lunes, 23 de septiembre de 2019

COGER IMPULSO


Comentario 23/09/2019
COGER IMPULSO
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
                http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

Sorprendentemente Colombia está teniendo un desempeño económico notable (crecimiento del PIB superior al 3%) en el mar de incertidumbre en que está inmerso en este momento la economía mundial, por las razones de todos conocidas como son: las relaciones de USA con otros países, por temas estratégicos, comerciales, políticos o militares, las vicisitudes del Reino Unido con su retirada de la Unión Europea (el Brexit), las rivalidades entre países con diferentes culturas, convicciones religiosas y estructuras económicas como sucede con Israel y Arabia Saudita frente a Irán, por ejemplo, las influencias políticas, económicas o militares de potencias como China y Rusia en Latinoamérica o en otras zonas del mundo, el mal desempeño en su crecimiento de varias economías europeas y latinoamericanas, los cambios de estilo de gobierno como ha ocurrido recientemente en México y se prevé que ocurra en Argentina próximamente.

Por otro lado, y aguzando aún más las problemáticas económicas y sociales, está la amenaza del cambio climático, cuyos efectos son cada vez más visibles en diversas regiones del mundo, a través de fenómenos tales como el deshielo de las zonas polares, los huracanes y monzones, la falta de lluvia o por el contrario las severas inundaciones, la pérdida de especies vegetales y animales, los incendios forestales, etc,.

Simultáneamente, hay graves conflictos regionales, por razones diversas como el caso de los países del medio oriente, de algunos países africanos y, para no ir muy lejos, el caso de Venezuela y su éxodo de venezolanos o sus amenazas militares a Colombia para destruir con misiles y ataques aéreos la infraestructura petrolera, industrial y vial del país.

Además, existen continuas e inesperadas fluctuaciones en los mercados de valores, monedas, reservas de metales preciosos, en los precios de los productos básicos (commodities), en los índices de valores monetarios, en las propias monedas con sus revaluaciones o devaluaciones y en los flujos inestables y nerviosos de capitales.

De otra parte, no escapa a la vista de todos la problemática de migración de muchas poblaciones que dejan sus territorios por las persecuciones políticas, las guerras, las hambrunas, el deterioro económico, las catástrofes naturales, la falta de oportunidades y el sueño remoto de un futuro mejor.

Son tantos y tan diversos los frentes de volatilidad, que la palabra que caracteriza la economía mundial en este momento es precisamente la incertidumbre. Casi que lo que se avizoraba o se preveía en materia económica aún en el corto plazo, se reversa en su contenido y dirección en forma frecuente e intempestiva, haciendo muy difícil que los negocios en todo el mundo tengan un panorama despejado para realizar sus inversiones de capital en innovación, progreso y desarrollo en las actividades productivas.

Colombia, en contrario sentido de esa inestabilidad e incertidumbre mundiales, viene generando un crecimiento económico moderado pero consistente, permitiendo con ello que los problemas de ocupación productiva formal e informal no se hayan disparado, con inflación moderada y con generación de crecimiento o recuperación en la gran mayoría de sectores económicos. Quizás los puntos más débiles sigan siendo el déficit fiscal y el pobre balance de las exportaciones de productos colombianos, con bajo aprovechamiento de sus ventajas comparativas, su posición geográfica y los tratados de libre comercio que tiene firmados con varias regiones del mundo.

El déficit fiscal es nuestro mayor lunar institucional por dos razones: por una lado, la ineficiencia en el gasto público, no siempre rodeado de criterios de conveniencia, viabilidad y oportunidad rigurosos, sino más bien por decisiones de orden político o por la influencia de la enorme corrupción que nos devora, en las tres ramas del poder público (ejecutivo, legislativo y judicial, o en los propios organismos de control). Ahora, nuestro otro gran problema, de carácter ilegal, es el narcotráfico, con su perniciosa influencia en las zonas de producción, tanto por la violencia, como por el deterioro medioambiental y el bajo progreso económico real.

Si aglutinamos la voluntad de las gentes del país, sin distingos políticos, étnicos, geográficos o religiosos, en función de combatir la corrupción y el narcotráfico, podríamos contar con mejores condiciones para el desempeño económico de todos los sectores de la actividad productiva, con mayor generación de oportunidades de ocupación lícita, de educación, de salud y de bienestar.

Si hacemos lo anterior, el progreso y el desarrollo vendrán como consecuencia de la dinámica económica, centrada en el crecimiento, para generar oportunidades a toda la comunidad. No es suficiente el crecimiento actual, aunque sea superior al 3%, pero es un buen impulso. Así como en las justas deportivas, coger un buen impulso es indispensable para afianzar el éxito final, en la economía también. Si al buen impulso económico se le agrega la convicción comunitaria de poder ser mejores y de querer ser un país con mayor desarrollo, justicia, equidad y legalidad, no es fácil que nada nos detenga, ni aún las condiciones adversas de la economía mundial y su carga de incertidumbre.


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