Comentario 28/01/2022
REDISTRIBUIR
LA RIQUEZA
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Gustavo
Petro, Arelis Uriana, Francia Márquez, Camilo Romero y Alfredo Saade hablaron
con Diana Calderón en el programa hora 20 de Caracol radio sobre sus
propuestas y planes de gobierno el jueves 17 de febrero. Se ofrecieron diversas
opiniones por cada uno de esos precandidatos a la presidencia de la república,
sobre los más diversos temas. Sin embargo, queremos centrar la atención en el
concepto afirmado por todos los participantes de reducir la pobreza monetaria
mediante redistribuir la riqueza, dado que Colombia presenta niveles de
población vulnerable, con ingresos inferiores a $331.668 pesos mensuales por
persona, cercanos al 35 % de la población, es decir, aproximadamente 17
millones de personas, cifra de la mayor preocupación para todos los ciudadanos.
Pues
bien, en concepto de los precandidatos del Pacto Histórico o la autonombrada
Colombia Humana, ya mencionados, lo que se debe hacer es redistribuir la
riqueza mediante un supuesto concepto de equidad social, donde los que tienen
más, en su opinión, los empresarios y las personas de altos recursos, tienen la
obligación de pagar más y más impuestos y contribuciones de todo tipo, para que
el Estado todopoderoso subsidie a los que no han logrado superar los niveles de
pobreza. Este es el principio redistributivo de los países socialistas
totalitarios y comunistas de un sólo partido, con camarilla de gobernantes
única y eterna, que ya sabemos a qué conduce, fundamentados en:
“De
cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”.
Con
este principio se acabarán las iniciativas de los que tengan capacidades
(personas y empresas), porque entenderán que su función es producir para
satisfacer las necesidades de los demás que tengan carencias de cualquier tipo
insatisfechas, y eso no es así, ni puede ser así. Por ese pensamiento, las
inversiones, los profesionales y los capitales se van de las economías
socialistas y comunistas. No más ver lo que ha pasado en Venezuela en los
últimos 20 años, o en Perú y Chile recientemente, el éxodo de capitales es
miedoso.
Si
cada persona, deja de pensar en construir su progreso y bienestar a partir de
su propio esfuerzo, porque alguien más los va a sostener, se postrarán las
economías y no habrá progreso para nadie. Me vienen a la mente, por un lado, la
experiencia de USA al dar subsidios equivalentes al salario mínimo a los pobres
en pandemia, que ha traído como resultado que esos ciudadanos no quieran
trabajar sino vivir del Estado. Por otro lado, una asambleísta chilena quien
afirmaba que todo lo van a estatizar, que horror, se acabó la iniciativa
privada, la libertad de empresa, la libre inversión, el derecho a la propiedad
privada y a ser, tener o progresar más que otros, con base en el esfuerzo
propio, seremos todos lo mismo, por cuenta de lo que decida la camarilla del
Estado que gobierne al respectivo país.
En
opinión de los precandidatos de la Colombia Humana, el Estado está obligado a
satisfacer las necesidades de los ciudadanos y de las regiones en todo concepto
y por toda la vida, en aspectos tales como: salud, educación, pensiones,
infraestructura, recreación y bienestar, auxilio en las catástrofes, servicios
del propio Estado, seguridad, rentas mínimas, rentas vitalicias, etc., etc.
Este es el estado benefactor que sueñan los políticos de la izquierda radical,
los socialistas y los comunistas.
Como
afirmaba Margaret Tatcher: “El estado no tiene más recursos que lo que los
ciudadanos paguen”. La equidad o la solidaridad no es redistribuir la riqueza,
es crear oportunidades para que todos puedan beneficiarse a partir de su propia
iniciativa, competencia y capacidad. Sin embargo, es cierto que el Estado debe
proteger a poblaciones vulnerables, pero esto no significa hacerse cargo de su
vida de un todo y por todo y para toda la vida.
La
manera de generar oportunidades es con el crecimiento y el desarrollo
económico, como afirmaba Pablo VI: “el desarrollo es el nuevo nombre de la
paz”. El crecimiento y el desarrollo económico tienen la pretensión de generar
opciones de mejor calidad de vida y de mayores oportunidades de vida para más
personas, como de hecho puede verificarse en el mejor estándar de vida de las
sociedades capitalistas en los últimos 50 años, por ejemplo, donde la esperanza
de vida, la calidad de vida y los PIB per cápita han mejorado sustancialmente,
tanto como la salud, la educación, la medicina, la infraestructura, la cultura,
el deporte, etc. ¿Por qué será que los que históricamente han buscado salir de
los regímenes comunistas y los inmigrantes actuales de muchos países del mundo
quieren llegar a USA o Europa, países con libertad de empresa y de iniciativa
privada, o, para citar un ejemplo absolutamente triste, los pobres venezolanos,
al menos, llegar a Colombia para tener algunos beneficios?
Si,
como consecuencia del desarrollo económico capitalista, algunos empresarios se
vuelven tremendamente exitosos y se enriquecen, esto no habla mal del sistema,
lo refuerza en las posibilidades que crea, y, por supuesto, no significa que el
derecho a la libertad de empresa esté por encima de los derechos de los
pueblos, ni de la dignidad de los pobres, ni tampoco del abuso del medio
ambiente. Esos empresarios no reinvierten sus utilidades en la luna o en
Saturno, lo hacen en el mundo real y presente, multiplicando el desarrollo en
nuevas empresas, iniciativas, invenciones o alternativas, con lo cual generan
más oportunidades para todos, no sólo para ellos. Muchos, además, tienen
grandes sumas dedicadas a la responsabilidad social empresarial, aunque hay
otros que no lo hagan, como podría suceder en cualquier parte del mundo.
La
superación de la pobreza mediante mejores condiciones de vida es, por supuesto,
una función del Estado, no del sector privado, este último creará tantos
empleos como necesite en su negocio, pero no empleos por subsidio. El sector
privado y los grandes empresarios pagarán los impuestos equitativos y
progresivos, no expropiatorios, para que el Estado pueda cumplir con su deber,
eso sí, con eficiencia y eficacia y evitando la politiquería y la corrupción.
La visión de las personas y las empresas es crear oportunidades para ellas y
para que más personas las puedan aprovechar también, pero no es su deber sacar
a los pobres de la pobreza. No nos olvidemos, además, que en las sociedades de
economías totalitarias también hay ricos y suelen formar parte de las esferas
del Estado, esos ricos no tienen
por función, tampoco, subsidiar de por vida a los pobres.