domingo, 8 de agosto de 2021

EL PLANETA QUE NOS TOCÓ

 Comentario 09/08/2021

 

EL PLANETA QUE NOS TOCÓ

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

En el universo, en el gran cosmos conocido y desconocido, tenemos un lugar de privilegio en nuestro planeta, la tierra, quien parece ser único e irrepetible. Por más que los astrónomos y los científicos de muchas disciplinas busquen sitios en el universo con condiciones de vida como las nuestras, se estrellan con la realidad de que pueden existir unos pocos lugares que se asemejan, pero no se repiten las condiciones de la tierra, en sitios de las galaxias inexplorables para el hombre, por más que sean las más cercanas. La tierra, como es hoy, no tiene equivalente en el universo hasta ahora conocido. Definitivamente, es un lugar singular y sin “mellizos o gemelos” a la vista.

Inclusive, los astrónomos nos advierten que el cosmos es un lugar “violento” en evolución constante, por los infinitos fenómenos de creación y destrucción, en esencia transformación, que se suceden continuamente y que están inmersos en la infinitud del universo. Lo que existe hoy no será lo mismo mañana, miles de años más adelante se habrá transformado. De planetas, estrellas, polvo cósmico, energía, materia oscura, constelaciones y galaxias está formado el universo, que viaja y se desplaza en una infinita danza de cambio y mutación.

El cosmos, el tiempo, aunque para el hombre es finito, para el universo es infinito. Las incontables galaxias que existen podrán expandirse o contraerse, explotar o fusionarse, volverse polvo, gases, energía o masas diversas en contenido y características. Los llamados huecos negros, todavía no caben en la explicación racional del hombre, se sabe que existen y cómo se comportan, pero no se entiende a ciencia cierta su creación y desaparición o su “apetito” voraz por succionar todo lo que esté en su camino.

Contrario a lo que sucede en ese inconmensurable universo, la tierra si es mesurable y finita, y el hombre también. Ahora, si el planeta es finito, nosotros no podemos querer ser ilimitados y de esta manera abusar del planeta y sus propios límites. Posiblemente todo lo que hoy vemos en el cambio climático, es la reacción de la tierra a nuestras contravenciones con ella misma, como hábitat, y no sólo como recurso al que podemos manipular y del que podamos abusar en su existencia, uso y contenido.

Lamentablemente, hasta nuestra cultura humana y nuestras costumbres, frecuentemente con afanes de posesión y de grandeza, nos llevan a abusar de la tierra y de sus recursos, tanto de los seres vivos como de los inanimados. La sobreexplotación de los minerales, los animales y los vegetales o de recursos como el agua, el uso de los pisos térmicos, de los lugares habitables, de los climas y de las estaciones, entre otros, son alterados por la mano y la ciencia humana, lo cual, en esencia, son acciones en contra de la propia naturaleza y del hombre como parte de ella.

Se requiere un pensamiento global y mundial común sobre la finitud del planeta y los suministros que nos proporciona, para preservarlos y no para agotarlos o transformarlos en desechos y contaminación en el agua, el aire, las plantas, los mares y los animales que los habitan.

No pueden ser sólo soluciones locales sino mundiales, no importa donde vivamos, todos los humanos vivimos en la tierra, y es el único lugar en el universo donde, como comunidad y como raza, podremos vivir. Todos los países debemos contribuir para el bienestar de la tierra, so pena de afectar gravemente nuestro propio bienestar. Las ocasiones para acompañar el bienestar de la tierra y su naturaleza, se presentan en el día a día, de todos los días. Cosas tan simples como la separación de los residuos y su correcta disposición o su transformación ya son un gran avance. El cuidado de las especies animales, incluido el finito hombre mismo, y de la producción vegetal que forma parte de nuestra fauna y flora, debe ser una conciencia común, vivida, sentida, interiorizada y practicada en todas las comunidades de todo el mundo.

No podemos sobreexplotar al mundo que nos rodea, es nuestro hábitat, el lugar donde vivimos, han vivido y vivirán las distintas generaciones de seres humanos. ¿Hasta cuándo nuestra tierra será nuestra? O el universo nos la arrebata por sus procesos de transformación en miles de años o nosotros la acabamos desde ahora, y es la única tierra que tenemos.

El planeta azul, la tierra, lleno de color y de variedad de seres y lugares, si lo comprendemos y tratamos como nuestro único e irrepetible hábitat, y no sólo como el lugar donde nos aprovechamos de él para vivir, empezaremos a ser y obrar de manera diferente, con gratitud por tenerlo y con lealtad por cuidarlo. Comprender que es único e irrepetible y que, posiblemente, en ningún otro lugar del universo entero la raza humana podrá vivir, crecer y desarrollarse. Tenemos el deber de ser buenos terrícolas para nosotros mismos y para las generaciones por venir. Debemos pensar y construir una relación diferente con nuestra querida tierra.

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