lunes, 13 de septiembre de 2021

LA DESCONFIANZA

 Comentario 13/09/2021

 

LA DESCONFIANZA

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Es muy triste ver cómo cada vez creemos menos, si bien estamos en un país caracterizado por una democracia pluralista, con instituciones estructuradas y en funcionamiento y un gobierno elegido por mandato popular. Sin embargo, la incredulidad en los anteriores factores es mayor a cada momento, como lo demuestran las encuestas de opinión, que frecuentemente hacen diferentes agencias de investigación.

En particular, los jóvenes manifiestan gran desconfianza en las promesas del gobierno, el Congreso, los organismos de justicia y especialmente en los partidos políticos y aún en los diferentes credos y organismos religiosos.

Veamos, por ejemplo, cuál es su pensamiento con relación a las elecciones, como mecanismo democrático por excelencia para expresar la opinión ciudadana y elegir dignatarios a los diferentes cargos públicos. Esta evidencia surge de las anteriores elecciones (2018) y se proyecta como una sombra para las del 2022.


Publicación de El Tiempo 21 de agosto, 2021

La primera pregunta es si votó, frente a lo cual se observa que sólo el 56% de los jóvenes con derecho a votar y edad inferior a los 25 años, lo hicieron. Esto se contrasta con los demás rangos de edad (mayores de 25 años en adelante) en los cuales los votantes ascendieron a más del 75% de quienes tenían derecho a votar.

Ahora, cuando se le pregunta a la población joven si está satisfecha con la democracia, como muy satisfecha se manifiesta sólo el 14.1% y entre indiferente y muy insatisfecha el resto, el 85.9%.

En cuanto a las convicciones políticas de los jóvenes, el 15% se manifiesta en la izquierda, cerca del 20% en la derecha y el 41% en el centro, con un notorio 24% aproximadamente que no sabe o no responde. En otras encuestas recientes, los jóvenes, especialmente, reafirman no creer en los partidos políticos ni en las instituciones del Estado, sus convicciones no obedecen tampoco a la identificación con personas o grupos políticos, más bien con ideas, rasgos o tendencias políticas, como conceptos.

Muy preocupante para el país que esta incredulidad y desconfianza esté presentándose especialmente en los jóvenes que son los llamados a relevar con caras nuevas las instituciones y los escenarios futuros de desenvolvimiento político, económico y social del país. Es casi como decir que los “siguientes corredores” no quieren tomar los “testigos” que les entregarán sus antecesores en la “carrera de relevos”, para defender la democracia, sus instituciones, sus valores y su sociedad.

En nuestra opinión, la credibilidad y la confianza se han perdido por las actuaciones de la mayoría de la clase política, por su falta de coherencia, de integridad y de transparencia, donde participan también, y por desgracia, los correligionarios de cada partido que se han convertido en corruptos, en verdaderas sanguijuelas del presupuesto público, sin ningún compromiso real por las regiones y sus ciudadanos, ni por los valores de la democracia y su división de poderes. Su función es obtener su propio beneficio a como dé lugar y, para ello, se rodean mutuamente de privilegios y prebendas que el resto de los ciudadanos no tienen y no pueden alcanzar, a los habitantes del común sólo nos toca, según la posición de esos políticos, la tarea de pagar los impuestos y contribuciones y votar cuando corresponde.

Pero, además, las rencillas politiqueras en que continuamente se mantienen los miembros de los partidos, donde no se defiende una visión de país para encontrar sus soluciones urgentes y necesarias, cada vez más aleja a los partidos de la sociedad, y, como hemos visto, de los jóvenes en particular. No es gratuito que los partidos políticos y el Congreso de la República tengan las más altas opiniones negativas o desfavorables en la opinión pública, más del 80% de rechazo.

La responsabilidad de los partidos en la conducción del Estado y sus instituciones no se puede ni menospreciar ni volverse poco trascendental, no es algo ligero y pasajero, es real, actuante y primordial. Requiere conocimiento, compromiso y vocación sincera de servicio para el país y sus ciudadanos, independientemente de su color político. Y, si los relevos no quieren recibir la “posta” de la democracia ni de los partidos, “la carrera” muy probablemente terminará mal.

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