Comentario 11/09/2023
EL
CAMINO DE CHILE
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Nota:
los hechos históricos narrados en este comentario son tomados de diferentes
páginas web.
En
septiembre de 1973 fue derrocado el presidente socialista Salvador Allende en
Chile en un golpe de estado cruento y feroz realizado por la sublevación,
inicialmente, de las fuerzas navales y aéreas el 11 de ese mes, bajo el comando
del general Augusto Pinochet, situación donde intervino también Estados Unidos
según documentos desclasificados de la CIA, quien temía la extensión de
gobiernos socialistas y comunistas en el sur del continente. En los bombardeos
que se sucedieron y en la toma por parte del ejército chileno al Palacio de la
Moneda, donde estaba el presidente, se encontró posteriormente su cadáver,
junto al arma con la cual se suicidó.
Salvador
Allende perteneció a una familia de clase media acomodada. Estudió medicina y,
ya desde su época de estudiante universitario, formó parte de grupos de
tendencia izquierdista. Más tarde, alternó su dedicación a la política con el
ejercicio profesional, hasta llegar a la presidencia en el año de 1970. Desde
la fecha de comienzo del mandato las dificultades que el nuevo gobierno debió
enfrentar fueron inmensas. A pesar de ello, la Unidad Popular, su movimiento
político, una vez en el gobierno, emprendió la realización de su plan de
acción, el cual ponía énfasis en la profundización de medidas reformistas. Así,
se amplió el volumen de tierras expropiadas y se inició la socialización de
importantes empresas hasta entonces en manos privadas, las cuales pasaron a ser
dirigidas por cooperativas de trabajadores asesorados por funcionarios
proclives al Gobierno. Además, se concretó la nacionalización del cobre, sin
pago de indemnizaciones a las empresas norteamericanas quienes las explotaban,
lo cual significó el enfrentamiento con los Estados Unidos, país que a partir
de ese momento apoyó abiertamente a los grupos opositores al gobierno
socialista.
Esta
oposición se estructuró en distintos frentes; en lo político, en un parlamento
en el cual representantes de la derecha y los democratacristianos actuaban
unidos. A pesar de esta rígida oposición, el Gobierno de Allende en un inicio
contó con un apoyo importante por parte de la ciudadanía, en particular de los
sectores populares, que se veían directamente beneficiados. En efecto, el
Estado subsidiaba gran parte de los servicios básicos, además de apoyar a
organizaciones de trabajadores, campesinos y pobladores urbanos en sus demandas
de participación.
Este
apoyo a la presidencia de Allende se demostraría claramente en las elecciones
parlamentarias de 1971 y las municipales de 1973, en las cuales los partidos de
la Unidad Popular crecieron en número de votos. Junto con ello, el discurso
político de los partidos de izquierda fue adquiriendo tintes cada vez más
radicales, en tanto que el enfrentamiento abierto con los grupos opositores se
hacía realidad en las calles e indicaba una situación de lucha de clases a sus
ojos inevitable. Estos intentos, conocidos como la "Vía chilena al
socialismo", concitaron el interés y el apoyo de países u organizaciones
tales como el Bloque Soviético, Cuba y los llamados Países No Alineados, lo que
se traducía en el envío de ayuda material y de asesores políticos.
A
pesar de todo ello, una serie de problemas vinieron a polarizar aún más a la
sociedad chilena bajo la presidencia de Allende, en gran medida debido a causas
económicas. La inflación se hizo incontrolable, ya que las alzas salariales y
los gastos del Estado fueron financiados con emisión de circulante sin base de
sustentación en la producción, la cual se vio disminuida y contraída como
consecuencia del bloqueo iniciado por los Estados Unidos y el permanente
conflicto que vivían muchas empresas, paralizadas en forma permanente por la
falta de recursos y materias primas. A ello se agregaban problemas de
distribución de alimentos y bienes, lo que hacía difíciles las condiciones de
vida del común de la población. El conocido economista chileno Sebastián Edwards
en su libro sobre “El proyecto chileno” describe cómo en el momento del golpe
de estado: “la situación era insostenible: una inflación del 350% anual,
anaqueles vacíos por cuenta de obtusos controles de precios, paralización del
transporte, expropiaciones sin adecuada indemnización y movimientos sociales de
protesta de todos lados, con enfrentamientos de todos los tipos”.
Este
clima de desabastecimiento y crisis, azuzado por los distintos sectores
políticos, se tradujo en numerosas movilizaciones a favor y en contra del
gobierno de Allende, la más importante de las cuales fue la paralización del
yacimiento de cobre de El Teniente, junto a la huelga de los gremios de
transportistas, que prácticamente inmovilizó el traslado de bienes de un punto
a otro del país. A ello se sumaban conflictos en la universidad y en los
colegios profesionales (médicos y profesores fundamentalmente), que dibujaban
una división profunda en todos los ámbitos de la vida nacional. Todo lo cual
llevó al propio Congreso Chileno en julio de 1973 a solicitar a las fuerzas
armadas deponer a Allende. La derecha y algunos sectores de la Democracia
Cristiana consideraron la situación insoluble, por lo que decidieron, de forma
más o menos abierta, recurrir al recurso del golpe de estado militar contra el
presidente Allende. Finalmente, el 11 de septiembre de 1973, el general Augusto
Pinochet encabezó el golpe militar. El presidente Allende rechazó las
exigencias de rendición y murió en el palacio presidencial, como ya se indicó.
Por
su parte, el gobierno de Pinochet se fue al otro extremo del péndulo político,
económico y social del enfoque empleado por Allende, ya que implementó un
modelo económico neoliberal basado en el libre mercado, la privatización de
empresas estatales y la apertura al comercio exterior. Estas políticas fueron
asesoradas por un grupo de economistas conocidos como los Chicago Boys. Algunos
resultados de este modelo fueron el aumento significativo del crecimiento
económico, la reducción de la inflación y del déficit fiscal, y la atracción de
inversiones extranjeras. Sin embargo, también se generaron altos niveles de
desigualdad, pobreza, desempleo y endeudamiento. Estos problemas sociales
fueron una de las causas del descontento popular que llevó al plebiscito de
1988 y a las protestas recientes, en la búsqueda de “la dignidad” del pueblo
chileno, según se afirma. Tanto Allende como Pinochet fueron y son sujetos de
odios y amores por sus obras, realizaciones, abusos, violencias, persecuciones
y, por supuesto, por las convicciones políticas que querían imponer.
Y, ¿cómo está Chile hoy? Es un país fuertemente dividido y polarizado, que no
encuentra su camino, bajo la batuta del nuevo gobernante de izquierda Gabriel
Boric se hacen intentos por modernizar la constitución, pero en el más reciente
de ellos fue rechazado (68% de rechazo) y, por ahora, aún sigue vigente la
Constitución que fue desarrollada en la época de Pinochet. Sin embargo, se
busca un nuevo camino y una nueva constitución que integre al pueblo chileno,
según afirma Boric: “Democracia es memoria y futuro”. Pero, hay voces menos
optimistas, como el mismo economista Edwards, quien afirma: “Después del auge
socioeconómico de Chile (1984-2016) y de su crisis política (2018-2023),
difícilmente, durante las próximas dos décadas, se volvería al liderazgo que
tuvo Chile en América Latina. Hay que aprender de las lecciones de Chile.
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