virtual o el trabajo desde el hogar ha demostrado que muchas familias no disponen de internet, que sería el medio de mayor cobertura por su bajo costo, para el acceso al conocimiento, al entretenimiento y al trabajo o estudio a distancia.
  • Durante la pandemia el gobierno ha destinado cerca de 20 billones, adicionales al gasto social corriente, en los auxilios y subvenciones para las familias de menores ingresos y ha creado nuevos elementos de subsidio, como el ingreso solidario o el subsidio a la generación de empleo y al mantenimiento de las nóminas.
  • El gobierno debe hoy el 63% del PIB, desde el 42% que debía unos años atrás, y va para 69% el próximo año, y el déficit fiscal ya es cercano al 9% del PIB, nos aproximamos también a una situación de pérdida del grado de inversión y de la calificación de riesgo país, que nos pondrá en un escenario de gran incremento en el costo del crédito externo y con limitación para su acceso, lo cual acabará de empeorar más las cosas, es decir, la tormenta perfecta.
  • A todo lo anterior, se suman los graves problemas de violencia, corrupción, contrabando y narcotráfico que destruyen el medio ambiente o la economía nacional o los dos simultáneamente. Llegar a las regiones más apartadas y desfavorecidas para generar soluciones, es casi que imposible por la acción del narcotráfico.

Hay muchas otras razones, entonces, para el malestar y el descontento de los ciudadanos que afectan nuestro desenvolvimiento político, económico y social, para entender que el paro nacional con bloqueos y daños es inoportuno, ya que nos está conduciendo a agravar la parálisis, que de por sí es violencia, con afectación del interés de toda la comunidad. La intención de los promotores del paro violento se vuelve política más que social y puede terminar con la desinstitucionalización del país. Es el momento del “todos poner” para recuperar la economía, es la mejor solidaridad, cada cual, según su oficio, su capacidad y en forma continua, y, por esta vía, apoyar también la sostenibilidad del país, es la forma de comprar presente, futuro y estabilidad política, económica y social.


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