Comentario 29/03/2021
¿SE ACABÓ
LA DEMOCRACIA?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
En
un importante artículo publicado por el diario El Tiempo del 14 de marzo de 2021,
se revelan los resultados de una encuesta que buscaba verificar la percepción de
los colombianos sobre su sistema democrático. Pues bien, estos hallazgos son francamente
preocupantes dado que la manifestación de los encuestados es de una clara decepción
sobre el sistema político que nos rige y que ha sido uno de los baluartes de la
estabilidad política e institucional de Colombia durante toda su historia.
Veamos
primero brevemente los resultados de la encuesta para luego hacer los comentarios:
Lámina
1 Lámina 2
La primera lámina nos muestra la evolución de la opinión sobre el apoyo a la democracia, el cual pasa desde un 55.4% en el 2012, que ya era bajo, hasta un 18.2% en el 2020, que nos deja “callada la boca”. El desencanto con el sistema democrático de Colombia es abrumador.
Según
el diccionario de la Real Academia Española, la democracia es un sistema político
en el cual la soberanía reside en el pueblo. Esta soberanía -o autoridad suprema-
puede ejercerse directamente o por medio de representantes. En otras palabras, la
democracia es una forma de gobierno en la que los ciudadanos son quienes tienen
el poder a través de su voto para la revisión y modificación de su constitución,
para la elección de sus representantes o para juzgar las acciones de sus gobernantes
o de los elegidos como representantes en los diferentes órganos de decisión del
Estado.
Hay
democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los
ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer
una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilitan a la ciudadanía
amplios mecanismos refrendatarios o plebiscitarios consultivos. Así, la democracia
es obra directamente cuando la decisión es adoptada por los miembros del pueblo,
mediante plebiscitos y referéndums vinculantes, elecciones primarias o facilitación
de la iniciativa legislativa popular y votación popular de leyes. Hay democracia
indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas
por el pueblo como sus representantes.
En
Colombia la constitución creó la división de los poderes públicos para buscar el
equilibrio de poderes y la representación popular en forma equilibrada, con un sistema
de pesos y contrapesos de cada rama del poder sobre las otras, para la mayor y mejor
transparencia y gestión en representación del pueblo. Es así como se crearon las
tres ramas del poder en forma independiente: ejecutiva (Gobierno), legislativa (Congreso,
con Senado y Cámara) y judicial (sistema de justicia).
Pues
bien, en la segunda parte del gráfico presentado se tiene la opinión de los colombianos
sobre sus ramas de poder, donde se concluye que la confianza en ellas viene disminuyendo
hasta niveles realmente bajos y preocupantes. El ejecutivo, representado por el
presidente, apenas alcanza un 38% de voto favorable, el Congreso un 21% y el Sistema
de Justicia un 26%. Cifras todas demasiado bajas como para dejar de preguntarse, ¿cuáles son las causas detrás de esa pérdida sistemática y totalmente regresiva
de afinidad con las tres ramas del poder?
En
nuestra opinión es una mezcla entre la pérdida de significado de los partidos políticos,
la corrupción y la clara desfiguración que han venido presentando al país las tres
ramas en su falta de efectiva decisión, de total transparencia y de la eficiente
y eficaz ejecución, donde en buena medida están primando los intereses de grupos
de opinión, económicos o políticos, más que los intereses reales de la ciudadanía.
Los jueces ya hacen política y no justicia,
los legisladores no legislan, ejercen labor política y el ejecutivo, quien también
actúa políticamente, ha concentrado buena parte del poder ante la ausencia de los
anteriores, con logros y yerros, por supuesto. Como las promesas políticas de campaña
son un cuento mientras dura la campaña, así como también la transparencia brilla
por su ausencia, las intrigas y componendas políticas son recurrentes y la mano
ajena en los contratos públicos es permanente, se convierten en una fuente de desconfianza
de los ciudadanos en sus instituciones, en sus representantes y en su democracia.
Entre
las formas de gobierno alternativas más comunes se encuentran la monarquía (gobierno
de reyes), la teocracia (gobierno de clérigos), la aristocracia (gobierno de los
ricos), la tiranía ( gobierno de los tiranos que se toman el poder y se vuelven
omnímodos), la dictadura (gobiernos que se transforman en verdaderas dictaduras
de personas o camarillas que se tratan de perpetuar en el poder), el comunismo (gobierno
del estado totalitario y del partido único) y nuestra querida, desprestigiada y
aporreada democracia. ¿Cuál escogemos y defendemos?, la democracia, por supuesto,
no hay mucho mejor para escoger, pero con la exigencia de su buen funcionamiento.
No hay comentarios.:
No se permiten comentarios nuevos.