Comentario 22/03/2022
EL
CHOQUE DE DOS MUNDOS
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Nota:
los hechos históricos narrados en este comentario son tomados de páginas web.
El
neoliberalismo es una teoría política y económica que tiende a reducir al
mínimo la intervención del Estado en la economía, permitiendo que sea el libre
mercado y la iniciativa privada quienes la promuevan y la desarrollen y por esa
vía generar progreso y bienestar para la ciudadanía. Esta filosofía se
transporta a los gobiernos de muchos de los países, quienes actúan en
conformidad con este pensamiento.
En
Colombia fue el presidente Cesar Gaviria Trujillo quien la impulsó
inicialmente, tanto como el empuje que le dio a la asamblea constituyente, como
las dos fichas claves para superar los problemas de violencia, por un lado, y
de insuficiente desarrollo económico, por el otro. Se produjo una renovación
del mapa político a partir de los resultados electorales de la Constituyente.
El Partido Liberal conservaba su poder político, pero la Alianza Democrática
M-19 y el Movimiento de Salvación Nacional de Álvaro Gómez mostraron mayorías
determinantes para el pulso político de la Constituyente.
De
hecho quienes proclamaron la constitución del 91 fueron precisamente sus tres
copresidentes: Álvaro Gómez Hurtado del Movimiento de Salvación Nacional
(asesinado), Horacio Serpa Uribe (ya fallecido) del partido Liberal Colombiano
y Antonio Navarro Wolff, de la Alianza Democrática M-19. No vamos a entrar en
grandes detalles sobre este acontecimiento, que ha sido, por sí mismo, un gran
motor de transformación política, al introducir factores de igualdad, justicia
y equidad muy importantes en la constitución. Simplemente hay que recordar que
la nueva Constitución fue elaborada entre febrero y julio de 1991, y sobre ella
recuerda el exministro Humberto de la Calle: “En las deliberaciones hubo
consenso, aunque fue el gobierno quien propuso, por ejemplo, la Carta de
Derechos, la reforma política, la descentralización, la banca central, el
régimen de servicios públicos y la reforma a los estados de excepción”. Se
crearon nuevas instituciones como la Fiscalía, la Corte Constitucional y la
Defensoría del Pueblo, y herramientas como la tutela.
En
cuanto a la economía, Gaviria le metió el acelerador a la apertura, y el país
pasó del proteccionismo y la sustitución de importaciones a una economía de
mercado. Una transformación liderada por el ministro de Hacienda Rudolf Hommes
Rodríguez, que lo recuerda así: “Fue un proceso discutido y largo. En el primer
semestre se desmontó el Estatuto Cambiario y se liberalizó el mercado, además
se hizo una reforma a los sectores financiero y laboral. Cayeron los aranceles,
se favorecieron las importaciones, se privatizaron empresas públicas, se
flexibilizó el escenario laboral y se habilitó a la banca extranjera a
funcionar en el país”.
Fueron
múltiples los cambios en el gobierno Gaviria, antes y después de la
Constituyente. Se permitió la entrada de capitales privados al sistema
pensional y a la salud, y se aprobó la Ley 100 —impulsada por el senador Álvaro
Uribe en el Congreso— que reformó el sistema de seguridad social en Colombia.
Respecto a este revolcón económico, las posiciones fueron divergentes. Los
sectores inversionistas lo celebraron, pues, como recuerda el economista
Salomón Kalmanovitz, “hubo mayores entradas de capital, sobre todo en minas y
petróleo, y también inversión extranjera de portafolio. Hubo cierta
modernización del país en sus consumos, los que antes estaban racionados”.
En
síntesis, el país sufrió grandes transformaciones políticas y económicas
durante esos años, bajo un pensamiento neoliberal y neoconstitucional con la
muy ágil actuación del presidente Cesar Gaviria, quien en los últimos años se
ha dedicado a ser el director del Partido Liberal Colombiano.
Ahora,
en 2022, en plena elección presidencial para renovar el gobierno de Iván Duque
Márquez, se presentan coqueteos de apoyo político entre el Pacto Histórico
liderado por Gustavo Petro, a la sazón también su candidato presidencial, y el
Partido Liberal Colombiano. Acercamiento que resulta, no sólo curioso, sino y,
principalmente, inverosímil, dado que el pensamiento de Petro es todo lo
retardatario y retrógrado que existe, al proclamarse como defensor a ultranza
de ideas tales como: el proteccionismo, el intervencionismo de estado, el
rechazo a la economía de mercado, favorecedor de todo tipo de subsidios, de las
estatizaciones de servicios esenciales como la salud (desmontar la ley 100 que
ahora Chile, con Boric, la quiere copiar), las pensiones ( para que el ahorro
privado pensional pase al estado en todo o en parte), el interés en controlar
al Banco de la República para emplearlo como fuente de financiación del gasto
social restándole su independencia, la llamada democratización de bienes o
servicios, lo cual, en la práctica, se convertirá en exacción o expropiación,
el desmonte de la economía minera del petróleo y del carbón, grandes fuentes de
divisas para el desarrollo empresarial y social del país, la renegociación de
los tratados de libre comercio, entre muchas otras ideas que devolverían al
país muchos años atrás.
Es,
aparentemente, el encuentro de dos mundos, el pensamiento neoliberal que
desarrolló y defendió Cesar Gaviria Trujillo en Colombia, tanto en materia
económica como constituyente, frente al pensamiento egocéntrico de Gustavo
Petro, que termina siendo demagógico y populista. O será que, como se dice en
política, la "política es dinámica y cambiante" y lo que pensábamos y
defendíamos ayer, puede hoy, de un tajo, acomodarse para lograr acuerdos
políticos, burocráticos y clientelistas.
Nada
de bien le haría al país que el Partido Liberal Colombiano, defensor por
definición de las libertades, ahora se pusiera a esgrimir banderas contrarias a
la economía de mercado y a la iniciativa privada, condenando la libertad y la
democracia del país, por acompañar al señor Gustavo Petro. Aparecería como el
choque de dos mundos distintos y completamente diferentes, ¿será posible?
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