lunes, 24 de agosto de 2020

REAPERTURA NO SIGNIFICA REACTIVACIÓN

 Comentario 24/08/2020

REAPERTURA NO SIGNIFICA REACTIVACIÓN

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

No queremos ser “ave de mal agüero” frente al proceso de reapertura de la economía el cual calificamos de necesario, indispensable e imprescindible. Es el requisito sine qua non, es decir, la condición sin la cual no saldremos del profundo hueco económico y social en que nos he metido con la pandemia. Es urgente la apertura de la economía, con las debidas precauciones y protocolos, por supuesto, por actividades, territorios y sectores, pero con la posibilidad de que las fuerzas del mercado, oferta y demanda, empiecen a actuar para restablecer la actividad productiva, el consumo, la inversión y el empleo.

Sin embargo, reabrir no significa reactivar, estos efectos no serán, en nuestra opinión, automáticos y contundentes en sus resultados, tememos que serán graduales, paulatinos y crecientes, pero en forma lenta y pausada.

Comencemos por decir que muchas actividades económicas o negocios que no resistieron la parálisis y el estrés causado por la pandemia, las restricciones, las cuarentenas y la falta de actividad económica, ya desaparecieron y no volverán a reaparecer. Si su capital de trabajo y de inversión se consumió por las pérdidas que generaron, difíciles son los momentos que atraviesan y más compleja aún su reactivación, nos tocará ver, tristemente, que hay negocios que ya no “volverán” a estar con nosotros.

Caídas en la actividad económica cercanas al 16% del PIB durante el último trimestre y una perspectiva para el cierre del año de menos 8% de  comportamiento del PIB, solamente significan un deterioro simultáneo de la oferta y la demanda. Y, es indispensable que los dos se reactiven a la vez para que la económica pueda recuperarse y de esta manera prodigar beneficios a unos y otros, sea cual fuera el lado de la ecuación donde se encuentren, demandantes u oferentes de bienes y servicios, respectivamente. Demanda sin oferta es tan grave como oferta sin demanda.

De hecho, del equilibrio de estas dos variables depende el buen desempeño de la economía,  un exceso de oferta  de bienes o servicios sin demanda correspondiente conduce a un deflación, o sea, pérdida del valor de la mercancías o servicios (los precios bajan en general), con lo cual la actividad económica productiva es insostenible y no rentable para el productor, y, por otro lado, un exceso de demanda de los mismos bienes o servicios sin la oferta correspondiente conduce a altos niveles de inflación (los precios suben en general) que destruyen el poder adquisitivo de los consumidores, lo que los deja sin poder consumir.

En muchas actividades después de la superación o el razonable control de la pandemia veremos excesos de oferta, es el caso de los locales comerciales en arriendo, por ejemplo, o en otros, como en la oferta de restaurantes veremos una poca oferta, porque muchos desaparecieron ya y no se recuperarán, para citar un solo ejemplo.

Se requiere un gran impuso a la oferta y la demanda simultáneamente para el restablecimiento del equilibrio necesario para garantizar que la reapertura sí se vuelve una reactivación efectiva. El papel del Estado en este caso es crucial y afortunadamente ya se han producido muchas iniciativas en esta dirección, insuficientes aún, para el tamaño del problema, pero las que además exceden las capacidades del Estado.

Los gobiernos dependen de los impuestos y contribuciones de los ciudadanos y los empresarios y del endeudamiento que les suministran las entidades financieras para poder disponer de los flujos de caja necesarios para su funcionamiento,  y para estimular el crecimiento y desarrollo de la economía, con la protección de los sectores vulnerables y la acción decidida en temas como salud, educación, vivienda, y  bienestar. Sin embargo, las arcas del Estado en este momento están exhaustas y el endeudamiento crece a un ritmo que se volverá impagable y que hipotecará a las futuras generaciones. Al final, el propio Estado no dispondrá de la oferta de recursos económicos y funcionales suficientes para satisfacer tan enorme demanda de necesidades y necesitados.

Sin embargo, la humanidad ha atravesado enormes crisis a través de su historia, por razone de guerras, pandemias, situaciones climáticas, fenómenos económicos, etc., y ha sabido sobreponerse y recuperar el terreno perdido. Pero en estos casos requirió de la voluntad, la decisión, el compromiso y la acción de todos los actores públicos, privados, sociales, religiosos, políticos y de todo tipo de liderazgos para poder enfilar los esfuerzos en la dirección correcta, con las prioridades adecuadas y con los impactos necesarios.

No todo se podrá hacer, ni en todos los frentes tampoco, aunque sean causas muy loables y humanamente significativas, si animamos el crecimiento y el progreso, como esencia de la acción, poco a poco todos los sectores y gentes se irán recuperando. Por supuesto habrá poblaciones o regiones que requieren de un tratamiento más asistencial y de supervivencia, pero las demás, requieren que se ponga en marcha el “motor” del despegue de la reactivación para a su vez reactivarse.

No son años fáciles ni tareas sencillas las que tendremos que afrontar en los próximos ejercicios, pero si todos a una remamos para el mismo lado, seguro que lo lograremos.

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