Comentario 24/01/2022
¿Y DE
LOS PARTIDOS POLÍTICOS QUÉ ESPERAMOS?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Cada
día más próximos a las respectivas elecciones de congreso y presidencia, hemos
visto el desconcertante movimiento de los “jugadores” políticos y de sus
respectivos partidos o grupos en los últimos meses. Como en el juego callejero
“¿dónde está la bolita?, la pregunta ahora es dónde andan los principios
medulares de los partidos y sus candidatos, solo se ven aliados y alianzas de
vinculados no reconciliables en el pasado y ahora “sólidos” copartidarios, y de
partidos políticos, especialmente los tradicionales, fuertemente desdibujados
de su propia ortodoxia ideológica.
Ahora,
parece que el “todo vale” es la consigna para muchos de ellos y la posición en
el espectro político de derecha, centro o izquierda es lo que tiene significado
para otros, sin importar la ideología de sus copartidarios. Muchos de los
aliados, poco representativos como candidatos potenciales, sólo están
interesados en arroparse bajo los votos de otros, quienes sí son reconocidos y
potencialmente bien votados en las elecciones respectivas. Hay más
personalismos que propuestas y más intereses individuales que de partido o de
comunidad ideológica o de visión y construcción compartida de país.
Ver,
por ejemplo, a Jorge Enrique Robledo en alianza con Humberto de la Calle y Juan
Fernando Cristo, que antes fueron sus contradictores, aglutinando un movimiento
de centro con Sergio Fajardo y al ex rector de la U. de los Andes, Alejandro
Gaviaría, quien se originó en el partido liberal, causa una verdadera
inquietud, lo único que en realidad los integra es el antiUribismo y la
oposición al presidente Duque. De otra parte, están los hermanos Galán, que son
y no son, para aceptar candidatos y listas comunes, por su reciente
reconocimiento como partido político, el Nuevo Liberalismo, quienes, ya
formaron una disidencia y ahora no necesitan el” aval”, ya lo tienen: Lo mismo
sucedió con Ingrid Betancur, quien ya es la candidata del partido Verde
Oxigeno. Este grupo dice “no ser de aquí de la derecha ni ser de allá de la
izquierda”, aunque su pensamiento político es una mezcla de muchos sabores,
solo los aglutina el alejarse de los llamados extremos y especialmente el menos
favorito de todos, el Uribismo.
Ver
a Roy Barrera, Luis Fernando Velasco y Armando Benedetti defendiendo las ideas
populistas, demagógicas, autoritarias y totalitarias de Petro, cuando toda la
vida fueron miembros muy activos y representativos de los partidos
tradicionales, y aún del propio Uribismo, también es otra de las causas de este
comentario.
Otros
tradicionales Uribistas, con principios de democracia, vigencia de la
constitución, independencia de poderes, economía privada y libertad individual,
como Enrique Peñalosa, David Barguil, Alex Char y Federico Gutiérrez, por
ejemplo, armaron tolda aparte como grupo de centro derecha, pero rechazando la
presencia de Oscar Iván Zuluaga en su movimiento, como si ser Uribista fuera un
estigma debajo de la piel, muy difícil de quitar, pero que se debe ocultar. El
pensamiento es que hay que alejarse de lo que suene a Uribe, haciendo caso
omiso a los méritos de la retoma del país frente a las FARC que lo tenían
acorralado en la época en que, precisamente, el Expresidente Uribe los
combatió, y de los beneficios de la seguridad democrática en restablecer las
instituciones, la seguridad y la economía del país.
En
la izquierda de Petro se mezclan contenidos de carácter socialista, pero
también, comunistas radicales y movimientos guerrilleros, anti-estado
democrático y anti sector privado, con fuertes divisiones ideológicas para a
ser aglutinadas por el caudillismo de su líder populista y demagogo Gustavo
Petro, quien profesa admiración por los más fracasados experimentos
latinoamericanos de ese corte, como los de Venezuela o Argentina, por ejemplo.
No
está fácil, tampoco, lo que le ocurre al Centro Democrático, ya que actualmente
no se interpreta como un movimiento político idóneo sino como un grupo de
Uribistas arrodillados ante el Expresidente. También allí hay divisiones sobre
el candidato elegido para representar esas banderas, Oscar Iván Zuluaga, quien,
aunque limpió sus acusaciones fabricadas en la campaña de Santos donde le
endilgaron “pecados” que no cometió, ahora arrastra el pesado fardo que
diversos sectores del país le han cargado al Uribismo.
Todavía
nos falta ver más alianzas y/o más divisiones, que, con seguridad, veremos. La
resultante de todo lo anterior es que los partidos políticos tradicionales se
desdibujaron para dejar aflorar las alianzas, las junturas y los “nuevos
mejores amigos”, aún entre los más inverosímiles e irreconciliables personajes,
otrora opositores ideológicos, pues de planteamientos políticos, “pocón,
pocón”, o sea, muy poco. Todo es por pura conveniencia. Como afirma Thierry
Ways, analista político, en El Tiempo de 16 de enero 2022: “Mientras el
elector, ingenuamente, piensa que el político defiende un conjunto de ideas o
principios, el político obedece, en realidad, a una cruda compulsión por el
poder. Las ideas y las propuestas son simplemente el medio para alcanzarlo”.
Y,
como consecuencia, tenemos en la palestra todavía cerca de 20 candidatos de
todos los colores y sabores, muchos de ellos por firmas, es decir, sin el aval
de partido alguno, como quien dice, que ellos mismos no creen en los partidos
porque los ven convertidos en cuotas burocráticas, clientelismo, fábricas de
avales y vieja política. Algunos de los vinculados a diferentes grupos de estos
nuevos aliados se decantarán en marzo con las consultas, pero, de todas
maneras, el resultado será ver muchos candidatos a la presidencia, con votos
agrupados en múltiples partes y sin suficiente representatividad ciudadana, o, por
el contrario, apalancados en ellos para realizar nuevas alianzas a cambio de
privilegios en el que suponen el futuro gobierno.
En
los últimos años el país ha estado dividido y polarizado por muchas herencias
del pasado, las cuales, lamentablemente, se proyectan aún hacia el futuro, y se
mezclan con momentos difíciles por el fenómeno de la pandemia, la inflación
creciente, el deterioro del comercio a nivel mundial, y la falta de ocupación
de muchos ciudadanos, cóctel que, si no se maneja bien, puede exacerbar la
pobreza y la polarización política. Si los candidatos hablarán más de ideas, de
propuestas, de soluciones a determinados problemas, de esquemas de gobierno,
etc., más que de coaliciones, habría más claridad, para que los ciudadanos
fijen su posición, a partir de su comprensión del gobierno y del país que
debemos colectivamente construir en los próximos cuatro años.
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