Comentario 01/10/2019
UNA APROXIMACIÓN A LA
SITUACIÓN POLÍTICA GLOBAL
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
La situación política mundial se debate entre grandes
extremos, unos con enfoque democrático liberal, con iniciativa privada, pero
actualmente en algunas regiones con un fuerte carácter nacionalista y en
ocasiones populista, como está ocurriendo en este momento en los Estados Unidos
o en Brasil, o, por otro lado, esquemas de carácter autocrático y con marcada
tendencia socialista y en algunos casos comunista, centrados en el Estado como
gestor de la Economía, algunos también bastante populistas, como ocurre en
países como Korea del Norte o Cuba y Venezuela, para ver casos cercanos. Entre
estos extremos se mueven diferentes corrientes de opinión de izquierdas y
derechas o de centros moderados, con muchos matices entre ellos.
Sin embargo la política en todas partes se ha vuelto más
pragmática que ideológica, al ritmo más de los acontecimientos que de la
defensa a ultranza de los principios filosóficos partidistas. De allí que
resulten extrañas alianzas y combinaciones al momento elegirse o al de acceder
al poder, para formar el gobierno que rija los destinos de los respectivos
países.
Además, se avizoran conductas políticas radicales como está
ocurriendo en varios países Europeos, por ejemplo España, Italia, el Reino
Unido o Grecia, o también recientemente en Israel, entre otros, donde es cada
vez más difícil formar gobierno. Las elecciones se suceden unas a otras con la
esperanza de que las urnas resuelvan lo que los partidos y sus representantes
no logran acordar.
Como consecuencia de todo esto, los partidos políticos
están perdiendo importancia como centro o eje del pensamiento político de los
ciudadanos del común, y lo ganan las figuras, personajes que individualmente
concitan más la opinión que los propios partidos, por su carisma personal, su experiencia,
su tradición o su ascendencia.
A todo lo anterior ha contribuido la enorme corrupción que
ha invadido las esferas de los diferentes esquemas de gobierno y de los partidos políticos en los más
diversos países, esta parece que es una epidemia mundial, acompañada de una
falta manifiesta de justicia eficaz y de conductas éticas que permitan volver
una cultura lo público como bien comunitario, y para el beneficio de todos, y
no como coto de caza para unos cuantos malandrines y saqueadores del poder y
del erario público.
La ausencia de transparencia en los asuntos públicos ha
contribuido también a acelerar el desprestigio de los partidos y sus
representantes, como los instrumentos idóneos para llegar al poder. De allí que
surjan cada vez más movimientos independientes y líderes noveles para buscar
aglutinar la opinión de los ciudadanos, desafortunadamente, son fácilmente
desanimados por las maquinarias de los partidos o los gobiernos tradicionales,
a veces consuetudinarios.
Ahora, las nuevas generaciones parecen ver en la política
al “enemigo malo”, puesto que no le creen a sus líderes o a sus ideas, ven
tanta corrupción, privilegios, componendas y conductas desviadas y poco éticas
que prefieren alejarse de ello. Lamentablemente, con esta actitud, no forman sus
propias “armas” en el entendimiento, la discusión, la reflexión y el
acompañamiento de las causas políticas, gubernamentales o nacionales. Sólo
toman algún interés por causas de carácter ciudadano, las cuales apoyan con
verdadero fervor.
En el caso colombiano los fenómenos de convicción política
o participación partidista, además, están viciados por la profunda polarización
que se creó con el proceso de paz, el plebiscito, el acuerdo celebrado con las
FARC, los organismos creados por el acuerdo como la Justicia Especial para la
Paz, la comisión de la verdad, las zonas de rehabilitación de los combatientes,
la aplicación del acuerdo en las regiones, la presencia del Estado y las
disidencias. El fenómeno Colombiano está también acompañado por las posiciones
que se asumen frente al narcotráfico, que ha sido “compañero y amigo” del conflicto
armado. No todo el narcotráfico es causado por el conflicto, pero sí en gran
parte orquestado por grupos paramilitares, de un lado, o por la guerrilla y sus
disidencias, del otro.
Esta polarización en Colombia se ha profundizado en los
últimos años, lamentablemente, como una rivalidad entre izquierdas y derechas,
agregándole grados de mayor intensidad a la agresividad en la interpretación y argumentación
frente a los fenómenos políticos y aún frente a los más corrientes temas
ciudadanos.
Por ejemplo, el transporte público es un tema comunitario,
que se ha vuelto de controversia política. En varias ciudades, las soluciones
alternativas de transporte no se valoran con los lentes de la técnica, la
oportunidad, la capacidad y la conveniencia, sino con ópticas de la derecha o de
la izquierda, lo cual, por supuesto, le suma gran dificultad al análisis objetivo,
sereno y ponderado que el tema requiere, para plantear y ejecutar la solución
óptima de carácter ciudadano y no la fuente de votos o adhesiones partidistas.
La política es, por supuesto, convencimiento, contraste,
controversia, posiciones, apreciaciones, e inclusive pasiones, sin embargo,
debería ejercerse con la suficiente madurez para evitar que la agresión o la
“destrucción” del otro se convierta en el objetivo principal, evitando el
enfoque sobre lo fundamental de la política: la solución de los problemas de la
comunidad, con eficiencia, oportunidad, legalidad y equidad.