Comentario 07/10/2019
EL POPULISMO
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
Empleando muchas consignas electorales los partidos
políticos y los candidatos independientes buscan el convencimiento o la
inclinación de los ciudadanos con sus postulaciones a los diferentes órganos y
cargos de gobierno. Es la época de los “cantos de sirena”, donde todo suena
diferente a lo que ha sido la realidad política de los incumplimientos de los
programas y propuestas y el posterior aprovechamiento burocrático o
presupuestal que en la mayoría de ellos han sido costumbres cuando están en el
gobierno.
Frases llenas de palabras “melódicas” invaden el escenario
político nacional, donde se promete “el oro y el moro”, sin ningún asidero con
la realidad o sin ninguna fórmula que consulte las verdaderas capacidades y
posibilidades del país. Para estos candidatos el Estado es el trompo de poner y
el que debe y tiene la solución de todos los problemas ciudadanos. Nada más
ajeno a la verdad, el Estado, tiene muchas ataduras, limitaciones y
restricciones, razón por la cual las promesas electoreras se quedan allí, en el
vacío.
Comencemos por decir que la acción del Estado depende de,
por un lado, los presupuestos públicos, su destinación y su aprobación, y, por
el otro, la voluntad, la eficiencia y la eficacia de la administración para
llevarlos a cabo. Si, por ejemplo el presupuesto público establece que hay una destinación
para la educación del 35% del aforo disponible, estos recursos no pueden
dedicarse al agro, aunque este último también sea una prioridad nacional. En la
práctica, salud, pensiones, educación, deuda pública, servicio de la deuda y
gastos de funcionamiento incluido el de defensa, comprometen el presupuesto público
de una manera casi que inflexible.
Además, lo que caracteriza a los gobiernos,
desafortunadamente, es la politiquería y la corrupción, dos enemigos malos de
la eficiencia del sector público, los cuales se convierten en gastos
desbordados, burocracia, despilfarro, ineficacia en la ejecución de las obras,
mal gobierno, compromisos con los partidos y no con los ciudadanos, y, por
supuesto, en buena medida corrupción. La Procuraduría estima la corrupción en
Colombia en cerca de 50 billones anuales de un presupuesto nacional de cerca de
250 billones, es decir, el 20% se puede perder por este concepto, con una
probabilidad de recuperación, según afirma el nuevo Contralor de sólo el 0,4%
de esa suma, o sea, nada, y con una capacidad de sanción, casi nula, ya que
parte de la corrupción inicia y termina en la justicia, pasando por todos los
organismos de poder, como el Congreso y el Ejecutivo.
Así las cosas, un buen gobierno se caracterizará por la
adecuada, eficiente y proba ejecución del presupuesto público, ya que su
inflexibilidad no deja margen de maniobra. De hecho, Colombia ya posee un
déficit fiscal con un valor en el rango de 2,7% - 3% del Producto Interno Bruto
(PIB) y un elevado endeudamiento externo e interno, equivalente a 54% del PIB
en el Gobierno Nacional Central, según cifras de la Contraloría General de la
República.
Frente al total nacional, hay diferencias significativas a
nivel regional y municipal, pero las regiones en Colombia, salvo pocas y
notorias excepciones, como Medellín, por ejemplo, no han estado exentas de un
manejo fiscal y de endeudamiento público desordenado, irresponsable, politiquero
y corrupto. Los ejemplos, lamentablemente, están al orden del día por donde se
mire.
Frente a estas duras realidades, escuchar tantas voces electoreras
y promeseras que no se podrán cumplir, es un ejercicio político lleno de
engaños para las personas poco avisadas, lo cual, en general, es la cultura de
nuestra población. Los oídos se dejan halagar fácilmente con esas mágicas
soluciones, las cuales cautivan votos incautos, mal informados o con esperanzas
infundadas, si bien, elección tras elección, de nuevo se quedan en el vacío.
Todo esto conforma el llamado populismo, prometer lo que no
tiene asidero, ni financiero, ni legal, ni funcional, ni posibilidad de
ejecución. Latinoamérica está llena de ejemplos del cáncer del populismo en los
últimos años: los Kitchner en Argentina, Maduro en Venezuela, Lula en Brasil,
Correa en Ecuador, y así por muchos lugares. El populismo no es una
característica de la derecha o de la de la izquierda, puede existir en
cualquier tipo de ideología política, de hecho el gobierno de Trump en USA es
también populista, prometiendo soluciones que tienen efectos benéficos en el
corto plazo, pero perniciosos a futuro. Desvincular a EEUU de los organismos
multilaterales del mundo, puede sonar como algo todopoderoso, sin embargo es
una fuente de perturbaciones políticas y económicas mundiales, que todos
pagamos en algún momento, incluido el pueblo norteamericano y los colombianos
también.
Los populismos frecuentemente se acompañan de
nacionalismos, es decir, se explota el sentimiento nacional para encubrir los daños
populistas cuando estos ya son inevitables, además, en ocasiones se invoca también
el enemigo externo como el causante de los males, como ocurre en Venezuela
frente a Colombia, donde se afirma que los colombianos somos la causa de los
reveses del pueblo venezolano, que horror y que malévola afirmación, pero así
se cacarea continuamente. Ahora, si se
juntan el populismo, la politiquería, el nacionalismo malsano y la corrupción,
estamos al frente de la catástrofe total de un país, su economía, sus instituciones,
su desarrollo social y el progreso de sus comunidades.