lunes, 4 de mayo de 2020

HAY QUE CREAR MÁS EMPRESARIOS


Comentario 04/05/2020

HAY QUE CREAR MÁS EMPRESARIOS[1]

                                                                  Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

Paulatinamente y en muchos casos, las nuevas tecnologías van desplazando oficios tradicionales en algunas profesiones, y en otras, los van transformando, creando con ello la necesidad de generar nuevos conocimientos y habilidades para poder desempeñarse. Simultáneamente, las empresas buscan optimizar sus resultados ante la alta competitividad de los mercados nacionales y extranjeros, lo cual las lleva a demandar menos empleados y a automatizar o tercerizar más sus procesos no críticos o no estratégicos, usando para ello firmas externas conocidas como empresas de outsourcing.

Si a lo anterior sumamos momentos económicos de poco dinamismo o gran incertidumbre, las “olas” de inversión, crecimiento y desarrollo de las empresas son cada vez menos “elevadas” y menos permanentes.

Existen también cambios culturales y generacionales donde los valores de antaño no son los mismos del presente, por ejemplo, un empleo estable y con condiciones económicas y emocionales apropiadas era el gran objetivo de las personas que egresaban de los centros de educación para desempeñarse en su carrera profesional. Esto no es necesariamente un valor para los jóvenes actuales.

Como consecuencia de todo lo anterior hoy se ven mayores corrientes de ocupación independiente, de asociaciones para el trabajo (coworking) y de trabajo virtual o a distancia. Cada vez más, las personas trabajan, simultáneamente, no para uno sino para varios contratantes, prestando sus servicios, con contenidos distintos, desde lugares diferentes, en horarios disímiles y frecuentemente a distancia del lugar donde se usa el producido del trabajo.

La lección es muy simple, hay una revolución del trabajo en marcha, desde trabajos que eran estables y duraderos hasta trabajos que son variables, inciertos y cambiantes. Esto exigirá el desarrollo de nuevos pensamientos y habilidades, tanto en los empleadores, como en los empleados. Hoy las personas requerimos una mayor formación como empresarios que como empleados, es decir, debemos aprender a ser y hacer nuestro propio empresarismo, porque la creación y el mantenimiento de empleos estables cada vez será menor. Si no lo hacemos, vamos a tener más desempleo formal y más actividad u ocupación informal en los años por venir, con una mayor precariedad en las soluciones económicas y sociales para las personas y sus familias. Sin disponer de soluciones de empleo satisfactorias, la alterativa es el empresarismo, y es claro para todos que es mejor ser empresario que desempleado.

Por supuesto existen muchos planes privados y en especial oficiales para favorecer la generación de empleo. Entre otros, la escogencia de sectores líderes como la construcción de vivienda en general, el desarrollo de la infraestructura, la agroindustria o las exportaciones de productos con valor agregado, para realizar programas agresivos de inversión y de crecimiento. También son frecuentes los estímulos tributarios, las facilidades de crédito de fomento, los programas de apoyo empresariales, etc. Sin embargo, creo que esto no será suficiente. Y la falta de empleo, crea una situación de desaliento.

Creemos que todos los esfuerzos por generar empleo se requieren en el momento actual, pero, además, es necesario hacer o formar nuevos empresarios y defender los que existen. ¿Qué quiero decir con esto? Ser empresario no es tarea fácil, se necesita mucha devoción, gran dedicación, cualidades especiales, alguna habilidad particular desarrollada tal que permite concebir el negocio, un poco de capital y una pizca de suerte. Pero todo esto se puede lograr, se puede formar.

Negocios que fueron prósperos en el pasado, pueden de un momento a otro fracasar, dadas las condiciones prevalecientes. Con ellos, se cancelan el empleo y muchas esperanzas, por supuesto, pero lo más preocupante, desaparece el empresario, el visionario, el hombre emprendedor que mira con decisión el futuro y decide correr con la aventura de ser empresario, la persona capaz de enfrentar riesgos, que es quien puede volver a crear empleo. Es cierto, entonces, que hacer empresa no es una tarea fácil, muchos negocios en sus inicios pueden fracasar, pero los que continúan son una esperanza para el porvenir del país, el empresario, sus empleados y todas las partes relacionadas.

Con frecuencia se observan profesionales jóvenes, competentes, preparados, con gran desconcierto, por salir de las empresas por situaciones desfavorables de la economía, los mercados o de las propias empresas. Todos salen con la pretensión de emplearse de nuevo, buscan infructuosamente un empleo que, en las condiciones actuales, difícilmente encontrarán. Alternativamente, ¿por qué no pensar en volverlos empresarios?

Además, de los presupuestos que se destinan a la generación de empleo, en mi opinión, también deberían dedicarse a la generación de nuevos empresarios, capaces de enfrentar situaciones difíciles. Es cierto que existen algunas agencias gubernamentales y privadas que favorecen la generación de microempresas, pero no hay una real promoción del empresariado y de las condiciones para ser empresario.

Las universidades, los gremios, las empresas constituidas, el gobierno, es decir, todos a una, deberíamos rescatar el valor del empresario y entusiasmar a profesionales jóvenes o aún a los más experimentados a volverse empresarios. De esta manera, además, habrá más iniciativas de negocios, más compañías y más generación de ocupación productiva. También, se crearán condiciones para una más favorable distribución del ingreso, el conocimiento y la riqueza.

El país debiera trazarse dos prioridades a nivel empresarial:

La primera es el defender las empresas que ya existen, son el patrimonio de la nación y de la comunidad. Salvo por malos manejos o incapacidad de competir, las empresas existentes hay que defenderlas. Crear una nueva empresa en ocasiones es incierto y costoso, pero defender las que existen, y las que hoy atraviesan dificultades, puede ser un “excelente negocio”. Esta es una responsabilidad para todos: los empresarios, los clientes, los proveedores, los acreedores, la comunidad, las autoridades y toda la sociedad. En segundo lugar, hay que cambiar la mentalidad de “empleomanía” de muchos de nuestros profesionales. La creación de nuevas empresas, el trabajo independiente y aún el trabajo no formal son oportunidades económicas que valen la pena. ¡Ánimo empresarios¡


[1] En este artículo entenderemos el empresario como la persona que desarrolla un una actividad productiva o de servicios, con fines de lucro, sea propietario o no de los bienes de producción. Se incluyen las personas que ejercen las llamadas profesiones liberales, tales como el derecho, la contaduría, la medicina, la arquitectura, entre otras, cuando no existe subordinación laboral y por lo tanto sus ingresos son considerados como honorarios o comisiones.

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