Comentario 25/07/2022
EL
SANCOCHO NACIONAL
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
El
sancocho es un plato muy popular en diversas regiones del país, inclusive en
varios países de Latinoamérica donde su preparación es similar, pero recibe
nombres diferentes. Refirámonos a las costumbres colombianas en este
comentario. De acuerdo con las distintas formas regionales de preparación el
sancocho colombiano puede contener una mezcla abundante de ingredientes, tales
como: carnes (pollo, gallina, cerdo, pescado, vaca, costilla, rabo, hígado,
chivo, pavo, pato, entre otros), mazorca, zanahoria, plátano verde, plátano
maduro, ñame, yuca, papa, ahuyama, malanga, guineo, arracacha, condimentos
(color y comino, como los principales), legumbres (fríjoles, lentejas,
arvejas), guandú y verduras (cebolla, ajo, cilantro, apio, ají dulce, entre
otros).
En
la práctica, cada región mezcla sus ingredientes más autóctonos y prepara un
caldo espeso de sabor singular, el cual se come como plato fuerte, generalmente
en el almuerzo o en paseos y celebraciones populares. Así, hablamos del
sancocho paisa, el tolimense, el valluno, el costeño, el santandereano, el
boyacacuno, etc. Cada uno de ellos con su propio e inconfundible sabor, por
supuesto, preparado con una selección de algunos de los ingredientes arriba
mencionados, no con todos.
Ahora,
si se prepara un sancocho nacional, es decir con todos los ingredientes
mencionados para que sea representativo de todas las regiones, ¿quedará bueno?
Mi opinión, muy personal, es que no, que se pierde el sabor original de cada
región por lo cual es famoso y reconocido en esa tierra y ofrecido como un
exquisito platillo para propios y visitantes.
Por
supuesto, este comentario no es un recetario de cocina, es sólo un símil de lo
que le está pasando a la política nacional, con la llegada de Gustavo Petro y
su idea de la unidad nacional, bajo propósitos que aún no son conocidos
completamente, son meras menciones, probablemente, sólo, hasta ahora, unas
reflexiones, las cuales hasta verlas plasmadas en proyectos, propuestas en
firme, en leyes o decretos, son sólo intenciones, aún no analizadas en su
contenido, alcance, legalidad, constitucionalidad, financiación, viabilidad,
oportunidad, consecuencias y alternativas, antes de ser aprobadas por el
Congreso y posteriormente puestas en marcha.
Sin
embargo, casi todos los partidos políticos colombianos rodearon al presidente
electo en un supuesto propósito de unidad nacional, lo cual le da al nuevo
mandatario y su equipo la gobernabilidad necesaria para pasar por el Congreso
de la República todo tipo de iniciativas, con aplastantes mayorías. Esperemos
también que, con la sindéresis necesaria, la coalición de gobierno permita
realizar en el Congreso un estudio analítico, reflexivo y serio de las
iniciativas y no sólo aprobar con el famoso “pupitrazo”.
Es
tal la mezcla de ideologías de los integrantes de la coalición de gobierno que,
si se examinan con detenimiento, son pensamientos irreconciliables por ser
contradictorios y con principios y filosofías diametralmente contrapuestas.
¿Por qué ha sucedido esto?, en mi opinión por oportunismo político de todos los
partidos en la búsqueda de cuotas burocráticas, de presupuestos, contratos,
canonjías y todo tipo de prebendas, que estando en la oposición, difícilmente
lograrían.
Es
decir, estamos al frente, de la vil política, no de principios ideológicos,
sino de componendas y privilegios, aparentemente favorables en el corto plazo y
beneficiosos para sus intereses grupales y personales, no necesariamente para
los ciudadanos y el país. Las ideologías y los principios se rinden fácilmente
ante las cuotas burocráticas. Por algo será que los ciudadanos no creemos en
los partidos ni en el Congreso, con notorias excepciones de algunos partidos y
figuras de los mismos, los cuales no “destiñen” en su pensamiento. ¿Qué saldrá
de todo esto?, en mi opinión, un sancocho político nacional, con todos los
ingredientes como para que esa espesa sopa le caiga pesada al país y de
sobremesa la desnaturalización de los partidos políticos que forman parte de la
coalición de gobierno. Si combinamos la sumisa posición de los partidos con las
promesas de Petro de “democratización” de la propiedad, no al “neoliberalismo”,
pero sí a la fuerte injerencia del Estado en la economía privada y, además, el
“perdón social” para todo tipo de delincuentes, lo cual, aún no sabemos cómo se
va a realizar, todo junto hará que el sancocho nacional sea más difícil de
tragar.
No
en vano el propio Gustavo Petro se acelera a afirmar que sus iniciativas deben
quedar aprobadas en el primer año de la legislación que comienza, porque él
mismo prevé que para los años siguientes la gobernabilidad no se garantiza. Por
supuesto, un sancocho político de esa naturaleza no es sostenible y menos si
todos esperan beneficios tangibles para sus partidos y sus respectivos
personajes. Tantos ingredientes juntos dañan la mezcla, nada bueno saldrá de
ese ejercicio, así concebido y así llevado a la práctica. Baste la inauguración
del nuevo Congreso el 20 de Julio pasado, para ver el sartal de agresiones,
ofensas, violaciones a los reglamentos, etc. contra los opositores al gobierno
de Petro, es decir, el 50% que no votó por él, actuación patrocinada y
realizada por la bancada petrista y su coalición de gobierno, especialmente
influenciada por el senador Iván Cepeda.
Si
a más del cambio fundamental en el modelo económico, político y social que
quiere introducir Gustavo Petro, desde una economía de libre mercado, con un
esquema de capitalismo democrático, hacia un economía fuertemente intervenida y
estatizada, con un pensamiento socialista a bordo, además, le introducimos el
ingrediente de la conducta de los partidos políticos que se refugiaron en el
gobierno del nuevo mandatario, el sancocho político nacional estará servido.
Sin sabor a cada región o a cada partido. ¿Con cuál o cuáles “sabores”? no lo
sabemos, sólo el tiempo lo dirá. No debemos ser pesimistas, pero las señales
enviadas por el nuevo gobierno y sus correligionarios y funcionarios, hasta
ahora, no son buenas y causan inquietud en sectores de la población y del
empresariado. Esperamos no tener la razón, por el bien del país, pero creemos
que el sancocho político nacional no es una buena sopa, será pesada y con un
sabor muy fuerte, posiblemente, no “para vivir sabroso”.
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