martes, 28 de mayo de 2019

LA POLARIZANTE POLARIZACIÓN


Comentario 20/05/2019
LA POLARIZANTE POLARIZACIÓN

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
                               http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

La polarización se ha convertido en los últimos años en la sombra que acompaña a Colombia, no hay debate político o conversación ciudadana sobre el país donde no esté presente, sesgando el juicio y la interpretación de favorecedores y opositores de las iniciativas, proyectos y programas del gobierno nacional o de las personas que acompañan al pensamiento del Centro Democrático, sus líderes y representantes, especialmente del ex presidente Alvaro Uribe. Este último es considerado, por los partidos de oposición, como el causante de todos los males del país y es visto como el gran leviatán que impide que el país avance (¿por qué?).

Aunque hay muchas causas de la polarización, examinemos la que, en mi concepto, es la fundamental: la paz de Santos y la rivalidad en las posiciones ideológicas de los partidos políticos detrás del acuerdo. Hablemos primero de lo primero: desde el inicio del gobierno Santos el país se dividió, dado que este gobernante, quien había sido elegido con las políticas, consignas y plan de gobierno del Centro Democrático, quien fue elegido por electores de ese partido y personas afines, al momento de posesionarse cambió su programa de gobierno e introdujo unas negociaciones de paz con las FARC a espaldas del país, realizadas en la Habana, con el concurso de países como el propio Cuba y Venezuela, lo cual auguraba una posición francamente de izquierda en el tono y los términos de la negociación. Santos en su segundo mandato se hizo elegir por movimientos de izquierda, fuertemente impulsados e influenciados por Gustavo Petro.

En la Habana se “negoció” lo “divino y lo humano”, a través de 6 acuerdos (desde lo agrario hasta lo institucional) que comprometen al país en tres gobiernos consecutivos, con cláusulas inmodificables y no sometidas a eventuales revisiones o renegociaciones, son constitución de la República. Es decir, frente al proceso de paz los siguientes gobiernos ya tienen las decisiones tomadas y las manos atadas por el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Sin embargo, durante 6 años de negociaciones y trámites, estos acuerdos no fueron divulgados a la comunidad, pero si se invitó a aprobarlos en el plebiscito porque significaban la paz (el SI) o, en caso contrario, la continuación de la guerra (el NO). El ex presidente Santos, quien con el acuerdo se ganó el premio Nobel de la paz, un tremendo acicate para la pronta firma del acuerdo antes de la entrega de este galardón en el mismo mes de noviembre de 2016, sometió a la aprobación del pueblo lo acordado en el famoso plebiscito del SI y del NO, ganando este ultimo. Posteriormente y con habilidad inaudita, realizó algunas consultas con los partidos políticos y como salido de un sombrero de mago, apareció el SI al acuerdo y su aplicación a partir del momento, ya que, con argucias políticas y jurídicas, mermelada, acuerdos amañados con grupos políticos, y aplicando el famoso fast track en el Congreso (quien se abrogó la facultad de sustituir al pueblo con la decisión del plebiscito), creado para tal fin por una única vez, y con el concurso de la Corte Constitucional, convirtió dichos acuerdos con las FARC en leyes de la República e hipotecó el presupuesto nacional con erogaciones por 129 billones de pesos en el plazo de ejecución del acuerdo, sin contar con fuentes ciertas de financiación. Para ello se utilizó como estribillo de sus campañas y gestiones el famoso “amigos y enemigos de la paz”, dividiendo severamente al país y polarizando su opinión con relación al acuerdo y a todo lo que de él se deriva, como la Justicia transicional, representada en la JEP.

Este acuerdo se le vendió al país como diseñado en función de las víctimas, las cuales no han estado presentes para nada, todo ha sido para favorecer a las FARC, si bien se han hecho actos de desmovilización y entrega de armas por algunos miembros de la guerrilla que han querido reincorporarse a la vida civil. De ahí en adelante, el acuerdo de paz ha sido “un caballo de Troya” dentro de la democracia, porque a medida que se ha ido “desenrollando”, se ha conocido que conduce a hechos graves e inconvenientes para el país, como son (mencionando sólo algunas):

  • Amnistías e indultos aún para delitos de lesa humanidad (secuestro, violación, terrorismo contra poblaciones inermes, extorsión, narcotráfico, lavado de activos, reclutamiento forzado, apropiación de tierras, ganados y bienes de terceros, etc.). Penas alternativas distintas de cárcel con reparación a las víctimas con bienes poco comercializables.
  • Reclutamiento de menores, niños y niñas (ver los testimonios de la Corporación Rosa Blanca, por ejemplo).
  • Narcotráfico como delito político y su extensión por todo el país (210.000 hectáreas) y lavado de activos, sin pago de impuestos, dirigido por las disidencias de las FARC.
  • Privilegios económicos y curules en el congreso para sus dirigentes, sin haber revelado la verdad, ni tenido una sola sanción por sus delito.
  • Justicia Transicional sesgada en favor de las FARC, lo cual conducirá a la impunidad, la falta de verdad, justicia, reparación y la garantía de no repetición. Basta ver las últimas actuaciones de la JEP con el caso Santrich, cuando indica que no había suficiente evidencia para juzgar la fecha del delito, si bien la Fiscalía, la Procuraduría y dos de los magistrados de la propia JEP, quienes participaron en la verificación de la fecha, le han afirmado al país categóricamente que sí hay evidencia suficiente para avalar la extradición. Detrás de estas actuaciones, como muchas otras de la JEP, está en juego la credibilidad en todo el proceso de paz. De hecho, la propia JEP es uno de los mayores elementos de polarización y controversia en el país.


Sobre todos los elementos de la polarización política en Colombia, la izquierda pide dejar las cosas como están, pasar la página y construir el nuevo futuro del país para su desarrollo, en sentido contrario los movimientos de derecha afirman que la institucionalidad del país ha sido afectada con el acuerdo de paz, la corrupción y los fallos de las Cortes y que mientras las instituciones estén amenazadas, primero hay que defenderlas y sanearlas para que se construya un futuro sólido y estable, de lo contrario la polarización continuará por muchos años más.

En ese sentido, las objeciones del Presidente Duque al estatuto de la JEP, no son afectaciones a la constitución, se hicieron por conveniencia, y queda claramente demostrada su pertinencia con lo que está ocurriendo, si no, miremos la afectación grave a la extradición como la herramienta más eficaz en el combate a los narcotraficantes y su implicación con el caso Santrich. Ya la Procuraduría solicitó que se envié la documentación que reposa en la JEP a la Corte para que sea ella la que dictamine sobre la extradición de este criminal. Además, estamos a la espera del fallo de las Cortes sobre si las objeciones fueron rechazadas o aprobadas con el tema de los 47 votos a favor, requiriendo ser 48. Todo esto sigue polarizando al país.


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