lunes, 22 de marzo de 2021

¿PETRO PRESIDENTE?

Comentario 23/03/2021

¿PETRO PRESIDENTE?

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

En acalorada entrevista concedida a la periodista Vicky Dávila por el candidato Gustavo Petro para la revista Semana del 17 de marzo del 2021, realizó una serie de afirmaciones con el tono de advertencias si llega a la Presidencia en el año 2022. Vamos a examinarlas tomando el texto como lo pronunció, sin embargo, dividiendo las temáticamente para poderlas abordar en forma independiente, así (entre comillas sus afirmaciones):

1. Lo primero que dijo fue que “todos tendrían que pagar impuestos en su totalidad porque las excepciones son corrupción”. Además, al hablar de los empresarios privados, afirma: “En un Gobierno progresista[1], que paguen los impuestos y compitan. Y dejen de tener un Estado arrodillado ante ellos”.

Como es bien sabido, el Estado atraviesa por una seria encrucijada fiscal y de endeudamiento interno y externo que rebasan las posibilidades de las exhaustas arcas del tesoro nacional. Se tramitan las reformas fiscales y tributarias en este momento para subsanar, en lo posible, los déficits, o mitigar sus impactos inmediatos, transfiriendo a las vigencias futuras parte de los impactos que ha dejado la atención de la pandemia por más de $40 billones en todos los frentes que ha causado tan exigente, imprevista y crítica situación de salud y de restricciones a la actividad productiva, y las consecuencias que ha dejado en todos los niveles de la sociedad.

Tiene razón el señor Petro al esperar que “todos” paguen impuestos, evitando, en lo posible y en lo razonable, las exenciones y exclusiones de todo tipo, ya que en Colombia sólo 3.810.347 ciudadanos y 549.757 empresas pagan impuesto de renta, frente a una población económicamente activa de cerca de 25 millones de habitantes y de 6.000.000 de empresas productivas que se estima tiene el país. En la práctica, cerca de 5.000 empresas pagan casi el 90% del impuesto de renta que se recauda en Colombia, el sistema impositivo “le carga la mano” a las empresas y descuida a las personas como potenciales pagadores de impuestos. El nivel de evasión, elusión y exclusión de las personas para el pago de impuestos de renta es enorme.

Petro llama las excepciones “corrupción”, y mucho puede haber de ese terrible mal que nos carcome, sin embargo, hay una gran parte de población de bajos ingresos o en informalidad laboral que no paga y no debería pagar impuestos, por sus, efectivamente, bajos ingresos, sin desconocer que hay personas que laboran de una manera informal o en pequeñas empresas, que también reciben grandes sumas de dinero por las que deberían aportar a las necesidades del país, pero esta cultura o este nivel de control no se ha logrado, aunque, cada vez más el cerco se cerrará para lograr que todo el que tenga unos ingresos determinados, también contribuya a las necesidades del país a través de los impuestos, independientemente de la denominación o la clasificación de su actividad productiva, ya que el Estado somos todos y nos sirve a todos.

2. “Vivimos en un país que es el cuarto más desigual del mundo. Los hombres más ricos de América no hacen nada por corregir eso, sino que día tras día devoran más y más. No es el producto de su trabajo”. Y más adelante afirma: “El fondo es que vivimos en un país profundamente desigual y que esa desigualdad ha sido causada por los herederos del esclavismo, que consideran que su país es su hacienda particular y que tienen un derecho hereditario y divino de usufructuarlo, sin darle espacio a la gente. Y la gente queda condenada a la miseria”

No es un secreto para nadie el fenómeno de la desigualdad, frente a lo cual a través del Estado, por un lado, se generan soluciones, pero también esos que Petro llama “los más ricos de América”, generan inversión, desarrollo y empleo, porque, como dice el refrán popular, “la plata no está dando en los árboles”, hay que trabajar duro para poder conseguirla, y si esos empresarios lo han logrado y lo están logrando, lo que hay es que felicitarlos y estimularlos para que sigan invirtiendo en el país y en sus soluciones, para su beneficio, por supuesto, pero a través de sus impuestos y sus empleos e inversiones, para el beneficios de los demás. Hay que considerar también que los empresarios privados con sus programas de responsabilidad social empresarial realizan grandes acciones de beneficio comunitario a través de asociaciones, corporaciones o fundaciones creadas para tal fin.

La afirmación de que día tras día devoran más y más y que no es producto de su trabajo, no es cierta y genera odio de clases, los ricos y los pobres confrontados por la política, produciendo un sentimiento de rechazo y resentimiento en contra de los empresarios, cuando, en realidad, son ellos los que pueden hacer crecer y desarrollar el país y generar el bienestar de sus habitantes, en general. Por el contrario, los países centrados en el intervencionismo del Estado y con gobiernos autocráticos y populistas frecuentemente han demostrado sus graves efectos en el crecimiento de la pobreza y en el saqueo de los países que han gobernado.

3. “Yo no soy ingenuo. Me estás preguntando por personas que se han enriquecido con el Estado. Usan su dinero para cooptar al Estado. Y el Estado está es para proteger a los más débiles”.

De nuevo el problema de la corrupción y la connivencia de funcionarios del Estado y algunos empresarios de dudosa conducta quienes, efectivamente, sí esquilman las arcas del Estado, es decir, de todos los ciudadanos; estos son un puñado de empresarios, funcionarios y políticos que han hecho toda la vida grandes fortunas por cuenta del Estado, vaya para ellos todo el peso de la ley, pero la generalización sobre que todos los empresarios se han enriquecido con el Estado, es, de nuevo, muy grave y genera discriminación y odio entre los ciudadanos y los empresarios y, por supuesto, mayor polarización del país.

4. “Cuando la banca está creciendo, pero la economía real se está destruyendo, es que la banca está chupando el circuito real de Colombia. Eso es perverso. Eso es destructivo. ¿Cómo se corrige eso? Con la banca pública”.

El rechazo de la izquierda radical por el sistema financiero y bancario es inveterado, para estos ciudadanos la banca es sinónimo de explotación de la comunidad, sin apreciar que el banquero gana porque le sirve a la comunidad, canalizando recursos de quien dispone de ahorros, transformándolos en créditos para actividades personales, familiares, productivas o de inversión a todo tipo de ciudadanos y empresas.

El negocio bancario es complejo y por excelencia riesgoso, exige grandes sumas de capital para su operación y por lo tanto requiere de inversionistas con capital suficiente, sentido de riesgo, criterio y olfato para los negocios, lo cual es bueno para el país. Los banqueros privados y públicos compiten entre sí, día a día, y como resultado de esa competencia los ahorradores y deudores tiene cada vez mejores servicios, avanzada tecnología y un sustancial apoyo para sus actividades, a tarifas competitivas.

No cabe duda que el país requiere también su banca pública para que canalice los recursos a sectores deprimidos o de bajo acceso donde el banquero privado poco estará presente, como es obvio. El concepto de Petro sobre los banqueros ahonda las diferencias y la polarización y, de nuevo, la odiosa distinción sobre que los pobres lo son por los ricos y los banqueros. Durante la pandemia los bancos del país también han visto disminuidas sus ganancias en más de un 50% y, sin embargo, han sido el gran apoyo del gobierno para canalizar los subsidios por la pandemia. Uno de los aspectos que ayuda a superar niveles de subdesarrollo es la bancarización de la población y esto se logra con la banca, no contra la banca. En Colombia ya el 80% de los colombianos tienen al menos un producto bancario, especialmente ahorros.

5. Mientras tanto, insistió en que “el 80% del empleo en el país lo producen la pequeña y la mediana empresa, pero que no reciben ayudas del Gobierno”.

Es cierto que la mayoría del empleo del país se genera en los micro, pequeños y medianos negocios y en el Estado como gran empleador, lo que no hace sentido es que afirma que el Estado no les ha suministrado ayudas, pues los programas de garantías del Fondo Nacional de Garantías, los de crédito subsidiado, el apoyo a la nómina y los de canalización de la demanda a “compre colombiano” han sido determinantes de la recuperación paulatina de la economía y el bienestar de los ciudadanos durante la pandemia. Sin contar en esta descripción con otros frentes de subsidios del Estado a la salud, las pensiones, el adulto mayor, la educación, el apoyo a poblaciones vulnerables, etc., que ya tienen carácter permanente.

6. Aseguró que “hará cambios sustanciales en el sistema pensional, de tal suerte que la mayor parte de la población que gana hasta cuatro salarios mínimos cotice en un el fondo público como Colpensiones. Los demás, la menor cantidad de ciudadanos, si quieren, pueden ir a los privados”. “La pensión es un derecho, no es un negocio como vender Postobón”.

Este es otro aspecto en el cual la izquierda radical “mete sus dientes”, considerando que las pensiones son un derecho que debe ser administrado y fuertemente subsidiado por el Estado, como ocurre hoy con las pensiones a cargo de Colpensiones y, además, que hay sectores de empleados del Estado que deben tener fuertes privilegios en sus pensiones, las cuales son pagadas por todos los colombianos, sin mérito ninguno, en mi opinión, distinto a que son empleados de algún organismo del Estado.

La construcción de una solución para la vida de retiro es un deber de todo trabajador durante su vida laboral en todas partes del mundo, sin embargo, para la izquierda es un derecho adquirido, lo que en la práctica es un subsidio que unos trabajadores, que pagan impuestos y forman su propia pensión, en la práctica le conceden a otros trabajadores que gozan de la pensión sin merecimiento ni sentido de equidad. Distinto es el caso de los programas del tipo adulto mayor o los BEPS (beneficios económicos periódicos) que administra el Gobierno para poblaciones verdaderamente vulnerables. ¿Quién va a pagar las pensiones que el candidato a presidente Petro espera que se les conceda como derecho al grueso de la población?

7. “Yo no tengo la intención de perseguir a nadie. Si esos empresarios, en especial Sarmiento –a quien estudié muy bien por Odebrecht–, dejan de ordeñar al Estado y se dedican, de acuerdo con el plan de desarrollo que proponemos, a lo que nosotros consideramos, serían loables en un sistema económico. ¿Les vamos a quitar los bancos? No. Pero los bancos no pueden ser un sistema para chupar la economía real”.

Una precisión puntual es que la familia Sarmiento ha sido exonerada de cargos en el caso de Odebrecht, la segunda es que, como todos los de la izquierda, Petro quiere ejercer un grave dirigismo desde el Estado para el sector privado, eso de que “se dedican, de acuerdo al plan de desarrollo que proponemos, a lo que nosotros consideramos, serían loables en un sistema económico”, lo que hace es inhibir la iniciativa privada, restringir la libertad de empresa y crear camarillas directoras de la economía privada desde el gobierno, lo cual es una frecuente fuente de corrupción. Desaparecería la palabra privado del mundo empresarial de los particulares, gravísimo.

8. “No. Yo no odio. Ni siquiera a quienes me torturaron. A quienes amenazaron a mis hijos. Nunca me he puesto a perseguir ni a mis perseguidores”.

Los orígenes guerrilleros de Gustavo Petro, su discurso cargado de lucha de clases, de restricciones a las libertades privadas, de dirigismo estatal y de un régimen de privilegios en favor de sus intereses políticos y de sus camarillas, muestran la verdadera cara de sus ambiciones y prepotencia: sus rasgos son de izquierda radical, sectarismo, autocracia y menos democracia, populismo y nacionalismo malsanos, socialismo de Estado y polarización agresiva contra las demás corrientes de pensamiento.

Estamos a tiempo, pensemos bien en qué necesita y le conviene al país, y en lo que nos podría llegar en el 2022 hacia adelante.



[1]Progresista es el nombre que los miembros de la izquierda radical se dan a sí mismos, ya no socialista, menos comunista o marxista-leninista.

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