Comentario 06/02/2023
EL
PESIMISMO FRENTE A LAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO PETRO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Es
claro afirmar que el mundo entero se prepara para un 2023 con tendencia a la
desaceleración de las economías y algunas de ellas en franca recesión, es
decir, un período en el cual hay muy bajo o negativo crecimiento económico, lo
cual ocasiona parálisis en la inversión, el empleo, el consumo, el ahorro y,
por supuesto, grandes dosis de incertidumbre y angustia. Lo mismo, se está
sintiendo en Colombia, donde el Banco de la República y las agencias de
investigación económica ajustan sus expectativas de crecimiento del PIB a menos
del 2%, acompañado de un nivel de inflación el cual, aunque será descendente
con relación al 2022, será todavía muy alto, entre el 8 y el 10%. Este fenómeno
de bajo o negativo crecimiento con alta inflación se conoce en economía como
estanflación. Fenómeno que afectará a unos sectores económicos más que a otros,
pero todos lo sentirán, lo malo, es que el señor invierno que nos acompaña, si
se prolonga algunos meses más, acabará por empeorar las cosas, especialmente en
alimentos, cosechas, transporte e infraestructura. Así mismo, la inflación, las
tasas de interés y la devaluación, así como la carga de nuevos impuestos, el
aumento del salario mínimo y la indexación psicológica de los consumidores,
continuarán sintiéndose en un alto costo de vida.
Sin
embargo, la incertidumbre que ya se siente en Colombia está acompañada por dos
sensaciones muy desafortunadas para la economía y las expectativas: por un
lado, desconfianza y por el otro, temor. Desconfianza en las nuevas políticas
que propone e impone el gobierno de Gustavo Petro, ya que no se consideran, por
un amplio sector ciudadano y de instituciones diversas nacionales e
internacionales, como oportunas, viables, financiables o ejecutables. Por otro
lado, se experimenta, por esos mismos u otros agentes que se sienten afectados,
gran temor por lo que puede venir con dichas políticas o por cómo los puede
afectar a ellos, sus familias, sus ocupaciones o sus empresas.
Los
anuncios del nuevo gobierno salen a troche y moche, sin preparación ni
evaluación sobre sus implicaciones y complejidades de implementación. Con
contradicciones, afirmaciones, reafirmaciones y contra vías, aún de los propios
miembros del gobierno, de los de su partido el Pacto Histórico y sus propios
coequiperos de la coalición de gobierno pertenecientes a otras vertientes
políticas, todos aspirantes a cargos, presupuestos y beneficios, lo cual
incentiva más la incertidumbre, el temor y la desconfianza. Veamos algunas (son
demasiadas) de las afirmaciones, propuestas, o planteamientos hasta ahora
realizados, aún sin definir ni precisar en sus contenidos, sus alcances y sus
consecuencias de todas las naturalezas. Algunos son pronunciamientos de Petro y
otros, de sus ministros:
Comencemos
por el discurso en la ONU en septiembre pasado, en el cual su tono no fue de
propuesta o planteamiento para reflexionar y actuar, sino con desafío, regaño y
amenaza, bajo el planteamiento central de que la “Guerra contra las drogas ha
fracasado”, cargándole la culpa a los demás países, cuando somos los mayores
productores y exportadores de cocaína. De hecho, Petro se ha negado en diversas
formas con palabras sinuosas a combatir el narcotráfico. Ya quiere total
permisividad con los cultivos ilícitos de pequeños productores y ver cuando el
Estado puede ayudarlos a transformar sus fuentes de ingresos, con apoyo
integral del propio Estado. Esto, mirado a simple vista es loable, pero
conducirá a que más campesinos y personas quieran tener cultivos ilícitos
pequeños ya que no serán combatidos y además les darán beneficios.
Con
una ideología política estatizadora en muchos frentes de la economía, al mejor
estilo socialista, al interior del país ha empleado los siguientes conceptos,
también con tono airado y, generalmente, mesiánico. No son propuestas o
afirmaciones que se vean como convenientes, no buscan cohesión ciudadana sino
impacto político, simplemente son desafiantes, llenas de ideología, más que de
verdaderas políticas de Estado para el bienestar y progreso de todos los
ciudadanos:
- “Tenemos un enemigo interno (se refiere a las leyes y las instituciones)”.
- Anuncios anti-exploración y explotación del petróleo, el gas y el carbón, cuando Colombia aporta sólo el 0.37% de los gases de efecto invernadero del planeta y la actividad petrolera aporta menos del 1% de las emisiones del país, según afirmó Francisco José Lloreda presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo (LR 23/01/2023).
- “Si el mundo consume el carbón de Colombia la humanidad perecería”, afirma Petro. “Hay que descarbonizar el capitalismo y volver al poder planificador de las naciones, al estilo de los países socialistas”, como lo afirmó en Davos, Suiza.
- “Hay que decrecer la economía para preservar el medio ambiente”.
- La paz total con todo tipo de delincuentes, primeras líneas, narcotraficantes y guerrilleros, sin ser claro el sometimiento a la justicia, la no repetición y la reparación a las víctimas. Es un homenaje a la delincuencia y a la impunidad, contraria a todas las víctimas, a la justicia penal y a las instituciones democráticas que nos rigen.
- Asambleas vinculantes para el plan nacional de desarrollo sin consultar las competencias, capacidades, prioridades y disponibilidades de los recursos públicos y sus compromisos. Un verdadero árbol de navidad populista con todos los pedidos de necesidades o anhelos insatisfechos.
- Reforma tributaria enderezada a subir las tasas de tributación de personas y empresas, pero totalmente inoportuna ante el escenario económico que se avecina.
- Anuncios tan descabellados como el de utilizar los fondos de ahorro de los ciudadanos en los Fondos de Pensiones para financiar obras de infraestructura a través de Colpensiones. O la creación de un sistema de pilares donde prácticamente el 97% de los ciudadanos dependerían del Estado para formar una pensión en el propio Colpensiones, lo cual conduciría a la desaparición de los Fondos Privados de Pensiones quienes son los grandes financiadores del propio Estado con sus inversiones en TES.
- Modificaciones al sistema de salud, para depender de un sistema público, con desaparición del papel de las EPS como aseguradoras de la salud, minimizando su importancia y su contribución a la calidad de la salud en el país, frente a lo cual las encuestas de opinión muestran la alta favorabilidad que el sistema actual de salud tiene, al cual habrá que mejorarlo, pero no acabarlo y sustituirlo por algo totalmente estatal.
- Modificaciones al sistema de contratación laboral, etc., entre otros, con contenidos populistas.
Algunas
son ilusionantes promesas, sin estructuración ni financiación definida aún:
- Pensión para los que no tienen pensión.
- Tierra para los campesinos (3.000.000 de hectáreas). No expropiación, pero sí reforma rural con las mejores tierras.
- Rebaja en las tarifas de energía con intervención del sector eléctrico.
- Libertad para las primeras líneas quienes serán voceros o gestores de paz, cuya definición aún no se conoce.
- 100.000 jóvenes con pago de un millón mensual como gestores de paz (¿parecido a los comandos en otros países radicales?)
- Control del mercado cambiario y controles de precios para combatir la inflación.
- Congelamiento de peajes con afectación a la estructura de los contratos de los constructores de las vías e inestabilidad jurídica de los mismos.
- Educación superior gratuita en todos los establecimientos.
- Invitación a las calles para defender las reformas del cambio de Petro, azuzando la confrontación política y por esa vía, la eventual agresión física de unos ciudadanos frente a otros que no comulgan con sus ideas. Poco de concordia, mucho de desafío y descalificación de los contrarios, cuando él ganó con un 51% de los votos y debe gobernar para todos los ciudadanos.
Con
estos anuncios no puede ser menor la sensación de desconfianza, temor,
incertidumbre e inseguridad, todo lo cual le pone más “pique” al desafiante año
económico que se avecina. A más del efecto de pérdida de dinámica económica en
todo el mundo, en Colombia tenemos el efecto Petro, obstinado por concentrar
más poder e injerencia del Estado en toda la economía, adobado con su estilo de
corte autocrático, autoritario e imperativo. Con razón las encuestas de opinión
muestran una respuesta desfavorable sobre las expectativas para el 2023 por
parte de los ciudadanos: es el pesimismo frente a la recesión, con un
“conductor” en la presidencia desconcertante. Todos los días habla de cosas
diferentes, es inacabable, aunque en realidad poco profundo, y en muchas
ocasiones, con cartas ocultas o de doble contenido. Hasta se atrevió a emplear
un espacio televisivo para un discurso político a los ciudadanos colombianos el
24 de diciembre pasado, fecha para el encuentro familiar y el sosiego.
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