Comentario 16/08/2022
LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL PRIVADA
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
La
reciente inauguración del Centro de Tratamiento e Investigación sobre el Cáncer
Luis Carlos Sarmiento Angulo (CTIC) en Bogotá, financiado y entregado a la
comunidad por esa familia, para servirle a todo tipo de ciudadanos, sin
distinción ninguna, invita a una serie de reflexiones de mucha importancia en
el desarrollo comunitario y social del país. Este centro de tratamiento médico
e investigación científica sobre el cáncer es considerado de absoluta avanzada
a nivel mundial, lo cual, por sí sólo, habla de la gran contribución al
mejoramiento de la calidad de vida de las personas que padecen estas
enfermedades y sus familias y, por supuesto, para el progreso del sector de la
salud en Colombia. Además, y, por otro lado, el no tener restricciones para el
acceso de naturaleza política o social y menos de capacidad económica, se
vuelve una experiencia de connotaciones superiores para los ciudadanos y las
instituciones del país.
Comencemos
por decir que, dentro de las convicciones políticas de los sectores de
izquierda radical, lamentablemente el empresariado se percibe como un sector
explotador de carácter capitalista y es merecedor de la mayor sanción en sus
comentarios y frecuentes minimizaciones sobre su importancia para la generación
de empleo y para el desarrollo del país y sus regiones. Si bien siempre
aplauden el recaudo de impuestos con el famoso “que paguen los más ricos”,
parecen no comprender que, sin impuestos provenientes de los empresarios y los
ciudadanos quienes cumplidamente los pagan, el país no tendría gasto social a
través de los gobiernos que los administren de manera proba y eficiente. De
hecho, del presupuesto nacional cerca del 70% se dedica a gastos sociales en
salud, pensiones, vivienda, protección social y educación y en los últimos
años, con motivo de la pandemia, a grandes subsidios para la protección de
sectores vulnerables y del propio empleo. Cabe recordar también que,
consolidando todos los impuestos que los empresarios pagan, éstos llegan a
ascender hasta un monto equivalente al 75% del valor de sus utilidades.
No
son, por consiguiente, los empresarios, en general, los capitalistas
explotadores que se aprovechan de la supuesta inferioridad de los trabajadores,
quienes además están protegidos por exigentes leyes laborales y aguerridos
grupos sociales y sindicales diseñados para su defensa. Otra cosa es que las
empresas en Colombia son esencialmente microempresas o pequeñas famiempresas,
cerca del 90%, las cuales no pueden hacer un derroche con los salarios o las
prestaciones sociales, que sí conceden en forma más significativa las empresas
de mayor tamaño.
Ahora,
los que hemos tenido el privilegio de haber conocido y compartido el mundo
empresarial, destacamos el convencimiento social de la gran mayoría de empresas
del país, expresado no sólo en sus relaciones laborales sino también en sus
programas de responsabilidad social empresarial (RSE), a través de los
cuales ofrecen importantísimos apoyos a causas de carácter municipal, social o
ciudadano relacionadas con crear mejores condiciones de calidad de vida y de
bienestar personal y familiar a las poblaciones con mayores dificultades, a la
sociedad en su conjunto y al medio ambiente.
De hecho, muchas empresas manejan en sus organizaciones instituciones del tipo de las corporaciones, asociaciones o fundaciones para canalizar y administrar en forma eficiente y organizada los recursos que destinan a la RSE. Es notable ver cómo diversas compañías en sus distribuciones de utilidades anuales apropian partidas para este fin y algunas lo hacen en forma prioritaria. Estas instituciones son personas jurídicas sin ánimo de lucro, creadas por la iniciativa privada (pública o mixta), para atender una finalidad altruista o de interés social determinada, para lo cual requieren de aportes de dinero o bienes realizados por su fundador o fundadores, precisamente, las empresas y sus propietarios. Mencionamos sólo algunas, que tienen casi que ámbito nacional, en sus labores de beneficio social:
- Fundación Alpina
- Fundación Bancolombia
- Fundación Bavaria
- Fundación Corona
- Compartamos con Colombia
- Fundación Mayagüez.
- Fundación Carvajal.
- Fundación Arturo Calle
- Fundación Mayagüez
- Fundación Sofía Pérez de Soto.
- Fundación Luis Carlos Sarmiento Angulo.
La
lista es interminable y agota el espacio de este comentario, pero no sus
méritos, ya que su labor, la de todas, es admirable. Como datos significativos
sobre la importancia del sector privado, recordemos que el 85% del PIB de
Colombia depende de ese sector y que, por ejemplo, para citar un caso, un grupo
de 105 empresas realizó una inversión social por $3.6 billones de pesos en el
2021. Además, no se nos puede olvidar que muchos ciudadanos en forma individual
también ejercen acciones de carácter altruista, algunos en vida y otros, al
momento de su muerte, con legados en favor de esas causas.
En
síntesis, un número significativo de personas y empresas realizan acciones de
responsabilidad social privada con lo cual realzan su solidaridad con los demás
y su convicción por un país mejor para todos. Así, no se entienden los
frecuentes epítetos de los miembros de los grupos de pensamiento de izquierda
radical, por descalificar la acción privada en su compromiso social y
comunitario. En contrario sentido, el propio presidente Petro en la reunión de
empresarios en Cartagena celebrada esta semana, al referirse a la producción
como la forma idónea de generar empleo, riqueza y progreso, por lo cual invitó
a los empresarios a aumentar su producción, lo cual se traducirá también en
mayor inversión a través de su conciencia por la RSE.
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