Comentario 20/04/2020
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
A más de lo inesperado y lo dramático
que ha resultado para el mundo la crisis del Covid 19, ella ha cambiado las
prioridades de acción de los diferentes entes participantes en la economía.
Veamos el porqué, en un apretado recorrido:
El
Estado:
Su deber es preservar, no sólo la
institucionalidad y la soberanía del país, sino que en este momento, en forma
prioritaria debe defender y preservar la salud y la supervivencia de los
colombianos, por un lado, pero mantener la actividad económica todo lo que sea
posible, por el otro, para no causar una daño grave al ingreso de los ciudadanos
con ocupación formal o informal, evitando con ello mayores niveles de pobreza.
En cuanto a la salud, todos somos
testigos del enorme esfuerzo que está haciendo el gobierno Duque por preservar
la salud, evitar el contagio masivo y dotar a los sistemas de salud de la mejor
capacidad e infraestructura para afrontar la crisis. De hecho, con relación a
otros países, por lo menos hasta ahora, hemos salido bien librados en el número
de contagios, muertes y recuperaciones, sin querer decir con esto que seamos
victoriosos frente a la pandemia. Este contagio del coronavirus, sigue y puede
seguir por mucho tiempo, causando grave daño y alteración a toda la actividad
humana en cada país, como de hecho, lo ha ocasionado con las medidas de cuarentena,
aislamiento, distanciamiento, restricción y parálisis en las relaciones con otros
países, o en la movilización de personas y carga, etc.
El gobierno ha tenido que sobre extender
la capacidad de su presupuesto y recursos naturales y normales, acudiendo ahora
o más adelante a todas las vías posibles de financiamiento, en forma ordinaria
y extraordinaria, como son: impuestos ordinarios o extraordinarios a ventas,
rentas o patrimonios, plusvalías de incremento de riqueza, donaciones y contribuciones
de diversos ciudadanos y empresas, préstamos diversos, venta de activos,
recuperaciones, deducciones, financiaciones del Banco de la República, de organismos
multilaterales, etc. Sin embargo, en ayuda de los colombianos y sus empresas ha
decidido prescindir o aplazar también impuestos, contribuciones u obligaciones
de todo tipo, como en el caso del IVA (artículos exentos de origen nacional o
importado), pago de pensiones, recaudo de impuestos y contribuciones, etc. Y,
como es obvio, la mayor fuente de recursos surge de combatir la corrupción.
Es claro deducir, de esta simple descripción,
que las prioridades del Estado en cuanto avanzar en crecimiento y desarrollo
del país se han visto sustituidas por las necesidades de garantía de la
supervivencia y defensa, hasta donde es posible, del bienestar, evitando
mayores niveles de pobreza, a través de subsidios directos a la población
vulnerable, apoyos a las empresas en defensa de la empresa y de la nómina de
sus trabajadores y auxilios para los independientes.
Una vez se restablezca la normalidad,
con las precauciones y protocolos adecuados para preservar la salud, el gasto
público se deberá orientar a sectores prioritarios de la economía que sean
amplios generadores de empleo o productores de abastecimientos básicos de
primera necesidad. Las obras de infraestructura y el sector agropecuario cobrarán
gran importancia. Por supuesto, los servicios del Estado en cuanto educación,
pensiones, bienestar y defensa deberán continuar su norte, pero habrá que
apropiar recursos para apoyo directo o indirecto a la recuperación empresarial,
con líneas de crédito a menores tasas de interés y condiciones de acceso y pago
cómodas, fondos de garantías o subvenciones directas a la nómina, entre otras
destinaciones. El estado tendrá que lograr, a su vez, con sus acreedores, que
el servicio de la deuda sea aplazado lo más posible para no desbordar el
endeudamiento y el déficit fiscal, aunque es evidente que las normas
prudenciales en estas materias se sobrepasarán transitoriamente, lo cual debería
ser aceptado por las Calificadoras de Riesgo y los demás organismos multilaterales
de crédito, frente a la regla fiscal.
Los
empresarios:
En épocas de normalidad, los empresarios
tienen como prioridad dos focos de atención, el crecimiento, por un lado, y el
desarrollo por el otro, tales que el uno o el otro o los dos les contribuyan a
obtener las mejores rentabilidades dentro del sector específico de su actividad,
corriendo los riesgos adecuados para el buen balance riesgo-inversión-retorno.
Dentro del crecimiento enmarcamos todas
las actividades relacionadas con la penetración y la profundización de
clientes, la diversificación en el uso de sus productos y la presencia en los
mercados que se atienden, las campañas de ventas, las promociones por todos
tipo de medios, la administración de diferentes fuerzas de ventas y canales de distribución,
la publicidad y la promoción, etc.
Por su parte, cuando hablamos de
desarrollo, nos referimos a las labores que incluyen temas tales como:
investigación (mejoramiento o innovación), desarrollo comercial (nuevos
productos, nuevos mercados, nuevas campañas de ventas, nuevos aliados
comerciales), desarrollo tecnológico (nuevas tecnologías), desarrollo social
(RSE, desarrollo humano, vinculación con la comunidad). Y, por supuesto, el
desarrollo de sus propios procesos, procedimientos, tecnologías, sistemas de
información y plataformas digitales que utilicen.
Sin embargo, con en el escenario
originado en el Covid 19, las prioridades cambiaron, al menos por algún tiempo
deberán trabajar más en la supervivencia, que en el crecimiento y en el
desarrollo. Es decir, en cuidado de sus flujos de caja y de sus clientes
actuales, lo cual es, en esencia, defender su propia supervivencia como empresa
y como negocio. Cuando las cosas vayan mejor se podrá retomar como prioridades,
de nuevo, el crecimiento y el desarrollo.
Las
familias:
A las familias, en general, la vida con
Covid 19 también les cambió, sus prioridades se modificaron para concentrase en
defender su condición de familia, en su salud, su integridad y su estabilidad
emocional, dado que todas, sin distingo de clase o condición alguna, están
igualmente amenazadas por la pandemia y sus consecuencias, la cual no
distingue, credo, raza, religión, estatus social, político, etc.
No es hora de grandes proyectos, viajes,
cambios, diversiones o compras. El distanciamiento social continuará en forma
diferente, pero continuará y la normalización de las actividades económicas,
comerciales, recreativas o sociales sólo se irá retomando paulatinamente. Todo
lo que sea virtual generará una alternativa de bienestar y actuación a las
familias, en forma alternativa a lo presencial. El sólo hecho de preservar la
integridad familiar, su respaldo económico, su salud, la educación de los hijos y algunos niveles de bienestar,
serán la prioridad del próximo futuro para todas las familias.