Comentario 30/03/2020
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
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En un simpático poema
llamado “La Perrilla”, más conocido como “Los Cazadores y la Perrilla”, Jose
Manuel Marroquín, su autor, comienza por enunciar la siguiente verdad que es de
carácter universal y que día a día cada uno de nosotros podemos comprobar: “Es
flaca sobre manera toda humana previsión, pues en más de una ocasión sale lo que no se espera”[1]. Y
así le está ocurriendo al mundo entero con lo que está sucediendo, algo no
previsto, que nos está conduciendo a lo que no se esperaba, situación que seis
meses, o, inclusive, tres meses atrás era perfectamente impensable e
imprevisible. Sin embargo, las noticias de finales del año anterior sobre el
contagio humano con un virus, llamado coronavirus, por su características, y
Covid19, por su “nombre comercial”, empezaron a abrirse camino, para,
finalmente, determinar la situación actual, condicionando toda la vida de las
personas, las regiones, las ciudades, las empresas, los gobiernos, las
instituciones, y en fin, de toda la humanidad, quien, realmente, está en jaque,
sin distinción de credo, raza, religión, edad, sexo, ubicación geográfica,
tendencia política, capacidad económica, etc., veamos ¿por qué?:
En efecto, el mundo atraviesa por un momento de angustia e
incertidumbre como un fenómeno no visto en muchos años de la historia de la
humanidad, parece que todos los “astros” se alinearon en forma negativa para
producir este escenario de dificultad, mencionemos algunos de los fenómenos que
se están presentando:
·
Los precios de petróleo han descendido al 50% o
menos de su valor promedio histórico y el de muchas de las materias primas ha
caído también.
·
Descenso en las bolsas de valores y en los
fondos de inversión con pérdidas estrepitosas.
·
Disminución en la demanda de todo tipo de
productos primarios, transformados, tecnológicos, materiales e inmateriales,
sólo se salvan de esta caída de precios algunos metales preciosos como el oro.
·
Parálisis del comercio mundial entre países,
regiones y municipios.
·
Fenómenos de escasez y acaparamiento y en
ocasiones con guerras de precios, altos o bajos, según el caso, tanto en el comercio
interno como en el externo.
·
Aplazamiento de inversiones y proyectos.
·
Bajo crecimiento económico en todos los países,
con una clara manifestación de recesión y eventualmente de depresión económica.
·
Pérdida de puestos de trabajos formales e
informales.
·
Incremento en los niveles de riesgo de los
países y por consiguiente de diversos sectores económicos.
Estos momentos de incertidumbre mundial se originan, fundamentalmente, en los fenómenos creados por la combinación de varios factores, así: La crisis de la salud (coronavirus) + petróleo (caída de precios y sobreoferta mundial) + geopolítica (conflictos regionales territoriales, políticos y religiosos) + menor crecimiento económico (ya el FMI y el Banco Mundial venían hablando de desaceleración de la economía mundial y especialmente de algunas regiones).
Todo lo cual ha creado
un escenario de parálisis de las economías que trae como consecuencia la
afectación en la liquidez, entre otras desafortunadas consecuencias
macroeconómicas, microeconómicas y sociales. Lamentablemente esta situación
puede conducir también a menor capacidad de pago de los deudores (países,
sectores, empresas, personas, organizaciones, etc.), creando una crisis de
pagos y por esa vía, eventualmente, una crisis financiera donde los bancos no
crecen, tienen poca liquidez y acumulan grandes riesgos, con lo cual, quienes entre
ellos no sean muy sólidos y solventes, pueden fracasar.
Antes de la aparición
del coronavirus ya existían incertidumbre y preocupación por la desaceleración
económica, pero el fenómeno de amenaza a la salud agudiza las consecuencias tanto
en la propia salud como en la economía mundial. Este hecho se volvió
indefinible e indescifrable pues nadie sabe hasta dónde llegará y el daño que
producirá, por la expansión del virus a velocidades alarmantes. Estamos al
frente de un escenario no conocido por la humanidad, el cual fue calificado por
la Canciller Ángela Merkel de Alemania como más grave aún que la segunda guerra
mundial, evento donde se estima que
murieron 40 millones de personas y que pueblos enteros fueron arrasados y
quedaron en la ruina económica, emocional, institucional y humana.
¿Qué va a pasar, qué
puede suceder, cada sector y persona cómo se va a afectar, el estado cómo podrá
sostenerse y reaccionar, puede el presupuesto público atender tantos frentes de
necesidad? Decimos esto nivel de cada país, pero igual debe preguntarse para la
comunidad internacional y sus instituciones multilaterales. Es evidente que la
parálisis de la producción, el consumo, la liquidez y el comercio mundial
ocasionarán una grave recesión, donde unos países están más preparados que
otros, aunque a todos los afectará, por el lado de la oferta, de la demanda, de
la devaluación, de las tasas de interés, de la falta de inversión nacional o
extranjera, de la crisis bancaria, de la debilidad de los propios Estados, de
la falta de crédito, de la parálisis en los proyectos, en fin, de mil formas,
una o varias simultáneamente.
Los países emergentes,
especialmente, verán además cerradas o limitadas sus fuentes de financiamiento
externo, lo cual, con la parálisis del comercio exterior, ocasionará fuertes
devaluaciones y déficit de cuenta corriente, ya que los inversionistas y las
instituciones financieras de todo el mundo buscarán refugio en inversiones y
financiaciones más seguras y de menor riesgo, como los bonos del tesoro
norteamericano, así considerados, o querrán estar en los países mejor
calificados por las agencias calificadoras de riesgo. En muchos casos, este
escenario de los países emergentes se acompañará también por debilidades
internas como el déficit fiscal, el alto endeudamiento público, altas tasas de
interés y el aceleramiento de la inflación.
En consecuencia,
tendremos una fuerte recesión por el encerramiento decretado para paliar el
temible coronavirus y por las condiciones de la macroeconomía y la geopolítica
mundial, quien afectará toda la microeconomía formal o informal. Pasaremos unos
meses de grave deterioro económico, pero luego habrá que apropiar los recursos
de liquidez, las ayudas, los apoyos, los subsidios y las orientaciones de los
gobiernos y de los sectores privados más capaces para restablecer la actividad
económica, política, comercial y social. Nos demoraremos varios años, sin duda,
en retomar la normalidad, porque la profundidad y la duración de la recesión
mundial y local traerán diversos efectos negativos económicos, políticos,
comerciales y sociales. El mundo no va a ser el mismo después de la pareja
coronavirus- recesión y muchas cosas podrán cambiar o cambiarán, cuáles, no
sabemos, aún es temprano para saberlo.
Colombia, al igual que
todos los países, tendrá que “sacar” lo mejor de sus capacidades, liderazgo,
dirigencia, solidaridad y visión de futuro para recuperarse también, con la integración
de esfuerzos desde todos los generadores de los mismos, sean públicos,
privados, sociales o provengan de apoyos internacionales. Esperemos que estemos
más preparados para llevar la recuperación en forma exitosa y acelerada y que
no nos coja sin ninguna previsión, como ha sido con la pandemia. Desde ahora
hay que hacer los mejores planes y estructurar su ejecución exitosa para la
recuperación pronta del país.
[1] José Manuel Marroquín Ricaurte fue un escritor y estadista colombiano, quien ejercería la presidencia del país entre 1900 y 1904. Durante su gobierno se firmó el
tratado sobre Panamá, se organizó un sistema educativo a nivel nacional y se fundó la Academia Colombiana de Historia.