sábado, 13 de noviembre de 2021

DIVIDE Y VENCERÁS

 Comentario 16/11/2021

 

DIVIDE Y VENCERÁS

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

En el Evangelio se recuerda lo que dijo Jesús a sus apóstoles: “Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir” (Mt 12, 25). A su vez, se afirma que este concepto, enunciado como “divide y vencerás” se atribuye en su aplicación militar y estratégica a Julio César, un prestigioso político romano nacido en el año 100 A.C.

El origen de la frase se halla en el hecho de que los romanos, cuando conquistaban algún territorio, no oprimían a los vencidos, para evitar que éstos se revelarán y formarán un frente común. Sin embargo, para conseguir esto iban más lejos todavía, ya que, además, firmaban los tratados con cada pueblo de manera individual, nunca en conjunto, otorgando derechos distintos y más cantidad de ellos a unos pueblos que a otros, con lo que provocaban la existencia de envidias y, por tanto, la imposibilidad de que llegaran a unirse entre ellos.

Como se deduce fácilmente, la frase permite entender que, si tu enemigo te encuentra dividido en vez de unido, será mucho más fácil controlarte y vencerte. De hecho, es una estrategia militar aplicada en muchas guerras a través de la historia, con eficaces resultados para vencer al opositor, por supuesto. Para ello se han utilizado, entre muchas y diversas formas, la compra de conciencias, el sabotaje, la corrupción, los dobles agentes, las llamadas quintas columnas, los “caballos de troya”, etc., todos los cuales buscaban crear estrategias y tácticas para infiltrar y dividir al rival.

Para las elecciones del próximo año en Colombia para el Congreso y la Presidencia, desafortunadamente, la explosión de candidatos que hoy tenemos conduce a un “reino dividido”, al cual, comúnmente, el refranero popular se refiere como: “reino dividido, reino perdido”. En el caso de la Presidencia de Colombia, efectivamente, más de 50 candidatos aspiran o dicen aspirar por firmas o por partidos políticos a ser elegidos presidentes.  Esto es un verdadero absurdo y un exabrupto político, porque indica el grado de atomización política a la cual hemos llegado, precisamente por ausencia de partidos políticos fuertes, organizados, reconocidos, con ideario definido y con alternativas de gobierno. No es extraño que los partidos políticos hoy sean repudiados por la ciudadanía, con una opinión desfavorable en las encuestas de opinión de más del 80%. Muy grave para el país la desfiguración del verdadero significado de los partidos y su reconocimiento actualmente como centros de “avales” a posibles precandidatos dentro de sus listas para los diferentes cargos de elección popular.

Si miramos el escenario actual de la política colombiana están en juego dos modelos económicos, políticos y sociales diferentes: los llamados movimientos de derecha y los de izquierda. Algunos afirman estar en el centro, pero en realidad, al tomar decisiones frente al país deberán situarse en uno u otro lado, sin hablar en esta discusión de los llamados extremos, calificados como fascistas, por un lado, o radicales, por el otro.

Los movimientos de derecha defienden primero que todo el estado de derecho, la separación de poderes y la democracia, además, el régimen de libertades individuales y el libre mercado y circunscriben la intervención del Estado a los asuntos sociales, infraestructura, servicios del Estado y seguridad. La estabilidad macroeconómica y la defensa de la moneda sana son criterios directores en su enfoque económico, con impacto social a partir del desarrollo y el crecimiento económicos como motor y generador de oportunidades para todos.

En este modelo se defienden la inversión extranjera y los tratados de libre comercio como medio para acrecentar la inversión y acercarse a las nuevas y modernas tecnologías que se desarrollan en los países de mayor avance económico y tecnológico. Hasta ahora, hay gobiernos ejemplares en este modelo como lo son el propio Colombia, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Paraguay y Chile, entre muchos otros más. En el caso de Chile habrá que esperar cómo concluye su nueva constitución.

Los movimientos de izquierda suelen ser estatistas, es decir le conceden al estado un poder director e interventor en la economía, en las libertades individuales, en el mercado y en el uso del presupuesto público que insuflan con emisión monetaria para fomentar el llamado gasto social, sin precautelar el daño que le hacen a la economía y principalmente a los más pobres con la inflación que crean. Pretenden controlar la inflación interviniendo los precios del mercado para congelarlos, lo cual trae como consecuencia la destrucción de los sectores productivos. Este modelo desincentiva la inversión extranjera ante la inestabilidad jurídica que crean y, con un falso nacionalismo y populismo, dicen defender la producción nacional, pero la alejan de las corrientes de inversión y modernización.

La experiencia demuestra que se vuelven gobiernos autocráticos (concentran todos los poderes aún fuera de la constitución) y de camarillas. Además, fomentan la lucha de clases y persiguen las clases sociales adineradas, quienes en muchas ocasiones tienen que emigrar para proteger su vida o sus bienes o ambos, dejando a los países huérfanos de inversiones provechosas. Muchos gobiernos latinoamericanos de izquierda como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y ahora el Perú o México tienen esta inclinación. Y los hay totalmente radicales como los tres primeros mencionados, con la versión de ser totalitarios y de eternizarse en el poder. No hay quien los remueva del gobierno una vez que se apoderan de él, con supuestos visos de democracia.

En Colombia estamos dando todos los pasos para el divide y vencerás y en forma astuta el señor Petro debe estar feliz viendo la cola interminable de candidatos buscando un espacio para lanzarse a la Presidencia. Desde su punto de vista, mientras más se divida el voto, más ventajas tiene para ganar. Aunque las encuestas de opinión no le asignan un margen de favorabilidad creciente, los demás participantes tienen porcentajes muy inferiores y hay un volumen de más 50% de ciudadanos indecisos, además, de un 15% que prefieren el voto en blanco. El candidato de la izquierda radical Gustavo Petro, en estas condiciones, sí podría ser el presidente de Colombia en el próximo período presidencial.

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