domingo, 23 de enero de 2022

¿Y DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS QUÉ ESPERAMOS?

 Comentario 24/01/2022

 

¿Y DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS QUÉ ESPERAMOS?

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Cada día más próximos a las respectivas elecciones de congreso y presidencia, hemos visto el desconcertante movimiento de los “jugadores” políticos y de sus respectivos partidos o grupos en los últimos meses. Como en el juego callejero “¿dónde está la bolita?, la pregunta ahora es dónde andan los principios medulares de los partidos y sus candidatos, solo se ven aliados y alianzas de vinculados no reconciliables en el pasado y ahora “sólidos” copartidarios, y de partidos políticos, especialmente los tradicionales, fuertemente desdibujados de su propia ortodoxia ideológica.

Ahora, parece que el “todo vale” es la consigna para muchos de ellos y la posición en el espectro político de derecha, centro o izquierda es lo que tiene significado para otros, sin importar la ideología de sus copartidarios. Muchos de los aliados, poco representativos como candidatos potenciales, sólo están interesados en arroparse bajo los votos de otros, quienes sí son reconocidos y potencialmente bien votados en las elecciones respectivas. Hay más personalismos que propuestas y más intereses individuales que de partido o de comunidad ideológica o de visión y construcción compartida de país.

Ver, por ejemplo, a Jorge Enrique Robledo en alianza con Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo, que antes fueron sus contradictores, aglutinando un movimiento de centro con Sergio Fajardo y al ex rector de la U. de los Andes, Alejandro Gaviaría, quien se originó en el partido liberal, causa una verdadera inquietud, lo único que en realidad los integra es el antiUribismo y la oposición al presidente Duque. De otra parte, están los hermanos Galán, que son y no son, para aceptar candidatos y listas comunes, por su reciente reconocimiento como partido político, el Nuevo Liberalismo, quienes, ya formaron una disidencia y ahora no necesitan el” aval”, ya lo tienen: Lo mismo sucedió con Ingrid Betancur, quien ya es la candidata del partido Verde Oxigeno. Este grupo dice “no ser de aquí de la derecha ni ser de allá de la izquierda”, aunque su pensamiento político es una mezcla de muchos sabores, solo los aglutina el alejarse de los llamados extremos y especialmente el menos favorito de todos, el Uribismo.

Ver a Roy Barrera, Luis Fernando Velasco y Armando Benedetti defendiendo las ideas populistas, demagógicas, autoritarias y totalitarias de Petro, cuando toda la vida fueron miembros muy activos y representativos de los partidos tradicionales, y aún del propio Uribismo, también es otra de las causas de este comentario.

Otros tradicionales Uribistas, con principios de democracia, vigencia de la constitución, independencia de poderes, economía privada y libertad individual, como Enrique Peñalosa, David Barguil, Alex Char y Federico Gutiérrez, por ejemplo, armaron tolda aparte como grupo de centro derecha, pero rechazando la presencia de Oscar Iván Zuluaga en su movimiento, como si ser Uribista fuera un estigma debajo de la piel, muy difícil de quitar, pero que se debe ocultar. El pensamiento es que hay que alejarse de lo que suene a Uribe, haciendo caso omiso a los méritos de la retoma del país frente a las FARC que lo tenían acorralado en la época en que, precisamente, el Expresidente Uribe los combatió, y de los beneficios de la seguridad democrática en restablecer las instituciones, la seguridad y la economía del país.

En la izquierda de Petro se mezclan contenidos de carácter socialista, pero también, comunistas radicales y movimientos guerrilleros, anti-estado democrático y anti sector privado, con fuertes divisiones ideológicas para a ser aglutinadas por el caudillismo de su líder populista y demagogo Gustavo Petro, quien profesa admiración por los más fracasados experimentos latinoamericanos de ese corte, como los de Venezuela o Argentina, por ejemplo.

No está fácil, tampoco, lo que le ocurre al Centro Democrático, ya que actualmente no se interpreta como un movimiento político idóneo sino como un grupo de Uribistas arrodillados ante el Expresidente. También allí hay divisiones sobre el candidato elegido para representar esas banderas, Oscar Iván Zuluaga, quien, aunque limpió sus acusaciones fabricadas en la campaña de Santos donde le endilgaron “pecados” que no cometió, ahora arrastra el pesado fardo que diversos sectores del país le han cargado al Uribismo.

Todavía nos falta ver más alianzas y/o más divisiones, que, con seguridad, veremos. La resultante de todo lo anterior es que los partidos políticos tradicionales se desdibujaron para dejar aflorar las alianzas, las junturas y los “nuevos mejores amigos”, aún entre los más inverosímiles e irreconciliables personajes, otrora opositores ideológicos, pues de planteamientos políticos, “pocón, pocón”, o sea, muy poco. Todo es por pura conveniencia. Como afirma Thierry Ways, analista político, en El Tiempo de 16 de enero 2022: “Mientras el elector, ingenuamente, piensa que el político defiende un conjunto de ideas o principios, el político obedece, en realidad, a una cruda compulsión por el poder. Las ideas y las propuestas son simplemente el medio para alcanzarlo”.

Y, como consecuencia, tenemos en la palestra todavía cerca de 20 candidatos de todos los colores y sabores, muchos de ellos por firmas, es decir, sin el aval de partido alguno, como quien dice, que ellos mismos no creen en los partidos porque los ven convertidos en cuotas burocráticas, clientelismo, fábricas de avales y vieja política. Algunos de los vinculados a diferentes grupos de estos nuevos aliados se decantarán en marzo con las consultas, pero, de todas maneras, el resultado será ver muchos candidatos a la presidencia, con votos agrupados en múltiples partes y sin suficiente representatividad ciudadana, o, por el contrario, apalancados en ellos para realizar nuevas alianzas a cambio de privilegios en el que suponen el futuro gobierno.

En los últimos años el país ha estado dividido y polarizado por muchas herencias del pasado, las cuales, lamentablemente, se proyectan aún hacia el futuro, y se mezclan con momentos difíciles por el fenómeno de la pandemia, la inflación creciente, el deterioro del comercio a nivel mundial, y la falta de ocupación de muchos ciudadanos, cóctel que, si no se maneja bien, puede exacerbar la pobreza y la polarización política. Si los candidatos hablarán más de ideas, de propuestas, de soluciones a determinados problemas, de esquemas de gobierno, etc., más que de coaliciones, habría más claridad, para que los ciudadanos fijen su posición, a partir de su comprensión del gobierno y del país que debemos colectivamente construir en los próximos cuatro años.

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