Comentario 02/08/2021
PROSPERIDAD
SIN CRECIMIENTO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
En
un interesante libro del autor británico Tim Jackson, denominado “PROSPERITY
WITHOUT GROWTH”, se hacen reflexiones sobre el concepto de prosperidad y
cómo no está determinada únicamente por el crecimiento económico y el tamaño
del PIB per cápita de los países. El texto está fundamentado en estudios
científicos poblacionales realizados en diferentes países con condiciones
distintas de ingreso por habitante, edades, escenarios de vida, crecimiento
económico, educación y bienestar social proporcionado por los Estados.
Lo
primero que hace es discutir el término prosperidad, cómo se entiende, para
encontrar que la prosperidad no es un concepto universal ni único, cuya
interpretación depende de la cultura y costumbres y del entorno de cada país:
puede ser más próspero alguien que se eduque y progrese que alguien que
simplemente tiene mucho dinero. Aquí entran a jugar conceptos tales como:
felicidad, bienestar, calidad de vida, ingresos, opulencia, utilidad,
seguridad, plenitud, satisfacción de vida, entre otros, encontrando que existe
una gran correlación entre la felicidad y el bienestar de vida, pero no así
entre la misma felicidad y los ingresos per cápita.
Hay
sociedades con menor ingreso per cápita que se manifiestan muy felices, como es
el caso de Colombia, calificado como uno de los países más felices del mundo,
sin embargo, muy lejos de los ingresos por habitante de los países más
desarrollados. De hecho, hay países de bajo ingreso por habitante y de bajo
crecimiento económico cuyos ciudadanos afirman vivir muy felices, pero en este
caso se refieren más a la satisfacción de vida que al ingreso, la opulencia, la
seguridad o la utilidad.
La
prosperidad y el bienestar son conceptos bien diferentes en la mente de las
personas cuando se tratan de asociar con el ingreso. Obviamente se requiere un
mínimo de ingreso para tener bienestar y para sentir prosperidad, sin embargo,
crecer en ingresos no necesariamente se traduce en más felicidad, de hecho, las
personas de altos ingresos se manifiestan tan felices como otros de menos
ingresos, pero en muchas ocasiones más infelices que los demás.
A
diferencia del ingreso como el causante del bienestar de vida y la felicidad,
el profesor Jackson lo asocia con tres conceptos relevantes en general:
- Vida saludable: es decir condiciones de vida razonables en cuanto alimentación, salud, recreación, deporte, placeres sanos, buen dormir y medio ambiente.
- La esperanza de vida: aunque reconoce que hay factores genéticos involucrados, especifica que las sociedades que logran mayor esperanza de vida intrínsecamente demuestran mayores niveles de tranquilidad, relaciones sociales pacíficas y armónicas y de costumbres de vida sanas.
- Participación en la comunidad: este factor lo considera indispensable para el bienestar, tener algún tipo de relación con otros miembros de la comunidad, en forma estable y participativa, cualquiera que sea la naturaleza de esa relación. Advierte que una de las causas de mayor infelicidad y enfermedades físicas y mentales es justamente la soledad y el aislamiento.
Lamenta
que lo que en realidad nos interesa, lo estemos traduciendo en consumo más que
en bienestar, los factores de familia, amistad, sentido de comunidad, sentido
de pertenencia, estatus social, propósito de vida, identidad, entre otros, nuestra
sociedad de consumo trata de rodearlos de bienes y propiedades para poderlos
disfrutar, lo cual no debe ser así. Estos son valores por sí mismos, no por lo
que el resto de la sociedad piense de ellos o haga con ellos. Por ejemplo, el
sentido de familia está muy arraigado en familias aún de menores ingresos más
que en familias de altos ingresos, donde, en muchos casos, justamente los
ingresos se han vuelto el origen y la causa de la división familiar. En otro
caso, por ejemplo, nuestra sociedad le da valor al estatus social que se logra
con la acumulación de bienes, pero esto no necesariamente nos hace mejores
personas o personas con más bienestar de vida o satisfacción de vida.
En
síntesis, afirma, tener dinero es sinónimo de estatus social, no tenerlo es
considerado pobreza o ausencia de bienestar, aunque las personas pobres muchas
veces se ven muy felices. Sin embargo, hay una relación entre la manera de ser,
de tener, de pensar y de obrar y el bienestar de cada individuo, muchas veces
tener más no es sentirse mejor, es sólo haber acumulado más bienes o dinero, lo
cual quizás nos proporcione más estatus social, pero no necesariamente más
felicidad. Muchas personas, aún con más recursos y posesiones, se sienten
infelices y algunos, lamentablemente tienden al suicidio físico o mental
(separarse de la comunidad).
La
felicidad, en consecuencia, parece tener más que ver con nuestra actitud de
vida y nuestras creencias y valores positivos, que con nuestras posesiones. De
hecho, hay muchas personas en la historia que han entregado sus bienes para
servir a los demás y así han encontrado la felicidad y, en algunos casos, la
santidad. En cambio, hay muchos que son islas de prosperidad y océanos de
infelicidad.
Si
esto es así, ¿qué nos motiva, entonces, al progreso social o personal mediante
el dinero? En la práctica, los ingresos son necesarios, pero no son suficientes
para garantizar la prosperidad o para apuntalar la felicidad. La esperanza de
vida mejora con el ingreso, pero llega un momento en el que más ingreso no
agrega más esperanza de vida, por ejemplo. Inclusive hay países de menores
ingresos que tienen mejor esperanza de vida que otros de mayores ingresos.
Nuestra felicidad, bienestar y progreso está más en nosotros mismos y nuestra
adecuada relación con los demás, que de los bienes y dinero que tengamos o en
lo que otros piensen de nosotros.
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