lunes, 13 de enero de 2020

EL ESTADO VACA LECHERA


Comentario 13/01/2020

EL ESTADO VACA LECHERA

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
                http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

Las 104 peticiones planteadas por el comité del autollamado paro nacional, compuesto por algunos sindicatos, movimientos populares, estudiantes y vinculados a las universidades, dirigentes sindicales, etc., se han convertido en una explosión de peticiones de los más diversos orígenes[1], algunas de carácter social, otras de tipo político, otras más sobre seguridad y varias para la generación de oportunidades y/o de subsidios por parte del Estado.

Intrínsecamente la gran mayoría de las solicitudes son logros deseables para el país, hablar, por ejemplo, de educación gratuita y de calidad, es una aspiración de todas las sociedades y una palanca poderosa para el desarrollo de un país, dado que la educación es el factor que más multiplica el crecimiento, el bienestar, la ocupación, el progreso y el mejoramiento de una comunidad. Sin embargo, del dicho al hecho habrá siempre mucho trecho, dados los ingentes presupuestos que se requieren, los cuales escapan a las capacidades propias del Estado Colombiano, si bien para este año 2020, se ha apropiado el mayor presupuesto de educación en toda la historia. Los maestros, por el contrario, no quieren someterse a planes de evaluación para sus propios mejoramientos, entonces, ¿cómo avanzar en calidad, si no se puede evaluar el mejoramiento cualitativo de los maestros?

Si se habla de la protección de los líderes sociales, como otro elemento de las peticiones planteadas, algunos de los cuales han sido asesinados por fuerzas criminales de diverso origen (grupos criminales organizados, grupos guerrilleros residuales, violencia política y aún venganzas personales), es una aspiración de la mayor urgencia y conveniencia para el país, dado que la paz no se aclimata en los textos firmados sino en los campos donde la gente vive, con la ayuda del Estado. Sin embargo, el tamaño del problema es mayúsculo como para pensar en la presencia de la institucionalidad del Estado Colombianos en todas las regiones del país, con programas y proyectos sociales, de seguridad y productivos. Para estos efectos, las FARC, por ejemplo, estaban obligadas a entregar bienes por cerca de un billón de pesos dentro de los acuerdos de paz, los cuales, o bien no aparecen o bien son de tan pobre monetización que no pueden ser un verdadero apoyo para estos fines.

Solicitudes como lo relacionado con la reforma pensional, la cual pretende lograr  que a futuro un mayor número de personas puedan pensionarse y que no haya pensiones de mayor cuantía subsidiadas por el Estado, de tal manera que éste se concentre en las pensiones y “beneficios periódicos BEPS” para los de menores ingresos o a programas de protección del adulto mayor, todo lo cual es deseable, sin embargo de allí a que las pensiones sean una obligación del Estado únicamente, sin el esfuerzo de los ciudadanos, hay una distancia infinita. Cada ciudadano, en forma responsable, debe preocuparse por la formación de su pensión, desde el inicio de su ocupación productiva, los años viejos son para todos y es mejor preverlos desde ahora y no cuando se tenga la edad de retiro. En Colombia coexisten Colpensiones (régimen de prima media) y los Fondos Privados de Pensiones (régimen de ahorro individual), a pesar de todo, la cultura ciudadana es cotizar poco a pensión o no cotizar (evadir).

En Colombia tenemos unas de las mejores coberturas en salud y la calidad de la atención es, en general, aceptable, sin embargo el sistema de las Instituciones prestadoras de servicios de salud (IPS) y de las aseguradoras de los servicios de salud (EPS), y los organismos del Gobierno vinculados al sistema de salud, adolecen de grandes fragilidades de todo tipo, comenzando por la corrupción y las instituciones llamadas de “garaje”, es decir, con poca capacidad económica y técnica, con liquidez y solvencia insuficientes y con calidad de la gerencia poco experimentada y comprometida, para ser participantes activos y eficaces de dicho sistema. Las peticiones de los marchantes sobre la salud son bienvenidas, pero las soluciones son complejas y costosas en su aplicación. La ley de punto final que intenta llevar a cabo el gobierno Duque, para conciliar y dar finiquito a las deudas de los participantes del Sistema de Salud, es un excelente camino de solución.

Se solicita también el cumplimiento de los acuerdos de paz, ya que su aplicación eficaz es un compromiso del Estado Colombiano, sin embargo los compromisos derivados de los acuerdos de paz han sido valorados en más de 125 billones de pesos, los cuales, nos preguntamos, ¿de dónde van a salir? Son tan grandes sus magnitudes, frente a un presupuesto nacional ya comprometido, que el proceso de estas nuevas demandas sólo podrá resolverse a través de muchas administraciones, la presente y varias hacia el futuro, en forma paulatina, para no conducir a graves déficits fiscales o endeudamiento público insoportables para las débiles finanzas públicas.

Se solicitaba también retirar la reforma tributaria, llamada también ley de crecimiento económico, ya aprobada por el Congreso, la cual contiene dos grandes capítulos: por una lado establecer el origen de los recursos con que contará el Estado provenientes de los impuestos y, por el otro, los estímulos y beneficios creados al sector privado para la generación de nuevas inversiones, crecimiento y ocupación, preferiblemente en los jóvenes. Además, la consagración de medidas sociales como la devolución del IVA a las clases de menores ingresos o los días sin IVA, por ejemplo. Sin esta ley, la parálisis del Estado sería inevitable y las condiciones para el desenvolvimiento de los servicios del Estado, prestados en forma propia o delegada, como son la salud, la educación, la vivienda social, la infraestructura, la seguridad, las relaciones exteriores, el bienestar social y ciudadano, etc., no podrían funcionar.

Hay una gran contradicción entre lo solicitado por los marchantes, como los breves puntos comentados, así como también el querer más y más subsidios y beneficios del Estado, sin considerar sus capacidades y limitaciones. Además, no se puede concebir el Estado como la “vaca lechera de ubres generosas” dispuesta a prodigar subsidios y beneficios en todas direcciones. Cada sector que tiene problemas acude al Estado para que se los solucione, por esta vía, las ganancias son privadas y las pérdidas son públicas. Aquí el enfoque debe ser cada uno a lo suyo, cada individuo logrando construir su progreso, con el apoyo de los servicios del Estado, sin esperar los ríos de leche y miel de los subsidios del Estado, que ese ente prodigioso y con recursos ilimitados ni existe ni existirá y filosóficamente no debería tampoco existir, para desplazar la responsabilidad individual de la búsqueda del progreso y bienestar propios, y trasportarlo como una obligación colectiva a través del Estado. Además debemos reflexionar que el Estado somos todos.


[1] A través de internet han llegado al Gobieno más de 11.000 peticiones de estos ciudadanos.

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