Comentario 18/03/2024
ELECCIONES
2026
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
En
agosto del 2022 fue elegido Gustavo Petro como nuevo presidente de la república
de Colombia para gobernar hasta el año 2026, sin embargo y a sólo un año y
medio de iniciar su mandato ya está hablando de ganar y de fraude electoral en
las elecciones de ese año. En efecto, en declaraciones hechas en Pasto,
recientemente abordó temas tales como los que se mencionan a continuación.
Hemos separado sus afirmaciones como sentencias breves para examinarlas
individualmente y luego poder integrarlas:
- Viene radicalizando su discurso en torno a las instituciones, se ha referido en varias oportunidades al sistema electoral colombiano, dado que el tema se ha convertido en su centro de atención, sugiriendo que la democracia colombiana podría permitir fraudes u otras injusticias en elecciones.
- Tenemos una enorme vulnerabilidad en nuestro sistema electoral, que es proclive al fraude y, por tanto, un enorme peligro para la democracia”.
- Y en una escandalosa declaración, el mandatario comparó el sistema electoral colombiano con el venezolano: “Es muchísimo peor el colombiano”.
- Aseguró que algo “extraño” ocurre en la Registraduría y se refirió a las empresas que apoyan este proceso, en particular a Thomas Greg & Sons.
- En 2026 tenemos que volver a ganar”, dijo Petro, dando golpes en el atril, ante comunidades de Nariño. Dijo que iba a salir de la Casa de Nariño, pero porque “no le gusta ni cinco”.
- Pero ojo, ahí llega la fuerza progresista a profundizar la democratización de Colombia, la posibilidad de la paz. Ahí no podemos retroceder ni un paso, no podemos cometer ese error”, agregó, pidiendo un triunfo “contundente”.
- Y reiteró: “La oligarquía no saca a Petro del Gobierno porque lo eligió el pueblo y va a volver a elegir. Y no se puede equivocar”.
- Finalmente, pidió “profundizar la democracia”, al mismo tiempo que, desde el poder, se propone por lo menos dejar sucesor en la Casa de Nariño en público.
No
pueden ser más elocuentes estas declaraciones, ya que no son insinuaciones
veladas, son afirmaciones directas sobre lo que está en su mente y en su
convicción sobre el 2026.
Sea
lo primero es decir que crea un escenario de fraude electoral y de
deslegitimación de las autoridades electorales, situación que le conviene en el
momento actual y en el momento futuro. En el presente porque las cuentas de su
campaña electoral del 2022, que están siendo sometidas a escrutinio por la
transgresión de las normas electorales, en contravención del artículo 109 de la
Constitución que prohíbe la violación de los topes máximos de financiación de
las campañas, hecho que será sancionado con la pérdida de la investidura o del
cargo. El Código Penal también tipificó los delitos de “financiación de
Campañas electorales con fuentes prohibidas”, “violación de los topes o límites
de gastos en las campañas electorales” y “omisión de información de aportantes”.
Hacia
el futuro le conviene a Petro el escenario de fraude en el 2026 porque si no
gana esas elecciones el progresismo, como es previsible dados los enormes
“yerros” e ineficacia del gobierno Petro y sus ministros para gobernar, el
escenario de dolo será conveniente a los intereses del pacto histórico para
justificarse ante sus huestes y electores.
Crear
desconfianza sobre las empresas que intervienen en el proceso electoral, como
con la firma Thomas Greg & Sons, también le conviene porque deslegitima su
participación y el resultado de la elección. No le hace mucho eco el hecho de
que él fue elegido presidente por las mismas instituciones que hoy condena,
¿por qué no lo hizo en el momento de sus anteriores elecciones de senado,
alcaldía y presidencia?
Las
últimas afirmaciones se refieren a la continuidad del progresismo para
profundizar la democratización de Colombia y la posibilidad de la paz, cuando
Colombia es, de acuerdo con su constitución y su ordenamiento jurídico, un país
democrático, participativo y representativo, y, además, cuando la paz es una
conquista del Estado que obliga a todos los gobiernos. Estos temas no se pueden
adjudicar como ideales del progresismo y lejos de los demás pensamientos
políticos, son materias de incumbencia nacional y comunitaria, no de partido o
de grupo.
Como
también hay que afirmar que al término de su mandato la voluntad política de
los ciudadanos tomará las decisiones, vía elecciones, sobre quién sucederá a
Gustavo Petro, así como a los demás dignatarios del gobierno o del congreso,
respectivamente. Esta no es una decisión de las oligarquías. Afirmación que
sólo termina por exacerbar el odio de clases y la confrontación armada en un
país necesitado y anhelante de la paz total, sí, pero no como él la concibe a
punta de dádivas y beneficios a los maleantes de todos los pelambres, sin
respetar la verdad, las víctimas, los territorios, la auténtica reconciliación,
la reparación, la no repetición y la no concesión de amnistías o indultos a
troche y moche.
En
consecuencia, el presidente, metido a fondo en las elecciones presidenciales de
2026, antes de cumplir dos años gobernando al país, cuestiona el sistema
electoral colombiano, mina la credibilidad de las autoridades electorales,
previene a la población anticipando un fraude en gran escala y concluye
pidiendo que se reelija el progresismo. Nada más lejano a la realidad y las
conveniencias del país.
Estamos avisados quienes no compartimos los modelos políticos socialistas, estatistas, autocráticos, demagógicos, nacionalistas y populistas de la izquierda radical. Su punto de mira son las elecciones del 2026, por cualquier vía que les convenga, aunque afecte las instituciones, la democracia y la estabilidad del país.
Con
tanta intervención del presidente en las elecciones del 2026, se volvió un
activista político y un jefe de debate del progresismo, más que un garante de
elecciones libres y transparentes para todos los ciudadanos y corrientes de
opinión, ¿esa actuación si es leal y legal?
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