Comentario 11/10/2021
LA
MÁQUINA DEL CRECIMIENTO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Muchas
de las teorías económicas y políticas hacen énfasis en el crecimiento de las
economías como la mejor solución para superar los problemas del subdesarrollo,
los del desempleo, los de bajos ingresos per cápita y los de la falta de
oportunidades.
En
efecto, uno de los objetivos centrales de los modelos económicos capitalistas,
fundamentados en el libre mercado y en la iniciativa privada, es, precisamente,
cómo afianzar un crecimiento económico, dinámico, vigoroso, sostenible y
persistente, más que apoyarse en la función pública quien se relega a las
labores de carácter social, de defensa o de relaciones exteriores, a
actividades donde se requieren subsidios para poder desarrollarse o,
finalmente, donde no está presente el sector privado por no resultar atractivo
en su rentabilidad, si bien es necesario para la comunidad.
Justamente
los principios de las democracias liberales y del modelo económico capitalista,
están, por excelencia, fundamentados en el crecimiento. De hecho, el
capitalismo requiere de un continuo crecimiento para poder desarrollarse: es
imperativo vender más productos o servicios, innovar continuamente, estimular a
mayores niveles de consumo, todo lo cual permite crecer, avanzar,
diversificarse y progresar.
Este
pensamiento no es sólo de origen económico, es una respuesta a la lógica social
y a la conducta de los seres humanos. Las personas requieren bienes o servicios
por su conveniencia, su necesidad, su comodidad, su estatus, o sus prácticas y
costumbres de vida, inclusive, en ocasiones, por su propia cultura.
Para
los individuos muchas de las cosas que poseen son una prolongación de su
personalidad, con lo cual esos bienes les generan la sensación de bienestar y
de seguridad psicológica ante los demás. De hecho, comprar cosas o tener cosas
los “libera” de las vicisitudes cotidianas que pueden atravesar, les crea la
ilusión de bienestar y de progreso. No pocas campañas publicitarias acuden a
mensajes explícitos o subliminales para estimular el consumo, activando estas
motivaciones.
Así,
el consumo se retroalimenta continuamente, la conducta humana, en general, es
la de tener más o poseer más, de ser posible, y según los ingresos de cada
quien. Estas motivaciones son parte esencial del capitalismo, el ansía de
consumir más, y esto trae como respuesta la innovación empresarial para llenar
esa aspiración.
En
la práctica, la motivación de un empresario en un sistema de libre mercado es,
por supuesto, el lucro, y como se dice frecuentemente, las utilidades son la
“gasolina” del crecimiento. En pocas palabras maximizar la utilidad es el
objetivo de todo productor de bienes o prestador de servicios que actúe bajo el
ánimo de generar ganancias y, por esa vía, de crecer y progresar.
Los
empresarios pueden maximizar sus ganancias por dos caminos fundamentales:
incrementando los ingresos o disminuyendo los egresos, o ambos simultáneamente,
los cuales son conceptos afines al pensamiento capitalista. Veamos:
Los
ingresos, por supuesto, dependen de las ventas, los precios de venta, la
diversificación en clientes, productos y territorios, el éxito de campañas y
promociones, de los canales de distribución físicos o virtuales y del
reconocimiento de la marca. Todo esto, por supuesto, significa retos e
inventiva, innovación y dinámica comercial.
El
caso más complejo es el de la reducción de costos, dado que costos más bajos
requieren mayor eficiencia y mejor productividad, y esto significa,
frecuentemente, mejores o distintas tecnologías, equipos más modernos, materias
primas diversas o conocimientos diferentes. Justamente, la raíz de muchas
innovaciones surge de estos tipos de esfuerzos. Sin embargo, las reducciones de
costos tienen sus límites dado que también dependen del costo de la mano de
obra y de muchos insumos (energía, por ejemplo), que no suelen decrecer en
términos reales, lo cual lleva a que un énfasis en reducción de costos, por sí
sólo, no producirá los mejores resultados, en la práctica se necesita el
esfuerzo combinado de reducción de costos y del mejoramiento de los ingresos
para maximizar la utilidad.
Una
reflexión importante de la dinámica de maximizar las utilidades es el
mejoramiento continuo o la innovación, necesaria para mejorar la
competitividad, la calidad, la aceptación de los productos o simplemente para
superar a los rivales por la vía de hacer algo distinto o diferente.
En
consecuencia, en el sistema capitalista de producción y comercialización se
está en un continuo circuito de construcción, innovación, obsolescencia, y
nueva construcción de bienes o servicios. Con esto se mejoran los procesos
productivos y se llenan cada vez más las aspiraciones humanas de comprar y
poseer de las cuales hablamos al inicio. Esta es parte de la dinámica
fundamental del crecimiento como enfoque de corte democrático liberal
capitalista.
Por
su parte, los empresarios también estimulan esta dinámica con la reinversión de
todas o parte de sus utilidades, con la motivación de: mantener o mejorar la
calidad de su producto, incrementar la eficiencia y la productividad,
desarrollar innovaciones, versiones y variedades, ampliar su mercado o
diversificar sus canales y accesos, para facilitar a sus clientes la
adquisición de los bienes y/o servicios y, por supuesto, para generar nuevas e
incrementales utilidades.
En
síntesis, la máquina del crecimiento continuo es el diseño del sistema de libre
mercado, con libertad de iniciativas privadas y múltiples concurrentes
nacionales o extranjeros, tanto de oferentes como de demandantes. Por supuesto,
como todo sistema económico, el libre mercado con iniciativa empresarial no
está exento de momentos de dificultad, como son los períodos de recesión o
depresión, los cuales, una vez superados, de nuevo retoman sendas de expansión,
crecimiento y bienestar.
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