lunes, 14 de junio de 2021

LOS BENEFICIOS DE LA ECONOMÍA

 Comentario 15/06/2021

 

LOS BENEFICIOS DE LA ECONOMÍA

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Cuando las necesidades de inversión afloran y los problemas se multiplican, no hay camino distinto que unirse en torno al crecimiento de la economía para salir adelante como país. El tesoro público no es inagotable y no se le puede cargar toda la inversión social insatisfecha durante décadas y multiplicada por la pandemia, necesariamente hay que aumentar las fuentes de ingresos y la mejor manera es hacer que la economía crezca para que haya más recaudo y así disponer de más dinero para costear las soluciones en salud, educación, bienestar social e infraestructura. 

Es una situación difícil de asimilar por estos días aciagos de protesta social con crisis sanitaria y deterioro económico, tres males que pintan una coyuntura bien enrarecida y complicada. Además, el debate electoral del 2022 se ha precipitado, cada grupo de opinión política aprecia y califica los hechos según sus intereses políticos electorales, conduciendo a que la realidad, objetiva por sí misma, sea de un color para unos y de otro, bien diferente, para otros. Esto crea mayor desconcierto y desconfianza en todos los agentes económicos y en la ciudadanía, por supuesto.

Son muchos los problemas que conjuntamente deben enfrentarse como país, con todos sus actores y en todos los frentes, y el único camino cierto es contar con los recursos para financiar las necesidades insatisfechas. Hay dos maneras de hacerlo: por un lado, incrementando los impuestos a los más pudientes para derramarlos en cada uno de los sectores más necesitados, situación que no se logró con la denegada reforma tributaria, ambiciosa sí, pero necesaria, aunque inoportuna por el momento difícil de todos los sectores económicos y de las familias. El otro camino es endeudando al país por encima de sus posibilidades de pago a largo plazo, lo cual ya está sucediendo y ha conducido a las calificadoras de riesgo a dudar de la capacidad del país para recuperar su economía y sus finanzas públicas, con la degradación de su calificación de riesgo, lo cual nos acerca a la condición de país no seguro para los inversionistas nacionales e internacionales.

Sin embargo, hay que actuar pronto para solucionar las principales necesidades y con ello evitar, además, que las ideas populistas germinen sobre las dificultades y lleven al país a una irremediable y mayor polarización, por quedar en discusión el modelo económico, político, social e institucional del país y su estado de derecho. Las consecuencias del Covid-19 y las atenciones sanitarias que demanda la población, sumadas al paro nacional, que lo único que ha logrado es la destrucción del empleo, las empresas y la parálisis de la inversión, hacen que la administración central tenga que cambiar el plan de desarrollo para enfrentar esos asuntos con prioridad y eficacia y salir adelante en las problemáticas, tarea nada sencilla y sí muy desafiante, que nos coge “mal parados”. Si a estos temas inéditos se le suman los tradicionales e inveterados en salud, educación, bienestar social, seguridad nacional e infraestructura, a más de la atención a la diáspora venezolana, entre muchas otras, hacen que crecer la economía sea el único camino para salir adelante sin perder el control de los problemas.

Y la economía solo crece si hay un vuelco general de todos los agentes económicos para que eso suceda, una suerte de gran alianza por el crecimiento, que involucre a los trabajadores, a los empresarios, a los sectores económicos y académicos, y, por supuesto, al Gobierno quien debe poner su grano de arena en disminuir los gastos de funcionamiento ineficientes, tales como eliminar entidades inoficiosas, reducir el gasto público excesivo y atacar la corrupción, cosa que no se ha visto hasta el momento.

Nada sustituye el trabajo duro, el crecimiento y la inversión para que los beneficios de la economía se irradien por todas partes. El peor enemigo de ese logro es la equivocada concepción, recurrente por estos días, de que el Estado puede subsidiar todo lo que la falta de inversión, desarrollo y trabajo no han brindado. Este pensamiento nos lleva como a “esperar que nos llegue del cielo”, como el maná del desierto en la travesía hacia la tierra prometida, lo cual conduce al conformismo, el desplazamiento de la propia responsabilidad por progresar y generar bienestar hacia otros que sí lo generan con su esfuerzo y dedicación, nos conduce, además, hacia un abismo de destrucción de las instituciones, el estado de derecho y de la propiedad privada.

En sentido contrario, como decimos frecuentemente, “la plata no da en los árboles”, hay que construir empresas, inversión, ocupación, confianza y buen gobierno, para que se pueda generar progreso y bienestar para todos. Pero esto es un deber de todos, no sólo de algunos. Hay que hacer crecer la economía para generar empleos formales y aún ocupaciones informales, pagar impuestos e invertir en las necesidades sociales, pero, sobre todo, para que todos los ciudadanos y los empresarios entiendan que el modelo económico debe ser “todos ponen” en la medida de sus capacidades y alejarse del mantra de pedir, pedir y pedir, sin aportar nada a la economía.

En síntesis, no hay beneficios sin hacer esfuerzos, lo otro es confiar en el azar de que algo bueno nos suceda y nos redima de la pobreza, de la desigualdad y de la falta de oportunidades, pero eso no sucederá, sólo el trabajo duro y mancomunado produce beneficios para repartir posteriormente como progreso y bienestar para toda la comunidad, con más y mejores oportunidades. Es impresionante ver cómo países, con menores recursos y posibilidades que las de nuestro país, han rebasado históricamente el progreso de Colombia y se han posicionado como economías modernas y de alto ingreso per cápita, y lo que han hecho es una generar una visión de país conjunta, para soñar un país mejor y construirlo, con trabajo duro, disciplina social, respeto por la ley, la propiedad privada, la iniciativa individual y los derechos de los demás, con instituciones eficientes y gobiernos serios, ¿para qué?, para obtener los beneficios que soñaron.

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