Comentario 13/07/2020
LA VIVENCIA RUSA
Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com
El pueblo ruso avaló, recientemente, un referendo que
modifica sustancialmente su constitución en muchos aspectos diferentes, sin embargo,
de destacar tres específicos: se concede al presidente Vladimir Putin[1] la
facultad de permanecer en el cargo por varios períodos más (hasta el 2036), dando
continuidad a un largo período de mandato, se lo faculta a tomar decisiones
sobre todas las demás ramas del poder público y se le da prevalencia a la ley
rusa por encima de las normas y acuerdos mundiales.
Muchos medios de comunicación internacionales han censurado
dichas elecciones y reformas, no sólo por haberse hecho en condiciones poco
democráticas (se habla de canalización de votos, rifas, regalos, métodos de
votación atípicos y duración de las votaciones ampliamente favorables para Putin),
tanto como por el haber “anulado” prácticamente a la oposición. Claramente,
Putin fue erigido como un dictador constitucional con todos los poderes a su
cargo y las más amplias facultades para gobernar a su antojo, en un país de
corte comunista, nacionalista y guerrerista.
Internamente, los ciudadanos rusos, estarán al frente de la
continuidad de un gobierno de camarilla, autocrático, imperativo, expansionista,
militarista y dictatorial, el cual, como todos los gobiernos de corte
socialista, terminará favoreciendo, en grado sumo, un grupo elite de poder, con
detrimento de las facultades democráticas, de la libertad de expresión y con
arbitrariedad en favor de los intereses del Estado y de su omnímodo Presidente.
Es bien conocido el afán de expansión de la Rusia de Putin con la anexión de territorios y la presencia física dominante en varias geografías del medio oriente y Asia Central, especialmente. En efecto, en el año 2015, la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol fueron escindidas de Ucrania por una serie de procesos político militares e integrados a la Federación de Rusia en forma de dos sujetos federales: la República de Crimea y la ciudad federal de Sebastopol.
Valga decir que el emblemático presidente es ampliamente
reconocido y admirado por la ciudadanía rusa por haber recuperado la majestad de
Rusia luego del desmoronamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), lo cual es un hecho indiscutible. Además, levantó el
carácter y la dominancia de Rusia en la región y su influencia política y
militar[2],
más que económica, en sus aliados en el mundo, principalmente sus vecinos. Sin
embargo, no puede considerarse un país pleno de libertades ciudadanas.
Además, Putin representa dos valores adicionales en la
población rusa: el culto a la su personalidad masculina, al cual se le aprecia
como un modelo varonil ideal (y al parecer singularmente admirado y deseado por
las féminas), lleno de mando y liderazgo autoritario, como también el acrecentamiento
del sentimiento nacionalista de un pueblo que se considera superior y que es notable
en la historia de la humanidad, particularmente por su influencia en la segunda
guerra mundial, los avances científicos, la inmensa cultura y por la conquista
del espacio.
La economía de Rusia[3] es de
ingresos medios y altos con una población aproximada de 150 millones de
habitantes y un desempleo de sólo el 6,1% de la población económicamente activa,
sus características actuales provienen en buena medida de las grandes reformas de
apertura de la década de 1990, cuando se privatizó la mayor parte de la industria y la agricultura rusas,
aunque el Estado mantiene la propiedad en áreas estratégicas de la economía,
especialmente en sectores relacionados con defensa y la energía.
Su economía depende esencialmente del petróleo, los
minerales, la agricultura, la energía y la venta de armas avanzadas, con buenos
ingresos especialmente en los años de alza en las materias primas. Por sus
recursos naturales y su extensión es considerado uno de los países más ricos
del mundo. Sin embargo, se ha producido una gran brecha en la desigualdad social, con 110 personas
controlando el 35% de los activos financieros en poder de la población rusa y
unas fugas de capital significativas, valoradas en 880.000 millones de dólares.
A esto se suman el mal endémico en el país de la corrupción generalizada y el
envejecimiento de la población desde la década de 1990.
Debido a la extensión del mandato de Putin es previsible la
perpetuación de la influencia rusa en el mundo, con mayor intensidad, para expandir
y profundizar sus ideas políticas sobre el socialismo y el comunismo de Estado
y sus ideas militaristas de carácter expansionista y guerrerista.
La experiencia de los países latinoamericanos que han
abrazado las ideas socialistas y han patrocinado estados de carácter comunista,
han sido un fracaso económico, político y social de gran magnitud y con
consecuencias lamentables para las respectivas sociedades. Casos como el de
Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina y la propia experiencia rusa,
invitan a reflexionar sobre la conveniencia de aceptar un modelo económico de
socialismo de estado, con la concentración del poder y de la riqueza en
camarillas políticas o económicas privilegiadas y con la pérdida de libertades
personales, sociales, empresariales y democráticas.
[1]
Vladímir Vladímirovich Putin nació en Leningrado, Unión Soviética, el 7 de
octubre de 1952, es un político, abogado y ex agente de la KGB. Es el actual presidente de la Federación Rusa desde 2012, cargo ejercido anteriormente
entre 1999 y 2008 lo que lo convierte en el funcionario que más tiempo ha
estado en ese cargo desde la ruptura de la URSS.
[2] Es
notorio que la influencia de Rusia es más de carácter político y militar, a
diferencia de la China cuya influencia es más económica y comercial, ambos
países bastante imperialistas y de corte comunista.
[3] Tomado de Wikipedia.
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