Comentario 05/07/2021
¿DÓNDE ESTÁ LA BOLITA?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
A
través de los años la estructura institucional del país se ha ido desdibujando,
desde la división de poderes en las tres ramas, el ejecutivo (Gobierno), el
legislativo (Congreso) y el judicial (Cortes), para transformarse en un país
fundamentalmente concentrado en la acción de la presidencia. Aclaremos primero
algunos términos de conocimiento general:
Los
países de todo el mundo tienen sistemas de gobierno; algunos son gobernados por
un presidente o un jefe de estado, mientras que otros son gobernados por el
parlamento. Además de un buen número de diferencias entre un sistema
parlamentario y un gobierno presidencial, la principal diferencia es el hecho
de que en un gobierno parlamentario el primer ministro es el que tiene los
poderes gobernantes, mientras que un presidente tiene el poder superior en un
sistema de gobierno presidencial.
Una
forma presidencial es un sistema de gobierno republicano y democrático dirigido
por un jefe de gobierno, generalmente llamado presidente. Este jefe de gobierno
dirige un poder ejecutivo que es independiente del poder legislativo y del
judicial. En un estado democrático, el presidente suele ser un ciudadano
electo, el cual, si bien no es responsable del poder legislativo, si puede ser
destituido por el Congreso mediante un juicio político. Un estado dirigido por
un presidente es la forma de gobierno más popular en la gran mayoría de los
países. El presidencialismo o sistema presidencial, en consecuencia, es una
forma de gobierno en la cual la Constitución establece una división de poderes
entre el poder Ejecutivo, el poder Legislativo y el poder Judicial, como es el
caso de Colombia.
El
presidente es la cabeza del órgano que ostenta el poder ejecutivo, mientras que
el poder legislativo lo suele concentrar el congreso, sin perjuicio de las
facultades que en materia legislativa posea el presidente. Un país
presidencialista, por lo tanto, es aquel en el cual el presidente actúa como
líder de la nación, llevando su iniciativa de gobierno al congreso o a las
cortes, según corresponda. Pues bien, en Colombia, país presidencialista por
excelencia, pareciera que el Congreso y los partidos políticos que lo integran,
no existieran. ¿Ha visto alguien presente el Congreso, o los llamados líderes
políticos del mismo, con una actitud de liderazgo, de acción, de opinión, o al
menos de contradicción, en los graves hechos y secuelas económicas y sociales
para toda la comunidad originados en la pandemia, en el paro nacional, o en la
compleja crisis económica que ha conducido al 40% de la población a situaciones
de pobreza? Es como si no existieran. ¿Será por eso por lo que su opinión desfavorable
es del 87% y la favorable, de sólo el 7%, según las últimas encuestas de
opinión?
Los
políticos del país, lo único que hacen es exigirle al gobierno nacional
presupuestos y obras de su interés regional y electoral, o más subsidios y
subvenciones, para repartirlos a diestra y siniestra, sin consideración alguna
por la grave crisis del déficit fiscal y endeudamiento público por la que
atraviesan las finanzas públicas. Pedir y pedir, parece que es lo que mejor
saben hacer, o hacer juicios políticos a los ministros del gobierno, cada vez
que les parece que el funcionario no es de su especial agrado.
Según
el artículo 114 de la Constitución política, le corresponde al Congreso de la
República de Colombia, integrado por el Senado y la Cámara de Representantes,
reformar la propia Constitución, hacer las leyes y ejercer control político
sobre el gobierno y la administración. Por lo tanto, el Congreso de la
República debería ser el foro, por excelencia, para abocar los grandes temas
nacionales en su estudio, sus alternativas de solución, su financiación, su
prioridad, y la aprobación o rechazo de las iniciativas de carácter
gubernamental o parlamentario que traten de impulsarlas o regularlas.
El
Congreso en total está conformado por 108 Senadores y 171 Representantes, con
un costo de más de 30 millones por parlamentario al mes, sin contar con el
propio funcionamiento del Congreso en sus dos cámaras. Esto no se compadece,
por un lado, con la situación económica del país y, por el otro, por la baja
“productividad” en términos reales de lo que el Congreso le aporta al país. No
es el número de leyes lo que cuenta, es la calidad, la pertinencia, la
aplicabilidad, la rigurosa conformidad con la constitución, el impacto real que
ocasionan y la vigilancia de la disponibilidad real de recursos para llevarlas
a cabo. Es hora de que el Congreso y sus congresistas -pocos se pueden excluir,
para no generalizar- le entreguen al país y su ciudadanía la verdadera solución
a los problemas, sin más burocracia, ni gasto público desbocado o
favorecimientos individuales o para sus áulicos partidistas. Además, que la
ciudadanía les exija y les condicione sus votos a sus reales acciones y obras,
no a sus discursos y habladurías. Afortunadamente existen algunas veedurías
ciudadanas y en particular, actualmente el "Observatorio Legislativo"
de la Universidad Nacional de Colombia y el programa "Congreso
Visible" de la Universidad de los Andes le hacen seguimiento al Congreso
de la República.
La
bolita de las responsabilidades públicas es tanto del ejecutivo, como del
legislativo y el judicial, pero a veces no vemos la bolita jugando en la cancha
del Congreso con la intensidad, decisión, dirección y compromiso con el país
como debería ser. (Ni hablar del poder judicial, tampoco, que detiene todos los
procesos y toma decisiones con interés político, más que constitucional). ¿Será
por eso por lo que, salvo la elección de presidente, las votaciones
parlamentarias tienen muy bajo nivel de votos?, es evidente que la gente poco
le cree a los congresistas y a la clase política.
Señores
congresistas, pongan a jugar la bolita en la cancha de los intereses del país,
no de sus intereses personales y electoreros, y propónganse a hacer los goles
que el país requiere, manteniendo la solidaridad, la justicia y la equidad para
todos los ciudadanos, pero garantizando la sostenibilidad del país. Veamos cómo
mueve la bolita el Congreso de la República ahora que los integrantes del paro
nacional van a presentar su pliego de peticiones convertido en 9 proyectos de
ley en la legislatura que comienza el 20 de julio próximo.
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