lunes, 6 de junio de 2022

LOS HUEVITOS DE URIBE

 Comentario 06/06/2022

 

LOS HUEVITOS DE URIBE

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Entendiendo muy bien su misión como candidatos, las campañas de Rodolfo Hernández y de Gustavo Petro, con identidades y pensamientos políticos diferentes, han enfilado sus baterías a muy diversos tópicos de la vida nacional, pero parece haber uno que los une profundamente y es el rechazo a Uribe, al Uribismo, al Centro Democrático y, además, su odio visceral a todo lo que signifique el pasado que le permitió construir al país los dos gobiernos del Presidente Uribe, único presidente elegido en la primera vuelta de sus dos campañas electorales, caracterizadas por la retoma del territorio contra la guerrilla, el combate al narcotráfico y al terrorismo, la desmovilización de las AUC, la inversión social y la reactivación económica. Sin embargo, también hay que decir que, lamentablemente, persisten en su mandato muchas acusaciones de falsos positivos. Ahora, por fortuna, las personas pasan, pero las ideas, si son valiosas, se conservan en el tiempo, y se perpetúan en su efecto. Muchos individuos y grupos sociales o políticos pueden rechazar a este expresidente por ser de una ideología política diferente, sin embargo, su realización fue notable e importante para el país, como lo mencionaremos a continuación.

Álvaro Uribe Vélez, quien concita amores y odios, para unos o para otros, fundamentó su presidencia en tres principios básicos, que el público a través de los años ha denominado los huevitos de Uribe, veamos:

1.    Seguridad democrática

La seguridad democrática era una acción necesaria e imperiosa, dado que la guerrilla se había tomado varios de los territorios del país, con las secuelas de extorsión, secuestro y asesinato a todo tipo de personas y miembros del ejército y, como consecuencia, la ciudadanía, en su conjunto, había perdido la confianza en el país, en sus autoridades y también la seguridad y tranquilidad necesarias para desarrollar sus actividades privadas, empresariales o familiares. El país iba rumbo a la parálisis por temor a sufrir, en carne propia, el severo ataque de la guerrilla a las instituciones, a las regiones y a las municipalidades. El principio de Uribe era la retoma del control territorial por parte del Estado, pero sin llegar a atentar contra las propias instituciones democráticas: mantener la democracia, la libertad y las instituciones con plena vigencia era necesario en medio de la ofensiva para retomar el territorio.

Si bien el proceso de paz de la administración Santos desmovilizó a cerca de trece mil hombres, lamentablemente ahora estamos siendo atacados, en muchos frentes de la geografía, por movimientos tales como ELN, las disidencias de las FARC y los grupos armados organizados, de todos los tipos y peligrosidades, gentes con afán de riqueza, control territorial y en muchos casos control o influencia política nacional o regional, fortalecidos por refugiarse en las fronteras del vecino país de Venezuela. Hoy en el país parecería ser necesaria una nueva versión de la seguridad democrática de Uribe, en el contenido más amplio del combate al delito, al narcotráfico y a la corrupción que están atadas a los fenómenos de violencia de todo tipo.

2.    Confianza inversionista

Sin confianza y seguridad no se desarrollan las condiciones idóneas, necesarias e imprescindibles para que la inversión, privada, pública, nacional o extranjera, se pueda expandir a lo largo de la geografía nacional y de todos los sectores económicos. Parte de la confianza inversionista es la seguridad jurídica y la estabilidad de las instituciones, de la constitución, de las normas legales y fiscales y la validez de los contratos y permisos de operación ya firmados u obtenidos. Esto fue claro para el presidente Uribe y así lo procuró para el país con muy buenos resultados.

Singularmente, en esta campaña electoral a la presidencia de la República, algunos de los temas y propuestas ponen en riesgo dichas condiciones de estabilidad, lo cual podría causar parálisis o desánimo de la inversión, con consecuencias muy negativas para la generación de empleo y de nuevas oportunidades. Ahuyentamos a los empresarios e inversionistas, en vez de atraerlos para que apoyen con su inversión y su actividad empresarial, el crecimiento, el desarrollo, la innovación, las exportaciones, la modernidad y la generación de nuevas alternativas de mejoramiento en el nivel y la calidad de vida de toda la comunidad. ¿De dónde saldrán los recursos que, vía impuestos, los candidatos dicen necesitar para realizar la tan cacareada inversión social y el tren de subsidios, con marcado acento asistencialista y populista, que quieren establecer?

3.    Cohesión social

Por supuesto que la cohesión social era una profunda convicción del presidente Uribe, para significar la necesaria unión de las personas y de las instituciones alrededor de propósitos comunes y especialmente de la inversión social y el combate al narcotráfico, por un lado, pero, por el otro, a la pobreza, con esfuerzos notables en los programas de salud, educación, vivienda, apoyo al campo, protección a la niñez y a los adultos mayores, entre otras que él emprendió. Aunque han pasado 12 años de la salida del poder de este mandatario, en el año 2010, ahora parece necesaria la aplicación de los mismos principios de cohesión social, y las mismas orientaciones presupuestales, con las mismas prioridades nacionales.

Aunque los candidatos actuales, Hernández y Petro, el legado de Uribe lo quieren mostrar como inconveniente para el país por razones de la campaña partidista, los principios que el expresidente afirmó en su gobierno, están tan vigentes, hoy como ayer, y requieren prioridad en su atención, si bien no se reconozca su origen o sus logros pasados. Con la violencia, la polarización y la radicalización de la población, se derrumba la seguridad democrática, se ahuyenta la confianza inversionista y se disgrega la cohesión social. La elección de estos contenidos, aunque se les denomine diferente, no es difícil de comprender y menos de ejecutar.

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