Comentario 15/06/2021
LOS
BENEFICIOS DE LA ECONOMÍA
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Cuando
las necesidades de inversión afloran y los problemas se multiplican, no hay
camino distinto que unirse en torno al crecimiento de la economía para salir
adelante como país. El tesoro público no es inagotable y no se le puede cargar
toda la inversión social insatisfecha durante décadas y multiplicada por la
pandemia, necesariamente hay que aumentar las fuentes de ingresos y la mejor
manera es hacer que la economía crezca para que haya más recaudo y así disponer
de más dinero para costear las soluciones en salud, educación, bienestar social
e infraestructura.
Es
una situación difícil de asimilar por estos días aciagos de protesta social con
crisis sanitaria y deterioro económico, tres males que pintan una coyuntura
bien enrarecida y complicada. Además, el debate electoral del 2022 se ha
precipitado, cada grupo de opinión política aprecia y califica los hechos según
sus intereses políticos electorales, conduciendo a que la realidad, objetiva
por sí misma, sea de un color para unos y de otro, bien diferente, para otros.
Esto crea mayor desconcierto y desconfianza en todos los agentes económicos y
en la ciudadanía, por supuesto.
Son
muchos los problemas que conjuntamente deben enfrentarse como país, con todos
sus actores y en todos los frentes, y el único camino cierto es contar con los
recursos para financiar las necesidades insatisfechas. Hay dos maneras de
hacerlo: por un lado, incrementando los impuestos a los más pudientes para
derramarlos en cada uno de los sectores más necesitados, situación que no se
logró con la denegada reforma tributaria, ambiciosa sí, pero necesaria, aunque
inoportuna por el momento difícil de todos los sectores económicos y de las
familias. El otro camino es endeudando al país por encima de sus posibilidades
de pago a largo plazo, lo cual ya está sucediendo y ha conducido a las calificadoras
de riesgo a dudar de la capacidad del país para recuperar su economía y sus
finanzas públicas, con la degradación de su calificación de riesgo, lo cual nos
acerca a la condición de país no seguro para los inversionistas nacionales e
internacionales.
Sin
embargo, hay que actuar pronto para solucionar las principales necesidades y
con ello evitar, además, que las ideas populistas germinen sobre las
dificultades y lleven al país a una irremediable y mayor polarización, por
quedar en discusión el modelo económico, político, social e institucional del
país y su estado de derecho. Las consecuencias del Covid-19 y las atenciones
sanitarias que demanda la población, sumadas al paro nacional, que lo único que
ha logrado es la destrucción del empleo, las empresas y la parálisis de la
inversión, hacen que la administración central tenga que cambiar el plan de
desarrollo para enfrentar esos asuntos con prioridad y eficacia y salir
adelante en las problemáticas, tarea nada sencilla y sí muy desafiante, que nos
coge “mal parados”. Si a estos temas inéditos se le suman los tradicionales e
inveterados en salud, educación, bienestar social, seguridad nacional e
infraestructura, a más de la atención a la diáspora venezolana, entre muchas
otras, hacen que crecer la economía sea el único camino para salir adelante sin
perder el control de los problemas.
Y
la economía solo crece si hay un vuelco general de todos los agentes económicos
para que eso suceda, una suerte de gran alianza por el crecimiento, que
involucre a los trabajadores, a los empresarios, a los sectores económicos y
académicos, y, por supuesto, al Gobierno quien debe poner su grano de arena en
disminuir los gastos de funcionamiento ineficientes, tales como eliminar
entidades inoficiosas, reducir el gasto público excesivo y atacar la
corrupción, cosa que no se ha visto hasta el momento.
Nada
sustituye el trabajo duro, el crecimiento y la inversión para que los
beneficios de la economía se irradien por todas partes. El peor enemigo de ese
logro es la equivocada concepción, recurrente por estos días, de que el Estado
puede subsidiar todo lo que la falta de inversión, desarrollo y trabajo no han
brindado. Este pensamiento nos lleva como a “esperar que nos llegue del cielo”,
como el maná del desierto en la travesía hacia la tierra prometida, lo cual
conduce al conformismo, el desplazamiento de la propia responsabilidad por
progresar y generar bienestar hacia otros que sí lo generan con su esfuerzo y
dedicación, nos conduce, además, hacia un abismo de destrucción de las
instituciones, el estado de derecho y de la propiedad privada.
En
sentido contrario, como decimos frecuentemente, “la plata no da en los
árboles”, hay que construir empresas, inversión, ocupación, confianza y buen
gobierno, para que se pueda generar progreso y bienestar para todos. Pero esto
es un deber de todos, no sólo de algunos. Hay que hacer crecer la economía para
generar empleos formales y aún ocupaciones informales, pagar impuestos e
invertir en las necesidades sociales, pero, sobre todo, para que todos los
ciudadanos y los empresarios entiendan que el modelo económico debe ser “todos
ponen” en la medida de sus capacidades y alejarse del mantra de pedir, pedir y
pedir, sin aportar nada a la economía.
En
síntesis, no hay beneficios sin hacer esfuerzos, lo otro es confiar en el azar
de que algo bueno nos suceda y nos redima de la pobreza, de la desigualdad y de
la falta de oportunidades, pero eso no sucederá, sólo el trabajo duro y
mancomunado produce beneficios para repartir posteriormente como progreso y
bienestar para toda la comunidad, con más y mejores oportunidades. Es
impresionante ver cómo países, con menores recursos y posibilidades que las de
nuestro país, han rebasado históricamente el progreso de Colombia y se han
posicionado como economías modernas y de alto ingreso per cápita, y lo que han
hecho es una generar una visión de país conjunta, para soñar un país mejor y
construirlo, con trabajo duro, disciplina social, respeto por la ley, la
propiedad privada, la iniciativa individual y los derechos de los demás, con
instituciones eficientes y gobiernos serios, ¿para qué?, para obtener los
beneficios que soñaron.
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