Comentario 10/09/2018
Por:
Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero
Industrial y Administrativo
Nota: algunos de los hechos descritos a
continuación han sido tomados de noticias de prensa.
La nueva Constitución cubana eliminó el
término comunismo, ésta incorporó las reformas económicas preparadas por de
Raúl Castro en la última década en favor de un “socialismo sostenible”, con algún
grado de propiedad privada y reformas sociales, algunas muy liberales como el
matrimonio homosexual, impensable hasta ahora en la cultura cubana. El
propósito fue el de modificar la Constitución de 1976, para adaptar el nuevo
texto constitucional a la realidad económica, política y social de Cuba y de la
comunidad internacional, como lo explicó el secretario del Consejo de Estado,
Homero Acosta.
En el ámbito económico, la nueva
propuesta constitucional refleja este propósito al mencionar sólo la palabra "socialismo"
como política de Estado, en contraste con el texto vigente que, en su artículo
5, consignaba el "avance hacia una sociedad comunista".
Además, el artículo 21 de la nueva Constitución reconoce "otras formas de propiedad como la cooperativa, la propiedad mixta y la propiedad privada", lo que también supone un importante cambio respecto al documento de 1976, en el cual sólo se reconocía la propiedad estatal y la cooperativa agropecuaria.
Asimismo, la nueva constitución admite la inversión extranjera como "una necesidad y un elemento importante del desarrollo", en un intento por atraer divisas para paliar la endémica crisis económica que atraviesa el país y que se ve agravada por la inestabilidad política y la quiebra económica de Venezuela, quien hasta ahora actuaba como su principal socio y patrocinador.
Además, el artículo 21 de la nueva Constitución reconoce "otras formas de propiedad como la cooperativa, la propiedad mixta y la propiedad privada", lo que también supone un importante cambio respecto al documento de 1976, en el cual sólo se reconocía la propiedad estatal y la cooperativa agropecuaria.
Asimismo, la nueva constitución admite la inversión extranjera como "una necesidad y un elemento importante del desarrollo", en un intento por atraer divisas para paliar la endémica crisis económica que atraviesa el país y que se ve agravada por la inestabilidad política y la quiebra económica de Venezuela, quien hasta ahora actuaba como su principal socio y patrocinador.
Pero, ¿de dónde surgen estos cambios?
De su propia realidad de atraso
económico y de la falta de desarrollo y progreso. Si bien Cuba avanzó en
proporcionar niveles de educación y de cobertura en salud apropiados a su
población, desde los años sesenta, con la dictadura de los Castro, se convirtió
en un país carente de oportunidades, donde se perdió la iniciativa privada, por
dedicarse a crear un país comunista y a exportar su revolución a Latinoamérica.
Además, baste mirar también la realidad
del gran patrocinador de sus últimos veinte años, Venezuela, quien siguió un
camino semejante, bajo la tutela del propio Cuba y de sus asesores políticos y
económicos radicados en Venezuela, a cambio de petróleo y divisas para poder
mantenerse.
Pero la realidad es tozuda, recientemente,
el propio Nicolás Maduro aceptó el fracaso de la revolución Chavista cuando
afirmó:
“Los modelos productivos que hemos
intentado hasta ahora han fracasado, y la responsabilidad es mía, es nuestra.
No podemos echarle la culpa a la Santísima Trinidad. Basta ya de lloriqueos
frente al imperialismo, nos toca a nosotros producir, con bloqueo o sin
bloqueo”, refiriéndose a un potencial bloqueo de los EE UU. Todo esto lo afirmó
el mandatario en el pleno del IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), donde salieron a relucir no pocas fisuras y descontento sobre lo que ha
sido la gestión del mandatario desde su primer gobierno, asumido en el 2013.
Dos ubicaciones geográficas con potencialidades
económicas distintas, Cuba y Venezuela, pero una sola realidad: el fracaso de
las revoluciones comunistas. No basta decir que “éramos comunistas y ya no”, como afirmaban los voceros cubanos,
hay que transformar realmente la condición estructural del país, llegando a
condiciones de libertad económica y política para todos los individuos y aceptar
la iniciativa privada nacional o extranjera, con pleno derecho y respeto por la
propiedad privada, las leyes y las creencias políticas individuales, contando
con diferentes partidos e instituciones, no solo con un parlamento
unipartidista.
Comunismo y socialismo, en la práctica,
son dos caras de la misma moneda, los cuales, en el lenguaje corriente, se usan
como sinónimos, veamos:
De cierta forma, se puede decir que el
comunismo es una forma extrema del socialismo. Varios países cuentan con
partidos políticos socialistas dominantes, pero sólo pocos son comunistas. De
hecho, la mayoría de los países, incluso aquellos que son fervientes
practicantes del capitalismo, como EEUU y el Reino Unido, tienen programas
gubernamentales basados en principios del socialismo.
Muchas veces los conceptos del socialismo
y del comunismo son usados indistintamente, pero ambas filosofías tienen
diferencias importantes. Quizás la más notable es que mientras que al comunismo
se le considera un sistema político de estado y de gobierno, el socialismo es
más bien un sistema económico y de pensamiento que puede coexistir en cierto
grado con una gran variedad de sistemas políticos.
El socialismo se considera
habitualmente como un sistema económico que tiene por objeto lograr un grado de
igualdad (equidad) entre todos los miembros de una misma sociedad. El
comunismo, por el contrario, es un sistema político que busca el poder del
pueblo a través de una sociedad sin clases sociales y un estado sin religión.
El comunismo se considera como una forma más radical del socialismo. Dentro del
socialismo, la gente decide a través de qué medios debe funcionar la economía,
en cambio el comunismo controla la economía a través de un solo partido
autoritario.
Cuba y Venezuela y otros
gobiernos que se asemejan, como Nicaragua, demuestran el fracaso de la ausencia
de libertades en la economía y la política.