domingo, 10 de septiembre de 2023

EL CAMINO DE CHILE

 Comentario 11/09/2023

 

EL CAMINO DE CHILE

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Nota: los hechos históricos narrados en este comentario son tomados de diferentes páginas web.

En septiembre de 1973 fue derrocado el presidente socialista Salvador Allende en Chile en un golpe de estado cruento y feroz realizado por la sublevación, inicialmente, de las fuerzas navales y aéreas el 11 de ese mes, bajo el comando del general Augusto Pinochet, situación donde intervino también Estados Unidos según documentos desclasificados de la CIA, quien temía la extensión de gobiernos socialistas y comunistas en el sur del continente. En los bombardeos que se sucedieron y en la toma por parte del ejército chileno al Palacio de la Moneda, donde estaba el presidente, se encontró posteriormente su cadáver, junto al arma con la cual se suicidó.

Salvador Allende perteneció a una familia de clase media acomodada. Estudió medicina y, ya desde su época de estudiante universitario, formó parte de grupos de tendencia izquierdista. Más tarde, alternó su dedicación a la política con el ejercicio profesional, hasta llegar a la presidencia en el año de 1970. Desde la fecha de comienzo del mandato las dificultades que el nuevo gobierno debió enfrentar fueron inmensas. A pesar de ello, la Unidad Popular, su movimiento político, una vez en el gobierno, emprendió la realización de su plan de acción, el cual ponía énfasis en la profundización de medidas reformistas. Así, se amplió el volumen de tierras expropiadas y se inició la socialización de importantes empresas hasta entonces en manos privadas, las cuales pasaron a ser dirigidas por cooperativas de trabajadores asesorados por funcionarios proclives al Gobierno. Además, se concretó la nacionalización del cobre, sin pago de indemnizaciones a las empresas norteamericanas quienes las explotaban, lo cual significó el enfrentamiento con los Estados Unidos, país que a partir de ese momento apoyó abiertamente a los grupos opositores al gobierno socialista.

Esta oposición se estructuró en distintos frentes; en lo político, en un parlamento en el cual representantes de la derecha y los democratacristianos actuaban unidos. A pesar de esta rígida oposición, el Gobierno de Allende en un inicio contó con un apoyo importante por parte de la ciudadanía, en particular de los sectores populares, que se veían directamente beneficiados. En efecto, el Estado subsidiaba gran parte de los servicios básicos, además de apoyar a organizaciones de trabajadores, campesinos y pobladores urbanos en sus demandas de participación.

Este apoyo a la presidencia de Allende se demostraría claramente en las elecciones parlamentarias de 1971 y las municipales de 1973, en las cuales los partidos de la Unidad Popular crecieron en número de votos. Junto con ello, el discurso político de los partidos de izquierda fue adquiriendo tintes cada vez más radicales, en tanto que el enfrentamiento abierto con los grupos opositores se hacía realidad en las calles e indicaba una situación de lucha de clases a sus ojos inevitable. Estos intentos, conocidos como la "Vía chilena al socialismo", concitaron el interés y el apoyo de países u organizaciones tales como el Bloque Soviético, Cuba y los llamados Países No Alineados, lo que se traducía en el envío de ayuda material y de asesores políticos.

A pesar de todo ello, una serie de problemas vinieron a polarizar aún más a la sociedad chilena bajo la presidencia de Allende, en gran medida debido a causas económicas. La inflación se hizo incontrolable, ya que las alzas salariales y los gastos del Estado fueron financiados con emisión de circulante sin base de sustentación en la producción, la cual se vio disminuida y contraída como consecuencia del bloqueo iniciado por los Estados Unidos y el permanente conflicto que vivían muchas empresas, paralizadas en forma permanente por la falta de recursos y materias primas. A ello se agregaban problemas de distribución de alimentos y bienes, lo que hacía difíciles las condiciones de vida del común de la población. El conocido economista chileno Sebastián Edwards en su libro sobre “El proyecto chileno” describe cómo en el momento del golpe de estado: “la situación era insostenible: una inflación del 350% anual, anaqueles vacíos por cuenta de obtusos controles de precios, paralización del transporte, expropiaciones sin adecuada indemnización y movimientos sociales de protesta de todos lados, con enfrentamientos de todos los tipos”.

Este clima de desabastecimiento y crisis, azuzado por los distintos sectores políticos, se tradujo en numerosas movilizaciones a favor y en contra del gobierno de Allende, la más importante de las cuales fue la paralización del yacimiento de cobre de El Teniente, junto a la huelga de los gremios de transportistas, que prácticamente inmovilizó el traslado de bienes de un punto a otro del país. A ello se sumaban conflictos en la universidad y en los colegios profesionales (médicos y profesores fundamentalmente), que dibujaban una división profunda en todos los ámbitos de la vida nacional. Todo lo cual llevó al propio Congreso Chileno en julio de 1973 a solicitar a las fuerzas armadas deponer a Allende. La derecha y algunos sectores de la Democracia Cristiana consideraron la situación insoluble, por lo que decidieron, de forma más o menos abierta, recurrir al recurso del golpe de estado militar contra el presidente Allende. Finalmente, el 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet encabezó el golpe militar. El presidente Allende rechazó las exigencias de rendición y murió en el palacio presidencial, como ya se indicó.

Por su parte, el gobierno de Pinochet se fue al otro extremo del péndulo político, económico y social del enfoque empleado por Allende, ya que implementó un modelo económico neoliberal basado en el libre mercado, la privatización de empresas estatales y la apertura al comercio exterior. Estas políticas fueron asesoradas por un grupo de economistas conocidos como los Chicago Boys. Algunos resultados de este modelo fueron el aumento significativo del crecimiento económico, la reducción de la inflación y del déficit fiscal, y la atracción de inversiones extranjeras. Sin embargo, también se generaron altos niveles de desigualdad, pobreza, desempleo y endeudamiento. Estos problemas sociales fueron una de las causas del descontento popular que llevó al plebiscito de 1988 y a las protestas recientes, en la búsqueda de “la dignidad” del pueblo chileno, según se afirma. Tanto Allende como Pinochet fueron y son sujetos de odios y amores por sus obras, realizaciones, abusos, violencias, persecuciones y, por supuesto, por las convicciones políticas que querían imponer.

Y, ¿cómo está Chile hoy? Es un país fuertemente dividido y polarizado, que no encuentra su camino, bajo la batuta del nuevo gobernante de izquierda Gabriel Boric se hacen intentos por modernizar la constitución, pero en el más reciente de ellos fue rechazado (68% de rechazo) y, por ahora, aún sigue vigente la Constitución que fue desarrollada en la época de Pinochet. Sin embargo, se busca un nuevo camino y una nueva constitución que integre al pueblo chileno, según afirma Boric: “Democracia es memoria y futuro”. Pero, hay voces menos optimistas, como el mismo economista Edwards, quien afirma: “Después del auge socioeconómico de Chile (1984-2016) y de su crisis política (2018-2023), difícilmente, durante las próximas dos décadas, se volvería al liderazgo que tuvo Chile en América Latina. Hay que aprender de las lecciones de Chile.

 

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