Comentario 15/03/2021
¿OCUPACIÓN
O SUBSIDIOS?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
“Dale
un pez a un hombre y comerá hoy, dale una caña y enséñale a pescar y comerá el
resto de su vida”. Jesucristo
Todos
los países han visto deterioradas sus economías, tanto a nivel del sector
oficial como del privado, en medio de la recesión global que estamos
atravesando por el cierre o por la ralentización de su actividad económica,
con, por supuesto, enormes consecuencias de deterioro social y parálisis de sus
proyectos de desarrollo y crecimiento, así como la inversión extranjera directa
que en buena medida se ha visto suspendida.
Como
resultado de todo ello, los gobiernos han volcado buena parte sus presupuestos
de gastos e inversión hacia la concesión de subsidios a las personas y a las
empresas más afectadas o débiles para evitar mayor destrucción económica y
propender por la reactivación de los negocios o las ocupaciones independientes.
Evidentemente esto es necesario y se justifica, especialmente en situaciones de
mayor dificultad a las cuales se suman fenómenos de violencia, narcotráfico y
catástrofes naturales, como ocurre en varias de nuestras regiones.
Sin
embargo, la finalidad del Estado no es ser un proveedor de subsidios, sin
perjuicio que hay casos donde es imperioso y urgente que lo haga, como en la
educación, la salud, las pensiones y el bienestar de comunidades o personas
vulnerables. Salvo condiciones de esa naturaleza, los subsidios tienen la vocación
de ser temporales y completamente focalizados a quienes verdaderamente los
requieren y los necesitan, sin más alternativa para tenerlos que acudir al
Estado. Precisamente, el diccionario de la lengua española RAE, define los
subsidios del Estado como: “Prestación pública asistencial de carácter
económico y de duración determinada”, es decir, tiene su origen, su
justificación, su existencia y su terminación.
Desafortunadamente,
buena parte de los ciudadanos piensan que una vez concedido el subsidio debe
perdurar y mejorarse a través de su existencia, sin importar cuál es su costo,
el origen de los recursos y quién realmente lo está pagando, porque el Estado
somos todos. La política de subsidios la convierten en un verdadero
asistencialismo, el cual, como lo demuestra la experiencia vuelve a las
personas verdaderos “zánganos” o “chupa sangres”, que esperan que el Estado les
resuelva su vida económica, lo cual es una responsabilidad individual frente a
sí mismos y frente a la sociedad.
Los
movimientos políticos de izquierda son ampliamente afectos a esta tesis y la
defienden con fuerza, sin justificar la proveniencia de los recursos y la real
capacidad del Estado o de los demás ciudadanos de conceder subsidios eternos
por causas que son eminentemente transitorias. Mucho se habla de rentas
básicas, de educación y salud gratuitas, de pensión mínima y de toda una gama
de auxilios, beneficios y subvenciones en los más diversos frentes de la
actividad humana. Además, con la curiosidad implícita de que todo aquel sector,
persona o grupo de personas que tienen dificultades, sienten, esperan y
demandan que el Estado se las soluciones a cualquier costo y sin ninguna
justificación de carácter social o comunitario o contraprestación en beneficios
para otros ciudadanos con dificultades sociales realmente apremiantes y de
verdadera pobreza.
Nos
preocupa que la política de subsidios tienda a perpetuarse en el tiempo, se
vuelva un “derecho adquirido”, como suelen denominarlos y que por esta vía se
transforme la capacidad fundamental del Estado de crear condiciones e invertir
en el desarrollo económico y de infraestructura del país. De esta manera se
abre el espacio a los sectores privados para generar más inversión, ocupación,
producción, rentas, impuestos y oportunidades de inversión y crecimiento que
beneficien a sus comunidades.
Aquí
se impone la reflexión de “dar el pez o enseñar a pescar”, ¿el Estado debe
crear condiciones para que los particulares puedan desarrollar sus actividades
privadas o, por el contrario, el Estado debe ser un proveedor de subsidios en
todo tipo de necesidades o iniciativas individuales o de colectivos de interés
particular? No estamos hablando de subsidios temporales necesarios en medio de
una pandemia o de una catástrofe o también a poblaciones pobres y vulnerables,
hablamos de solucionarle los problemas a sectores o personas individuales para
su propio beneficio y sin contraprestación con la comunidad.
Son
muchas las obras que puede desarrollar el Estado, tales como las de
infraestructura de transporte que acerquen al país con el resto del mundo, de
centros de investigación y desarrollo, de dotación urbana de comunicaciones, de
seguridad y, por supuesto también de bienestar y recreación, todos los cuales
requieren de su inversión directa, o la participación en proyectos de inversión
conjunta o asociaciones con el sector privado para ciertos desarrollos. Una
solución de ferrocarril, por ejemplo, para el transporte de mercancías y
personas como existe en los países más avanzados o una vía fluvial bien dotada
a través del río Magdalena, serían multiplicadores de bienestar, ahora y
siempre, para muchas comunidades y para todo el país. Además, serían grandes
generadores de ocupación para muchos sectores productivos y generadores de
diversidad de trabajos directos e indirectos.
No hay comentarios.:
No se permiten comentarios nuevos.