viernes, 12 de marzo de 2021

¿OCUPACIÓN O SUBSIDIOS?

 

Comentario 15/03/2021

 

¿OCUPACIÓN O SUBSIDIOS?

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

“Dale un pez a un hombre y comerá hoy, dale una caña y enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”. Jesucristo

Todos los países han visto deterioradas sus economías, tanto a nivel del sector oficial como del privado, en medio de la recesión global que estamos atravesando por el cierre o por la ralentización de su actividad económica, con, por supuesto, enormes consecuencias de deterioro social y parálisis de sus proyectos de desarrollo y crecimiento, así como la inversión extranjera directa que en buena medida se ha visto suspendida.

Como resultado de todo ello, los gobiernos han volcado buena parte sus presupuestos de gastos e inversión hacia la concesión de subsidios a las personas y a las empresas más afectadas o débiles para evitar mayor destrucción económica y propender por la reactivación de los negocios o las ocupaciones independientes. Evidentemente esto es necesario y se justifica, especialmente en situaciones de mayor dificultad a las cuales se suman fenómenos de violencia, narcotráfico y catástrofes naturales, como ocurre en varias de nuestras regiones.

Sin embargo, la finalidad del Estado no es ser un proveedor de subsidios, sin perjuicio que hay casos donde es imperioso y urgente que lo haga, como en la educación, la salud, las pensiones y el bienestar de comunidades o personas vulnerables. Salvo condiciones de esa naturaleza, los subsidios tienen la vocación de ser temporales y completamente focalizados a quienes verdaderamente los requieren y los necesitan, sin más alternativa para tenerlos que acudir al Estado. Precisamente, el diccionario de la lengua española RAE, define los subsidios del Estado como: “Prestación pública asistencial de carácter económico y de duración determinada”, es decir, tiene su origen, su justificación, su existencia y su terminación.

Desafortunadamente, buena parte de los ciudadanos piensan que una vez concedido el subsidio debe perdurar y mejorarse a través de su existencia, sin importar cuál es su costo, el origen de los recursos y quién realmente lo está pagando, porque el Estado somos todos. La política de subsidios la convierten en un verdadero asistencialismo, el cual, como lo demuestra la experiencia vuelve a las personas verdaderos “zánganos” o “chupa sangres”, que esperan que el Estado les resuelva su vida económica, lo cual es una responsabilidad individual frente a sí mismos y frente a la sociedad.

Los movimientos políticos de izquierda son ampliamente afectos a esta tesis y la defienden con fuerza, sin justificar la proveniencia de los recursos y la real capacidad del Estado o de los demás ciudadanos de conceder subsidios eternos por causas que son eminentemente transitorias. Mucho se habla de rentas básicas, de educación y salud gratuitas, de pensión mínima y de toda una gama de auxilios, beneficios y subvenciones en los más diversos frentes de la actividad humana. Además, con la curiosidad implícita de que todo aquel sector, persona o grupo de personas que tienen dificultades, sienten, esperan y demandan que el Estado se las soluciones a cualquier costo y sin ninguna justificación de carácter social o comunitario o contraprestación en beneficios para otros ciudadanos con dificultades sociales realmente apremiantes y de verdadera pobreza.

Nos preocupa que la política de subsidios tienda a perpetuarse en el tiempo, se vuelva un “derecho adquirido”, como suelen denominarlos y que por esta vía se transforme la capacidad fundamental del Estado de crear condiciones e invertir en el desarrollo económico y de infraestructura del país. De esta manera se abre el espacio a los sectores privados para generar más inversión, ocupación, producción, rentas, impuestos y oportunidades de inversión y crecimiento que beneficien a sus comunidades.

Aquí se impone la reflexión de “dar el pez o enseñar a pescar”, ¿el Estado debe crear condiciones para que los particulares puedan desarrollar sus actividades privadas o, por el contrario, el Estado debe ser un proveedor de subsidios en todo tipo de necesidades o iniciativas individuales o de colectivos de interés particular? No estamos hablando de subsidios temporales necesarios en medio de una pandemia o de una catástrofe o también a poblaciones pobres y vulnerables, hablamos de solucionarle los problemas a sectores o personas individuales para su propio beneficio y sin contraprestación con la comunidad.

Son muchas las obras que puede desarrollar el Estado, tales como las de infraestructura de transporte que acerquen al país con el resto del mundo, de centros de investigación y desarrollo, de dotación urbana de comunicaciones, de seguridad y, por supuesto también de bienestar y recreación, todos los cuales requieren de su inversión directa, o la participación en proyectos de inversión conjunta o asociaciones con el sector privado para ciertos desarrollos. Una solución de ferrocarril, por ejemplo, para el transporte de mercancías y personas como existe en los países más avanzados o una vía fluvial bien dotada a través del río Magdalena, serían multiplicadores de bienestar, ahora y siempre, para muchas comunidades y para todo el país. Además, serían grandes generadores de ocupación para muchos sectores productivos y generadores de diversidad de trabajos directos e indirectos.

No hay comentarios.:

ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO

  Comentario 07/07/2025   ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO   Por: Carlos Alberto Mejía C. Ingeniero Industrial y Administrativo. ...