Comentario 17/06/2019
EL ENTRANPAMIENTO
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
En reciente entrevista del negociador de paz, Sergio
Jaramillo, concedida a una famosa periodista de la CNN y a una cadena de radio
en Colombia, se quejó de dos cosas: la primera, que el acuerdo de paz no se
estaba desarrollando a cabalidad (contrario a la evidencia) y la segunda, que
el caso Santrich era una entrampamiento de las autoridades colombianas y
norteamericanas, calificándolo como un acto muy hostil, para perjudicar el
proceso de paz.
A renglón seguido la Vicepresidente, Marta Lucía Ramírez, le respondió:
“que fue el pueblo colombiano el que se sintió engañado con lo pactado en Cuba
con la hoy desarmada guerrilla” “Lo que preguntaría es cómo le hicieron este
entrampamiento a la sociedad colombiana para dejarnos anegados de
narcotráfico”, dijo Ramírez, tras recordar cómo ha venido creciendo el número
de hectáreas cultivadas con coca, un alarmante hecho que, agregó, se dio como
consecuencia de la firma de los acuerdos de paz. “El entrampamiento está
también en generar un acuerdo que permite que Santrich esté sentado
hoy en el Congreso sin haber tenido un sólo día de condena, ni el más mínimo
gesto de reparación o contrición frente a la sociedad”, agregó la
vicepresidenta Ramírez desde Neiva. Examinemos los argumentos de la
Vicepresidente Ramírez para encontrar las razones de sus afirmaciones:
Desde la posesión del Presidente Santos, en su primer gobierno, el
pueblo colombiano que lo eligió se sintió engañado, porque cambió las
motivaciones de su campaña, la cual fue acompañada firmemente por el Centro Democrático,
por un proceso de paz inconsulto e inopinado, para el cual el país no le había
dado un mandato. Sin embargo, Santos usó toda su argucia, con la capacidad y el
presupuesto del Estado, para celebrar un acuerdo con la guerrilla de las FARC
en Cuba, con el concurso de países abiertamente de la izquierda radical como
Cuba y Venezuela y con miembros extranjeros representantes de partidos de
izquierda, quienes diseñaron y participaron en la conformación de la Justicia
Especial para la Paz (JEP), la llamada columna vertebral del acuerdo de paz. De
hecho, el Presidente Santos en su segundo mandato se hizo elegir con las
banderas de la izquierda, especialmente lideradas, en esa elección, por Gustavo
Petro.
Santos, sintiéndose sobrado en su acuerdo de paz, sometió su aprobación
al famoso plebiscito donde se midieron las fuerzas del Sí (a favor de la paz) y
las del No (en contra de la paz) según la mal intencionada propaganda que se
hizo en ese momento, con recursos del Estado. Hasta los funcionarios públicos
fueron autorizados a hacer proselitismo por la causa del Sí. Santos, además,
modificó el umbral de las votaciones a su amaño, para forzar el Sí. Quienes no
estaban de acuerdo con lo aprobado en la Habana, eran guerreristas y contrarios
a la paz y condenaban al país a la descalificación de la comunidad
internacional y al atraso en las zonas de conflicto, nada más lejos de la verdad.
Se recuerda con especial asombro el acto de imposición de las palomas de la paz
en Cartagena con Presidentes de varios países, todo financiado por Colombia. Santos,
además, se “ganó” el nobel de paz, que era uno de sus principales objetivos, en
su agenda oculta a los ciudadanos colombianos.
Luego del plebiscito, Santos utilizó toda su maña política, en asocio
con los partidos colombianos traiciónales y los de izquierda, menos el Centro
Democrático, para forzar su aprobación y reglamentación vía fast track en el
Congreso, creado para ese efecto, en representación del pueblo colombiano,
según afirmó. Con el acuerdo benefició en todas sus formas a los miembros de
las FARC, borrando sus delitos, aún los de narcotráfico, y concediéndoles
beneficios en la desmovilización y entrega de armas (la cual apenas fue
parcial), se les otorgaron: territorios, presupuestos, curules, injerencia
política con los seis puntos acordados en la Habana, los cuales condicionan el devenir
de Colombia y sus presupuestos públicos en los siguientes quince años de la
firma del acuerdo, al no poder ser modificado por los siguientes tres
gobiernos. De hecho, volvía constitución de la república el acuerdo para que no
fuera susceptible de modificarse en forma expedita. El acuerdo declaró, eso sí,
que los delitos de lesa humanidad y los cometidos por los miembros de las FARC
después de su firma, sí serían sancionados de acuerdo a las normas de la JEP
(penas alternativas, no de cárcel,….. más gabelas), quien juzgaría, además,
sobre el momento de su realización para aceptar o rechazar la extradición, en
caso de ocurrir.
Lo que ha ocurrido en Colombia durante el acuerdo y posterior a su firma
es un verdadero entrampamiento para los ciudadanos colombianos, quienes
pensando en la paz, con asombro, han tenido que ver los más atrevidos actos de
agresión por parte de los miembros de las FARC, como son:
·
Extensión de cultivos de coca por más de 210.000 hectáreas, con severa
afectación al medio ambiente y a la salud de la comunidad inundada de microtráfico.
Podemos ser descertificados por USA por estos hechos.
·
No hay una real verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición
por parte de los miembros de las FARC, quienes han continuado en disidencias
armadas los unos, o en el congreso y la vida política, los otros. La reparación
la está haciendo el Estado a las víctimas sin garantía de recuperación de los bienes
declarados por las FARC (entre ellos cucharas, cuchillos y pocillos usados). En
la práctica se ha producido el mayor lavado de activos del país sin ninguna
sanción impositiva, no se ha visto, tampoco, una acción de la DIAN para encausar
dichos dineros
·
La JEP (“el tribunal de las FARC”, como los llaman los propios
guerrilleros) es un organismo que goza de toda la desconfianza de la comunidad
por su sesgada actuación en favor de ellos, sin mostrar resultados efectivos de
su juzgamiento de los delitos. Ya se anuncia un referendo revocatorio del
mandato de la JEP, que vamos a ver si se realiza.
·
Los máximos cabecillas, están “calentando asiento en el congreso”, con
prebendas de seguridad y remuneraciones millonarias, sin aportarle nada a la
Nación, y sin haber sacado un voto en elección popular para su aclamación como
congresistas.
·
El caso Santrich repele por lo
grotesco y desafiante para el pueblo colombiano, lo malo es que los órganos de
justicia parecen defenderlo: La JEP dice que no es extraditable, el Consejo de
Estado que es aforado y la Corte Suprema de Justicia, que debe gozar de
libertad para posesionarse como congresista, lo cual en efecto ya hizo, en
forma desafiante.
¿El entrampamiento será para Santrich y para el proceso de paz o para el
pueblo colombiano engañado por el gobierno Santos y sus negociadores, en
connivencia con las FARC? Creo firmemente que es lo segundo, pero… siempre
habrá otro amanecer y amanecerá y veremos.