domingo, 14 de agosto de 2022

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL PRIVADA

 Comentario 16/08/2022

 

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL PRIVADA

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

La reciente inauguración del Centro de Tratamiento e Investigación sobre el Cáncer Luis Carlos Sarmiento Angulo (CTIC) en Bogotá, financiado y entregado a la comunidad por esa familia, para servirle a todo tipo de ciudadanos, sin distinción ninguna, invita a una serie de reflexiones de mucha importancia en el desarrollo comunitario y social del país. Este centro de tratamiento médico e investigación científica sobre el cáncer es considerado de absoluta avanzada a nivel mundial, lo cual, por sí sólo, habla de la gran contribución al mejoramiento de la calidad de vida de las personas que padecen estas enfermedades y sus familias y, por supuesto, para el progreso del sector de la salud en Colombia. Además, y, por otro lado, el no tener restricciones para el acceso de naturaleza política o social y menos de capacidad económica, se vuelve una experiencia de connotaciones superiores para los ciudadanos y las instituciones del país.

Comencemos por decir que, dentro de las convicciones políticas de los sectores de izquierda radical, lamentablemente el empresariado se percibe como un sector explotador de carácter capitalista y es merecedor de la mayor sanción en sus comentarios y frecuentes minimizaciones sobre su importancia para la generación de empleo y para el desarrollo del país y sus regiones. Si bien siempre aplauden el recaudo de impuestos con el famoso “que paguen los más ricos”, parecen no comprender que, sin impuestos provenientes de los empresarios y los ciudadanos quienes cumplidamente los pagan, el país no tendría gasto social a través de los gobiernos que los administren de manera proba y eficiente. De hecho, del presupuesto nacional cerca del 70% se dedica a gastos sociales en salud, pensiones, vivienda, protección social y educación y en los últimos años, con motivo de la pandemia, a grandes subsidios para la protección de sectores vulnerables y del propio empleo. Cabe recordar también que, consolidando todos los impuestos que los empresarios pagan, éstos llegan a ascender hasta un monto equivalente al 75% del valor de sus utilidades.

No son, por consiguiente, los empresarios, en general, los capitalistas explotadores que se aprovechan de la supuesta inferioridad de los trabajadores, quienes además están protegidos por exigentes leyes laborales y aguerridos grupos sociales y sindicales diseñados para su defensa. Otra cosa es que las empresas en Colombia son esencialmente microempresas o pequeñas famiempresas, cerca del 90%, las cuales no pueden hacer un derroche con los salarios o las prestaciones sociales, que sí conceden en forma más significativa las empresas de mayor tamaño.

Ahora, los que hemos tenido el privilegio de haber conocido y compartido el mundo empresarial, destacamos el convencimiento social de la gran mayoría de empresas del país, expresado no sólo en sus relaciones laborales sino también en sus programas de responsabilidad social empresarial (RSE), a través de los cuales ofrecen importantísimos apoyos a causas de carácter municipal, social o ciudadano relacionadas con crear mejores condiciones de calidad de vida y de bienestar personal y familiar a las poblaciones con mayores dificultades, a la sociedad en su conjunto y al medio ambiente.

De hecho, muchas empresas manejan en sus organizaciones instituciones del tipo de las corporaciones, asociaciones o fundaciones para canalizar y administrar en forma eficiente y organizada los recursos que destinan a la RSE. Es notable ver cómo diversas compañías en sus distribuciones de utilidades anuales apropian partidas para este fin y algunas lo hacen en forma prioritaria. Estas instituciones son personas jurídicas sin ánimo de lucro, creadas por la iniciativa privada (pública o mixta), para atender una finalidad altruista o de interés social determinada, para lo cual requieren de aportes de dinero o bienes realizados por su fundador o fundadores, precisamente, las empresas y sus propietarios. Mencionamos sólo algunas, que tienen casi que ámbito nacional, en sus labores de beneficio social:

  • Fundación Alpina
  • Fundación Bancolombia
  • Fundación Bavaria
  • Fundación Corona
  • Compartamos con Colombia
  • Fundación Mayagüez.
  • Fundación Carvajal.
  • Fundación Arturo Calle
  • Fundación Mayagüez
  • Fundación Sofía Pérez de Soto.
  • Fundación Luis Carlos Sarmiento Angulo.

La lista es interminable y agota el espacio de este comentario, pero no sus méritos, ya que su labor, la de todas, es admirable. Como datos significativos sobre la importancia del sector privado, recordemos que el 85% del PIB de Colombia depende de ese sector y que, por ejemplo, para citar un caso, un grupo de 105 empresas realizó una inversión social por $3.6 billones de pesos en el 2021. Además, no se nos puede olvidar que muchos ciudadanos en forma individual también ejercen acciones de carácter altruista, algunos en vida y otros, al momento de su muerte, con legados en favor de esas causas.

En síntesis, un número significativo de personas y empresas realizan acciones de responsabilidad social privada con lo cual realzan su solidaridad con los demás y su convicción por un país mejor para todos. Así, no se entienden los frecuentes epítetos de los miembros de los grupos de pensamiento de izquierda radical, por descalificar la acción privada en su compromiso social y comunitario. En contrario sentido, el propio presidente Petro en la reunión de empresarios en Cartagena celebrada esta semana, al referirse a la producción como la forma idónea de generar empleo, riqueza y progreso, por lo cual invitó a los empresarios a aumentar su producción, lo cual se traducirá también en mayor inversión a través de su conciencia por la RSE.

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