Comentario 16/11/2021
DIVIDE
Y VENCERÁS
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
En
el Evangelio se recuerda lo que dijo Jesús a sus apóstoles: “Él, conociendo sus
pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y
toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir” (Mt 12,
25). A su vez, se afirma que este concepto, enunciado como “divide y
vencerás” se atribuye en su aplicación militar y estratégica a Julio César,
un prestigioso político romano nacido en el año 100 A.C.
El
origen de la frase se halla en el hecho de que los romanos, cuando conquistaban
algún territorio, no oprimían a los vencidos, para evitar que éstos se
revelarán y formarán un frente común. Sin embargo, para conseguir esto iban más
lejos todavía, ya que, además, firmaban los tratados con cada pueblo de manera
individual, nunca en conjunto, otorgando derechos distintos y más cantidad de
ellos a unos pueblos que a otros, con lo que provocaban la existencia de
envidias y, por tanto, la imposibilidad de que llegaran a unirse entre ellos.
Como
se deduce fácilmente, la frase permite entender que, si tu enemigo te encuentra
dividido en vez de unido, será mucho más fácil controlarte y vencerte. De
hecho, es una estrategia militar aplicada en muchas guerras a través de la
historia, con eficaces resultados para vencer al opositor, por supuesto. Para
ello se han utilizado, entre muchas y diversas formas, la compra de
conciencias, el sabotaje, la corrupción, los dobles agentes, las llamadas
quintas columnas, los “caballos de troya”, etc., todos los cuales buscaban
crear estrategias y tácticas para infiltrar y dividir al rival.
Para
las elecciones del próximo año en Colombia para el Congreso y la Presidencia,
desafortunadamente, la explosión de candidatos que hoy tenemos conduce a un
“reino dividido”, al cual, comúnmente, el refranero popular se refiere como:
“reino dividido, reino perdido”. En el caso de la Presidencia de Colombia,
efectivamente, más de 50 candidatos aspiran o dicen aspirar por firmas o por
partidos políticos a ser elegidos presidentes. Esto es un verdadero
absurdo y un exabrupto político, porque indica el grado de atomización política
a la cual hemos llegado, precisamente por ausencia de partidos políticos
fuertes, organizados, reconocidos, con ideario definido y con alternativas de
gobierno. No es extraño que los partidos políticos hoy sean repudiados por la
ciudadanía, con una opinión desfavorable en las encuestas de opinión de más del
80%. Muy grave para el país la desfiguración del verdadero significado de los
partidos y su reconocimiento actualmente como centros de “avales” a posibles
precandidatos dentro de sus listas para los diferentes cargos de elección
popular.
Si
miramos el escenario actual de la política colombiana están en juego dos modelos
económicos, políticos y sociales diferentes: los llamados movimientos de
derecha y los de izquierda. Algunos afirman estar en el centro, pero en
realidad, al tomar decisiones frente al país deberán situarse en uno u otro
lado, sin hablar en esta discusión de los llamados extremos, calificados como
fascistas, por un lado, o radicales, por el otro.
Los
movimientos de derecha defienden primero que todo el estado de derecho, la
separación de poderes y la democracia, además, el régimen de libertades individuales
y el libre mercado y circunscriben la intervención del Estado a los asuntos
sociales, infraestructura, servicios del Estado y seguridad. La estabilidad
macroeconómica y la defensa de la moneda sana son criterios directores en su
enfoque económico, con impacto social a partir del desarrollo y el crecimiento
económicos como motor y generador de oportunidades para todos.
En
este modelo se defienden la inversión extranjera y los tratados de libre
comercio como medio para acrecentar la inversión y acercarse a las nuevas y
modernas tecnologías que se desarrollan en los países de mayor avance económico
y tecnológico. Hasta ahora, hay gobiernos ejemplares en este modelo como lo son
el propio Colombia, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Paraguay y Chile, entre muchos
otros más. En el caso de Chile habrá que esperar cómo concluye su nueva
constitución.
Los
movimientos de izquierda suelen ser estatistas, es decir le conceden al estado
un poder director e interventor en la economía, en las libertades individuales,
en el mercado y en el uso del presupuesto público que insuflan con emisión
monetaria para fomentar el llamado gasto social, sin precautelar el daño que le
hacen a la economía y principalmente a los más pobres con la inflación que
crean. Pretenden controlar la inflación interviniendo los precios del mercado
para congelarlos, lo cual trae como consecuencia la destrucción de los sectores
productivos. Este modelo desincentiva la inversión extranjera ante la
inestabilidad jurídica que crean y, con un falso nacionalismo y populismo,
dicen defender la producción nacional, pero la alejan de las corrientes de
inversión y modernización.
La
experiencia demuestra que se vuelven gobiernos autocráticos (concentran todos
los poderes aún fuera de la constitución) y de camarillas. Además, fomentan la
lucha de clases y persiguen las clases sociales adineradas, quienes en muchas
ocasiones tienen que emigrar para proteger su vida o sus bienes o ambos,
dejando a los países huérfanos de inversiones provechosas. Muchos gobiernos latinoamericanos
de izquierda como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y ahora el Perú o
México tienen esta inclinación. Y los hay totalmente radicales como los tres
primeros mencionados, con la versión de ser totalitarios y de eternizarse en el
poder. No hay quien los remueva del gobierno una vez que se apoderan de él, con
supuestos visos de democracia.
En
Colombia estamos dando todos los pasos para el divide y vencerás y en forma
astuta el señor Petro debe estar feliz viendo la cola interminable de candidatos
buscando un espacio para lanzarse a la Presidencia. Desde su punto de vista,
mientras más se divida el voto, más ventajas tiene para ganar. Aunque las
encuestas de opinión no le asignan un margen de favorabilidad creciente, los
demás participantes tienen porcentajes muy inferiores y hay un volumen de más
50% de ciudadanos indecisos, además, de un 15% que prefieren el voto en blanco.
El candidato de la izquierda radical Gustavo Petro, en estas condiciones, sí
podría ser el presidente de Colombia en el próximo período presidencial.
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