sábado, 5 de junio de 2021

LA DEMOCRACIA Y EL TOTALITARISMO

 Comentario 07/06/2021

 

LA DEMOCRACIA Y EL TOTALITARISMO

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Los países latinoamericanos han sido amenazados durante muchos años por los anhelos totalitaristas de las izquierdas radicales de corte socialista que se originaron en la revolución comunista de Cuba en los años 60 y siguientes. Desde ese país, donde se enquistó una camarilla de líderes comunistas, se lanzó una ofensiva en todo Centro y Sudamérica para transportar la filosofía totalitaria que los acompaña y que ha sido la causa del retraso manifiesto de ellos mismos y de países como Nicaragua o Venezuela que han querido abrazar esas mismas ideas. Para ello, intentaron de todo: desestabilizar las democracias, tumbar los gobiernos, ejercer subversión con movimientos guerrilleros, fomento a la lucha de clases, reformas para cambiar las estructuras de los Estados democráticos, infiltración en los gobiernos y en las organizaciones públicas, persecución a contrarios ideológicos, etc., etc., etc. Son muchas las cosas que han sucedido, en realidad, durante estos años.

Sin embargo, no son cosa del pasado, siguen sucediendo y las estamos viendo con los actos vandálicos de los últimos días, donde una protesta pacífica y legítima por las condiciones de falta de oportunidad y de pobreza derivadas de la pandemia, los violentos la transformaron en el más desafiante problema de orden público, con el cual se pretende descarrilar la vida democrática, las instituciones, el estado de derecho y los órganos de gobierno, detrás de la agenda política de una izquierda subversiva y radical, apoyada por fuerzas oscuras del exterior de tipo socialista y comunista. Es increíble ver cómo unos pocos violentos ponen en jaque a una sociedad completa, porque no son hechos aislados ni circunstanciales, son acciones programadas, coordinadas, entrenadas, financiadas y ejecutadas en forma certera contra el orden establecido y la ciudadanía inerme. Nunca el caos y la destrucción han sido generadoras de progreso y bienestar, sin embargo, ellos dicen no estar dispuestos a dialogar, sólo negociar, lo que quieren es imponer sus criterios y opiniones según su conveniencia, no importa qué suceda con el resto del país y lo que pase con las finanzas públicas agotadas y exhaustas por la pandemia, el cierre, la parálisis y ahora sin reforma tributaria a la vista.

Están acabando con las actividades comerciales y productivas, con el trabajo vinculado e independiente, el abastecimiento, la movilización, la atención de la salud, los servicios del Estado, las actividades deportivas, científicas y culturales, entre muchas otras más y ni hablar del trato a los policías que cumplen con su deber y mandato. Pero, además acusando al país de persecución a los indefensos manifestantes ante los organismos humanitarios mundiales, que les creen y comen de sus cuentos, porque son correligionarios en el pensamiento extremista. Detrás de esto está de nuevo el socialismo comunista internacional y el narcotráfico que pesca en río revuelto y por eso cofinancia el movimiento. Y hay mucho dinero en juego para pagar el desafío. Así las cosas, ahora habrá que llorar por Colombia también.

¿Y de qué ideas socialistas estamos hablando? De gobiernos únicos, con partidos únicos y con poder centralizado y omnímodo, concentrado en una camarilla privilegiada de gobierno, quienes acumulan todo el poder ejecutivo, legislativo y judicial bajo su dirección y mando, es decir, no hay división real de poderes ni oportunidad de ejercer ninguna oposición. Quien se atreve a ejercerla es claramente reprimido de manera agresiva y en ocasiones violenta, tanto que en esos países algunos prefieren cambiar su lugar de residencia y vivir más bien en el exterior para evitar a toda costa que sus libertades sean limitadas o, por la vía de la exacción o de la expropiación, se afecten sus patrimonios y empresas, sin motivo ni razón distinto a haber tenido éxito en sus vidas y de ser considerados como “responsables” de subvencionar a los demás, según el pensamiento socialista.

Pero esto es sólo el comienzo, se suman a esos hechos la falta de libertad de prensa, el dirigismo del Estado en toda la economía y en muchas ocasiones la extinción de la propiedad sobre bienes y haberes o la persecución de los negocios privados, hasta que desaparece la iniciativa privada y surge la injerencia estatal en todas las actividades productivas y en los servicios que se vuelven altamente ineficientes porque el Estado no es un buen administrador por la corrupción y las presiones e intereses políticos y politiqueros. Los beneficios son para la clase dirigente, no para todos los trabajadores y el resto de la población, quienes a partir de ese momento van a sufrir fenómenos de desarraigo por tener opiniones diferentes, de desabastecimiento de bienes o servicios, de corrupción a todo dar para la camarilla gobernante, de concentración y control del gasto público y, por otro lado, de pérdida de libertades individuales y familiares.

En el Estado todopoderoso, que ellos quieren encarnar, dicen que para defender al pueblo hay que distribuir la riqueza y lo que hacen, en realidad, es distribuir más pobreza, al perseguir al empresariado que es quien puede crear riqueza generando empleo, desarrollo, progreso y verdadera distribución de oportunidades con sus actividades productivas, sus inversiones y su liderazgo, a más de su visión empresarial y comunitaria, con beneficios para toda la sociedad, en forma directa o indirecta.

Las lecciones que nos acaba de dar el Ecuador al alejarse de los modelos de izquierda radical y del llamado progresismo de Correa, quien, durante cerca de 12 años, por sí o por sus lacayos, quiso imponer sus criterios regresivos a la sociedad y al empresariado ecuatoriano, son una prueba cierta de cómo una comunidad reacciona y quiere alejarse de ese mal llamado socialismo, el que, en la práctica, suele convertirse en un totalitarismo.

Desafortunadamente, las circunstancias mundiales y locales, fuertemente deterioradas por los graves fenómenos ocasionados por el Covid 19, no nos pueden llevar a pensar que hay que cambiar el modelo económico, político y social que nos rige, desde la constitución del 91. El deterioro económico y social ocasionado por la pandemia se ha ensañado con todo tipo de países desarrollados y en vías de desarrollo, lo que hay que combatir es la pandemia, no el modelo de país. Superada la pandemia por la “inmunidad del rebaño” se podrá restablecer plenamente la economía y las actividades productivas y ciudadanas y con esto se retomarán unas nuevas fuentes de oportunidad.

Es muy duro lo que estamos atravesando, y particularmente quedarán muchas familias en condición vulnerable y muy debilitadas las finanzas públicas nacionales, departamentales y locales por los menores recaudos de impuestos y contribuciones y por el esfuerzo de apoyar a la población y a las empresas con subsidios y auxilios de diversas naturalezas, en los casos más apremiantes. Sin embargo, no es el totalitarismo el que nos ayudará a superar, en el tiempo, las secuelas que la pandemia nos dejará. Por el contrario, un Estado democrático donde conviven la iniciativa privada con la estatal, nos generará muchas más oportunidades.

No hay comentarios.:

ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO

  Comentario 07/07/2025   ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO   Por: Carlos Alberto Mejía C. Ingeniero Industrial y Administrativo. ...