Comentario 28/11/2022
¿COGOBERNAR
CON EL ELN?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
El
Ejército de Liberación Nacional (ELN), es una organización guerrillera
insurgente, narcotraficante y terrorista colombiana, de extrema izquierda, que
opera en Colombia y Venezuela. Se define como de orientación marxista-leninista
y pro-revolución cubana. Desde su conformación en 1964 es un actor del
conflicto armado interno en Colombia. El ELN es considerado un grupo terrorista
por Colombia, Perú, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Los gobiernos de
algunos países como Nicaragua, Argentina y hasta antes del 2018, el gobierno de
Ecuador, no lo consideran ni terrorista ni beligerante. Brasil y Chile no le
aplican esta calificación. En 2008 el presidente venezolano Hugo Chávez
solicitó a los países de Latinoamérica y de Europa que se le otorgará estatus
de grupo beligerante al ELN, beligerancia que no es reconocida pero sí tenida
en cuenta por la ONU y el Parlamento Latinoamericano.
Desde
el rompimiento de los diálogos de paz con el ELN, producto del atentado contra
la escuela de policía General Santander el 17 de enero de 2019, donde murieron
23 cadetes, el gobierno de Iván Duque declaró esta guerrilla como Grupo Armado
Organizado (GAO), cuyos integrantes se deben desmovilizar para ser juzgados por
delitos políticos y criminales, ya no en la justicia transicional sino en la
ordinaria. Sin embargo, el presidente Petro ahora les concede una nueva
oportunidad de paz, con condiciones restaurativas favorables, la sexta
negociación, si las cuentas no me fallan, pues muchos gobiernos de diferentes
“colores” políticos han tratado de llegar a un acuerdo de desmovilización y
cese al fuego, para a lograr una paz estable y duradera en el país. Lo que en
todos los casos se ha solicitado es la verdad, la justicia, la reparación a las
víctimas y la no repetición, con efectiva dejación de las armas. Pero esto
nunca se ha logrado con el grupo guerrillero ELN, son huidizos y escurridizos,
la razón es que en la negociación no han logrado lo que quieren lograr.
Escuchando
a Pablo Beltrán (Israel Ramírez Pineda), uno de los avejentados líderes
del ELN, es claro lo que esperan lograr: Cogobernar en el país, sin pasar por
las urnas, ni por el Congreso como los de las FARC, así dicen, pero ganas no
les faltan. Ellos se sienten la solución para los problemas de desigualdad,
desarrollo, bienestar y crecimiento del país, si se remueven las causas que las
impiden, según afirman, lo que, inevitablemente, los lleva a señalar a otros
como culpables, tales como a las instituciones, el llamado establecimiento, la
clase política y las oligarquías, especialmente estas últimas, en su opinión.
La
solución es que ellos estén en el cogobierno del país y puedan implementar las
reformas salvadoras, por encima de las demás instituciones y sin consultar la
voluntad de 50 millones de ciudadanos, lo que quieren es no pasar por las
urnas, después de ver lo mal que le fue a las FARC en las elecciones, hoy
partido Comunes, donde sacaron menos de 55.000 votos en todo el país. No hay
una descripción sesuda de las reformas que plantea el ELN, simplemente todo se
fundamenta en el intervencionismo del Estado, como ser todopoderoso, para
dirigir la economía, la sociedad, la propiedad privada, sus instituciones y sus
ideales.
No
son buenos los antecedentes de esta revolucionaria guerrilla, dadas las
condiciones de afectación que han causado en 50 años de existencia, en ciudades
y campos, infraestructura energética y de oleoductos, extorsiones y secuestros
(llamados retenciones) de ciudadanos y miembros de la fuerza pública, asalto
con lanzamiento de explosivos a poblaciones inermes, narcotráfico, lavado de
activos y un sin número de atentados por todo el país. Recordar el Club el
Nogal en Bogotá, por ejemplo. La pregunta es si es justo con Colombia, sus
ciudadanos e instituciones, su constitución y sus tradiciones, concederles
nuevas y ventajosas oportunidades de paz a estos desalmados guerrilleros,
¿hasta cuándo y hasta dónde?, ¿por siempre y para siempre la sociedad
colombiana estará sometida a sus caprichos y sus delitos?
La
experiencia del país con los acuerdos FARC-Santos del 2016, los cuales no han
reportado verdad, justicia, reparación y no repetición. Justicia aún no tienen
y sólo tendrán penas restaurativas, que no significan cárcel sino trabajo
comunitario, con limitación de desplazamiento y quien va a reparar es el Estado
(los colombianos asumiremos la indemnización de las víctimas por los delitos
cometidos por los guerrilleros), no ellos. En cuanto a la no repetición,
existen las llamadas disidencias con Iván Márquez a la cabeza. Los dirigentes
de las FARC se han llenado de beneficios y privilegios, sin reparación alguna,
para ellos curules y privilegios en el Congreso y una justicia con poca
sanción, si se puede llamar justicia. Con el ELN de nuevo tendremos largas y
nutridas comisiones negociadoras, países garantes, tribunales especiales, con
justicia independiente, y otra parafernalia de organismos y personas buscando
la llamada paz total del gobierno de Petro. Más de lo mismo, en síntesis.
Nadie
discute el concepto de la paz, como necesidad, conveniencia y mandato
constitucional para todos los ciudadanos, lo que se plantea es que ya no debe
haber soluciones favorables para el ELN, o se someten a la justicia, como todos
los ciudadanos, o se les debe derrotar militarmente. No puede ser que esta
guerrilla, amparada en el territorio y el gobierno venezolano, con el tufillo
cubano, merezca nuevos procesos de paz, el sexto, según las cuentas.
En
mi opinión el ELN no tiene voluntad de paz, utiliza el nombre de la paz para
favorecer los intereses de sus aprovechados dirigentes, para que les den una
justicia favorable y se les ofrezcan condiciones de re-vinculación a la
sociedad ventajosas y mucha publicidad por todos los medio de comunicación, en
los cuales van a ser nuevos profetas de las buenas conductas, de la
pacificación del país y la defensa del medio ambiente, este último, su favorito
para la destrucción en miles de atentados como el minado de oleoductos, por
ejemplo. Ya Petro anunció que en estos procesos se les concederá permanecer con
hasta el 10% de su riqueza para favorecer la entrega de sus demás activos,
supuestamente para las víctimas. A propósito de estas últimas, las víctimas,
siempre se dice que estarán en el centro de los acuerdos, pero nunca, en
realidad, son beneficiarios reales de la tal reparación o restitución de los
bienes de la guerrilla. Basta ver la triste experiencia de las FARC que al
final salieron con que ellos no tenían recursos, que eso no era verdad, y
apenas entregaron bienes no significativos y poco valorados. El país debe
pensar de nuevo en la conveniencia de más procesos de paz con estos
delincuentes reincidentes, quienes dicen abrazar ideales políticos de noble
significado social y comunitario, los cuales nunca han aplicado en realidad.
Nota:
algunas de las memorias históricas de este documento son tomadas de Wikipedia.
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